“Armenia está muriendo, pero renacerá. La poca sangre que queda es preciosa sangre que dará a luz a una generación heroica”, decía el 9 de abril de 1916 el escritor francés Anatole France ante un auditorio lleno en la histórica universidad parisina La Sorbona.
MIRA: Azerbaiyán instala un primer puesto de control en la entrada de un eje crucial hacia Armenia
Apenas un año antes, durante la noche del 24 al 25 de abril de 1915, había sucedido el Domingo Rojo, una infame jornada en la que el Imperio Otomano reunió y ejecutó a 250 intelectuales y líderes sociales armenios en Constantinopla y otras ciudades cercanas.
Se estima que durante los ocho años (1915 - 1923) en los que los historiadores enmarcan el Genocidio Armenio fallecieron entre un millón y medio y 2 millones de armenios a manos de las fuerzas otomanas.
El 24 de abril del 2015, cuando se conmemoró el centenario del Día de la Memoria de las Víctimas del Genocidio Armenio, el papa Francisco se refirió a este capítulo de la historia como “el primer genocidio del siglo XX”.
Algo que podría resultar tan evidente, sin embargo, ha sido resistido por diversos gobiernos. Hasta la fecha, Turquía -heredera del extinto Imperio Otomano- se resiste a reconocer aquel oscuro capítulo como un genocidio. Cabe resaltar, sin embargo, que las relaciones entre Ankara y Ereván (la capital armenia) ha gozado de pequeños pasos favorables durante los últimos años.
En el caso del Perú, pese a que la semana pasada se celebraron los 31 años de establecimiento de relaciones con Armenia, nuestro gobierno no reconoce oficialmente la matanza de entre 1915 y 1923 como un genocidio.
Coincidiendo con dicha fecha, el embajador Hovhannes Virabyan (Ereván, 1981), representante armenio en Argentina, concurrente en Uruguay, Chile, Perú y Paraguay, visitó nuestro país para presentar sus credenciales diplomáticas y dar inicio a lo que, confía, será una nueva etapa entre ambos países.
El Comercio sostuvo una entrevista con el embajador Virabyan mediante correo electrónico.
- Señor embajador, un hecho tan desgarrador suele generar intenso dolor incluso un siglo después de finalizado. ¿Cómo vive su pueblo esta fecha?
La herida está abierta. El pueblo armenio nunca dejó de sentir las consecuencias del genocidio. No hay ningún armenio, ninguna familia armenia, viva donde viva, que no haya sentido el genocidio personalmente, que no haya perdido un familiar o a toda su familia, y, naturalmente, es el dolor de todos los armenios, de toda la humanidad. Como sabrán, el Día de la Memoria de las Víctimas del Genocidio Armenio es el 24 de abril, porque esa noche todos los intelectuales armenios en Constantinopla fueron reunidos y ejecutados. Pero el genocidio en sí duró años. Personalmente, creo que el 24 de abril no solo es un día de pérdida, sino que también simboliza el renacimiento, porque ese día el pueblo armenio demostró que es fuerte y continúa viviendo, creando, construyendo. Estamos hablando de un pueblo que pese a todas las adversidades supo ponerse de pie y construir un estado democrático y de derecho.
- Actualmente decenas de gobiernos han emitido algún tipo de resolución reconociendo lo sucedido como un genocidio. El Perú no se encuentra en dicha lista. ¿Está en su agenda abordar este tema con las autoridades locales?
Más de cuarenta estados, parlamentos y organizaciones internacionales reconocieron el Genocidio Armenio, pero cabe mencionar que eso no significa que los demás lo nieguen o digan que el Genocidio Armenio no existió. Son dos los países que lo niegan: Turquía y Azerbaiyán. Por más que suene insólito, Azerbaiyán niega con más vehemencia el genocidio armenio que la misma Turquía. Es importante mencionar también que los países que reconocieron el genocidio armenio son países democráticos, que tienen tradiciones arraigadas en materia de defensas de los derechos humanos y del derecho internacional. Y si bien el estado de Perú aún no ha recocido el Genocidio Armenio, sí ha expresado su postura en el marco del Parlamento Andino. Confío plenamente en que el reconocimiento oficial por parte de la República del Perú, debido a su compromiso con los derechos humanos, es solo una cuestión de tiempo.
- ¿Considera usted que ha habido algún avance en las relaciones con Turquía hacia el reconocimiento del genocidio? Durante el fatídico terremoto que asoló a dicho país en febrero su gobierno abrió las fronteras para facilitar el ingreso de ayuda humanitaria, ¿ese tipo de gestos influye en este tipo de decisiones?
Efectivamente, Turquía aún no ha reconocido el Genocidio Armenio, pero en Turquía hay muchos intelectuales que alzan la voz periódicamente, pidiéndole al Estado que lo reconozca. Desde ya, en el caso de Turquía también es una cuestión de tiempo. Estoy seguro de que Turquía va a reconocer el Genocidio Armenio, si quiere convertirse en un país abierto, democrático, que no teme enfrentarse a su propia historia, y estamos seguros de que tarde o temprano lo hará. Es inevitable. Y en cuanto a la asistencia humanitaria, Armenia no lo hizo a cambio de algo o por algún motivo o interés. Es simplemente una obligación, que deriva de los valores que debe profesar la humanidad, es una obligación moral y humana. Nosotros estuvimos en la misma situación en el terremoto de 1988, que destruyó completamente el norte de mi país, un tercio de Armenia. Conocemos muy bien y compartimos ese dolor. Eso fue lo que nos motivó a hacerlo.
"Estoy seguro de que Turquía va a reconocer el Genocidio Armenio (...) es inevitable".
- Además de los millones de muertes, el genocidio provocó una diáspora de sus compatriotas. Cien años después, ¿cuánto ha influido este éxodo en el desarrollo de su pueblo y en su distribución por el mundo?
Así es. Como consecuencia del Genocidio Armenio el número de armenios esparcidos por el mundo es dos veces mayor a la población de la República de Armenia. Ese hecho constituye un testimonio más del genocidio. La diáspora no se originó porque los armenios intentaran rebuscarse una vida mejor en otras partes del mundo. La gran mayoría son descendientes de los supervivientes del genocidio, quienes para salvar su vida estuvieron obligados a abandonar su patria. Por supuesto, hoy en día la diáspora es una gran riqueza para Armenia porque representa experiencia, contactos o inversiones. Mi país prioriza la profundización de los trabajos con la diáspora y en ese sentido se emprenden las medidas correspondientes. Como saben, lo que no nos mata nos hace más fuertes, y el hecho de seguir estando hoy, significa que el pueblo armenio es eterno.
EL CONVULSO NAGORNO KARABAJ
En la frontera entre Armenia y Azerbaiyán se encuentra la región de Nagorno Karabaj, un territorio de 4 mil kilómetros cuadrados que en 1923 la Unión Soviética decidió que debía ser administrada por el gobierno azerí como un óblast (provincia) autónoma.
Históricamente, sin embargo, la zona había formado parte del antiguo Reino de Armenia y aún hasta la fecha su población está conformada en su mayoría por cristianos armenios.
Azerbaiyán, un país de mayoría musulmana, ha buscado durante todas estas décadas aumentar su influencia en la región. Armenia ha buscado lo propio.
Esto ha conllevado a que Nagorno Karabaj sea el centro de un intenso conflicto armado entre las fuerzas armenias y azeríes desde la década de los noventa, con intermitentes y breves periodos de paz.
En el conflicto, cabe resaltar, también han entrado a tallar de forma indirecta los gobiernos de Rusia, Irán y Turquía.
En febrero de este año, la Corte Internacional de Justicia ordenó al gobierno azerí que despeje el corredor de Lachín, una de las vías terrestres más importantes de Nagorno Karabaj bloqueada desde diciembre del 2022 por personas que, según Azerbaiyán, son activistas medioambientales; pero según Armenia son fuerzas azeríes que buscan realizar una “limpieza étnica” en la región.
- ¿Qué consecuencias ha traído a Nagorno Karabaj la resolución emitida en febrero por la CIJ?
La Corte dicta que Azerbaiyán desbloquee el corredor de Lachín. Estamos hablando de un órgano judicial internacional cuya legitimidad es reconocida por todos los países, y es el organismo principal en materia de justicia internacional. Aún así, Azerbaiyán sigue ignorando la decisión de la CIJ, demostrando constantemente que para el régimen que gobierna Azerbaiyán los derechos humanos y el derecho internacional no tienen ningún valor. Al ignorar la decisión de la CIJ, Azerbaiyán termina siendo indiferente hacia la comunidad internacional y los estados que la componen, el sistema de justicia internacional, las Naciones Unidas y desatendiendo sus obligaciones internacionales.
En lugar de importar las tradiciones de derechos humanos y derecho internacional para mejorar la situación de los derechos humanos en su país, intenta exporta sus tradiciones autocráticas, comportándose en las relaciones internacionales de la misma manera en la que se comporta en las relaciones con sus ciudadanos. Una vez más, de manera explícita demuestra que estamos ante un país que no tiene la capacidad de cumplir con sus obligaciones internacionales.
- El presidente Ilham Aliyev instó el martes de la semana pasada a que todos los armenios que vivan en Karabaj adquieran la ciudadanía azerí, ¿cómo toma este tipo de pronunciamientos su gobierno?
Lo que están realizando las autoridades de Azerbaiyán, bajo el liderazgo de Aliyev, no es otra cosa que un manual de limpieza étnica. Y si alguien quiere saber cómo se llevan a cabo los genocidios y las limpiezas étnicas, en vez de leer libros o buscar en los archivos, puede hoy en día simplemente analizar lo que están haciendo las autoridades azeríes. Es evidente que el estado azerí está implementando una evidente política armenofoba, racista, planificando y organizando limpiezas étnicas. Esta es una prueba más de que el objetivo de Azerbaiyán no es y nunca fue la consolidación, la paz, la convivencia basada en el respeto mutuo. Lamentable, estamos ante un estado que no construye, sino destruye: reanudando el conflicto armado y provocando constantemente que la tensión escale, Azerbaiyán persigue su objetivo de perpetrar limpiezas étnicas.
- ¿En este momento usted identifica algún camino realmente viable para que la paz vuelva a Nagorno Karabaj?
Evidentemente, debido a la complejidad de la situación, es muy difícil indicar un camino específico. Pero está claro que se requiere tiempo. Además de una serie de requisitos del derecho internacional, entre ellos: la buena fe y el no uso de la fuerza, también agregaría la necesidad de que se establezca un sistema democrático en Azerbaiyán. Porque en sí la cuestión de Nagorno Karabaj tiene muchas capas. La población de Artsaj (Nagorno Karabaj) no quiere vivir en un estado gobernado por un régimen autocrático, como lo es Azerbaiyán. En Azerbaiyán no se respetan los derechos de los ciudadanos azeríes. Así lo evidencian los múltiples informes internacionales. Hay muchos casos de persecuciones, asesinatos, encarcelaciones por causas políticas. También cabe mencionar los casos de violencia contra los periodistas, la privación de su libertad y el menosprecio constante hacia los ciudadanos propios, que son alimentados por dosis diarias de farsas para evitar que cuestionen su propia realidad.
"Si alguien quiere saber cómo se llevan a cabo los genocidios y las limpiezas étnicas, en vez de leer libros o buscar en los archivos, puede hoy en día simplemente analizar lo que están haciendo las autoridades azeríes (en Nagorno Karabaj)".
En esas condiciones, por supuesto, uno se pregunta: ¿quién va a querer formar parte de un estado así? La población de Nagorno Karabaj no lo quiere. En primer lugar, tenemos que entender que la cuestión de Nagorno Karabaj es una cuestión existencial, de derechos humanos. De hecho, su pregunta anterior prueba que no solamente esos derechos del pueblo armenio de Nagorno Karabaj no pueden ser garantizados al formar parte de Azerbaiyán, sino que además esos derechos pasan a estar en peligro directo en el caso de convivir con Azerbaiyán. No estamos hablando solamente de la responsabilidad básica y fundamental de cualquier estado de proteger, estamos hablando de un estado agresor.
La convivencia con Azerbaiyán trae consigo el peligro de un genocidio y limpieza étnica, y el pueblo de Nagorno Karabaj lo sabe de primera mano.
LA GUERRA RUSO-UCRANIANA
Al igual que el resto de exrepúblicas soviéticas, Armenia se ha visto ubicada en medio del conflicto que desde febrero del 2022 mantienen Rusia y Ucrania, luego de que el gobierno de Vladimir Putin ordenara la invasión a su país vecino.
En el caso armenio el tema es especialmente complicado, debido a que Ucrania es un aliado tradicional y, además, por años Rusia ha sido la potencia dominante en la región.
- ¿Cómo califican ustedes este conflicto, como una guerra o como una invasión rusa a territorio ucraniano?
Lo que está pasando entre Rusia y Ucrania es una gran tragedia, y como sea que describamos o califiquemos lo que está sucediendo, el hecho es que las personas continúan sufriendo, muriéndose y el conflicto continúa.
Es evidente que ninguna guerra o conflicto militar es la solución. También está claro que cuanto antes se debe llegar a un alto el fuego o a la firma de un tratado de paz y solucionar la cuestión mediante negociaciones. Lo sabemos por experiencia propia. Después de cualquier guerra siempre se vuelve a la mesa de negociaciones y es mejor hacerlo cuanto antes
. Por supuesto, es importante mencionar que tanto Rusia como Ucrania son tradicionalmente países amigos para Armenia y es una tragedia doble para nosotros, porque en ambos países tenemos muchos compatriotas. En Rusia viven alrededor de 2 millones y medio de armenios, y en Ucrania alrededor de 600 mil. Los integrantes de esas comunidades armenias están muy integrados en la vida social, económica, cultural, y también militar de esos países. Es decir, en ambos ejércitos tenemos soldados armenios que se están matando entre ellos, es un fratricidio no solamente desde el punto de vista ruso-ucraniano, sino también desde el punto de vista meramente armenio.
Y por supuesto, todo eso tiene su influencia directa sobre Armenia. En la cuestión de Nagorno Karabaj, Azerbaiyán intenta aprovecharse de la situación creada, ya que la atención de la comunidad internacional está enfocada mayormente en el conflicto ruso-ucraniano, y provoca con el objetivo de poder avanzar en Artsaj y en el territorio soberano de la República de Armenia. Por otro lado, miles de refugiados de ambos países viajan a Armenia pidiendo asilo. Para tener una idea de los números: Armenia tiene una población de tres millones de personas, y en cierto momento el número de refugiados llegó a 300 mil. Algunos de ellos volvieron a sus países, muchos partieron a terceros países, pero una parte continúa viviendo en Armenia hasta el día de hoy y naturalmente hacemos todo lo posible, como patria de origen de miles de inmigrantes, para cumplir con su deuda con esos países que recibieron a los armenios, y retribuirles a nivel humanitario. Como anfitriones hospitalarios, intentamos hacer todo lo posible para que todos los derechos de esas personas estén garantizados y sus necesidades cubiertas en la medida lo posible.
"En ambos ejércitos tenemos soldados armenios que se están matando entre ellos, es un fratricidio no solamente desde el punto de vista ruso-ucraniano, sino también desde el punto de vista meramente armenio".
- Durante los últimos enfrentamientos en la región de Nagorno Karabaj, Rusia brilló por su ausencia, mientras que la Unión Europea (UE) envió una misión especial para intentar estabilizar la situación. ¿Armenia se siente hoy más cerca de Bruselas o de Moscú?
Armenia se siente cerca de su propia tierra, su único sostén. Comprendemos a la perfección que nuestros problemas nadie los va a solucionar por nosotros, y tampoco nadie está en la obligación de hacerlo, por eso nosotros no tenemos expectativas unilaterales hacia ningún país. Armenia no pide ni espera la ayuda de ningún país especifico. Solo les pedimos a todos los países mantenerse fieles al derecho internacional y a las obligaciones asumidas, a los compromisos establecidos en los documentos firmados.
Tenemos una cooperación internacional diversificada. Naturalmente, Rusia ha sido históricamente y continúa siendo un país aliado, pero nosotros no nos limitamos a una sola vía de cooperación y permanentemente, desde el primer día de su independencia, Armenia intenta construir relaciones armónicas con todos los países, entre ellos con los países de la Unión Europea y con la UE en conjunto. En distintas etapas a lo largo de la historia esa cooperación tuvo distintos niveles de intensidad, pero la cooperación con Bruselas no es nueva.
En el año 2017 con Bruselas firmamos el Acuerdo de Asociación Global y Reforzado (CEPA), la UE implementa muchos programas en Armenia y, tal como lo mencionó, la Unión Europea también ejerce su rol de mediador en los trabajos de resolución del conflicto de Nagorno Karabaj.
Charles Michel (actual presidente del Consejo Europeo) ha asumido un rol muy activo, y en Armenia tenemos una misión civil de observación de la UE que tiene el objetivo de monitorear la situación en la frontera con Azerbaiyán. Este es un mecanismo más que suma al sistema de seguridad de Armenia. En ese sentido, para nosotros, todo lo que sume, es bienvenido.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- Movadef en Argentina: El inquietante trabajo del brazo político de Sendero Luminoso
- Nueva York ofrece US$500 por fusil: ¿cómo es el plan de desarme del estado agobiado por la violencia?
- Sensación térmica de 54 °C: la extrema ola de calor que rompe más récords en Asia
- El número dos del gobierno británico que perdió el cargo por ser abusivo con sus empleados
- La carrera espacial privada: ¿Qué empresas están buscando llegar a la Luna?
Contenido sugerido
Contenido GEC