Finalmente ocurrió lo inevitable. China, que durante décadas ha sido el país más poblado del mundo, empieza a envejecerse cada vez más rápido. Por primera vez en 60 años, la población china disminuyó en el 2022, según cifras del propio gobierno, lo que podría afectar su crecimiento económico.
“Para fines del 2022, la población nacional fue de 1.411′750 millones”, informó el martes la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) de Beijing, precisando que se trata de “un decrecimiento de 0,85 millones desde fines del 2021″.
La última vez que disminuyó la población en China fue en 1960, cuando el país enfrentó la peor hambruna de su historia moderna, causada por la política agrícola de Mao Zedong.
Ni la abolición en el 2016 de su estricta política de un solo hijo, que rigió en el país desde 1979 ante el temor de una sobrepoblación, ha revertido una tendencia que ya se veía venir. Los chinos ya no quieren tener más hijos debido al elevado costo de vida y la extrema exigencia que tienen los jóvenes para conseguir el éxito económico.
“No consigo compaginar ambas cosas. Es una tarea muy difícil”, cuenta Nancy, una madre de 30 años que vive en Beijing y trabaja en comercio electrónico. “Si quieres darle el pecho al niño, básicamente tienes que dejar de trabajar. Y si insistes en salir del trabajo a las cinco de la tarde para cuidar a tu hijo, se te dará menos trabajo y te verás adelantada por tus compañeros”, agrega con pesar a la AFP.
Pese a que las autoridades locales empezaron a dar incentivos a las familias para que tengan más hijos, los esfuerzos no han dado frutos. Las ciudades más grandes, como Beijing y Shanghái, han extendido el permiso de maternidad hasta 158 días; en la sureña Shenzhen se ofrece un bono de natalidad y una asignación mensual hasta que el niño cumple tres años; mientras que en Jinan se empezó a pagar una asignación mensual para que las parejas tengan un segundo hijo.
“Lo que está pasando es importante, porque una población puede disminuir porque emigra, se muere o se enferma, pero esta es primera vez que la población de China decae porque hay un descenso de la fecundidad”, explica a El Comercio Carlos Aramburú López de Romaña, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y experto en demografía y población.
Algunas causas
Aunque el gigante asiático se suma a una tendencia mundial que es una preocupante realidad desde hace décadas en los países occidentales, y en sus vecinos en Japón y Corea del Sur, el declive de la natalidad en China tiene algunas características específicas.
“Los chinos no tienen más hijos debido al alto costo que significa. Primero, por la vivienda pues están carísimas. Y segundo, la educación. Tanto en Japón, Corea del Sur y en China, enviar a los hijos a la universidad es fundamental e ingresar es super competitivo. Los padres gastan fortunas en prepararlos y para que puedan estudiar”, comenta a este Diario el economista Carlos Aquino, coordinador del Centro de Estudios Asiático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Pero no solo eso. La estricta política del hijo único, que rigió la vida del país durante 36 años, dejó marca en el estilo de vida de la población, sobre todo en las zonas urbanas.
“Las familias ya se acostumbraron a tener un solo hijo, y muchas mujeres que salen de las universidades prefieren tener buenos trabajos. Además, en las ciudades la crianza es más solitaria, porque ya no tienen a la familia extendida para que ayuden en la crianza de los niños”, agrega.
“Los chinos se han acostumbrado a un nivel de vida más alto, y la política del hijo único tuvo éxito en reducir la fecundidad. Es una paradoja, porque están pagando el costo del éxito que tuvieron, pero revertir esa política va a ser muy complicado, porque el costo de los hijos es un elemento muy importante en una economía que ha crecido rápidamente, y en una sociedad muy acostumbrada a un nuevo consumo”, señala Aramburú.
Según la ONU, India -con 1.380 millones de habitantes- podría desplazar pronto a China como el país más poblado del mundo.
Otro factor es el cultural, algo que se extiende a sus vecinos en Japón y Corea del Sur. “En estos países es un estigma social hasta ahora que una mujer críe sola a su hijo, y también es un estigma que una mujer tenga hijos sin casarse”, explica Aquino.
A esto se suma la escasez de guarderías públicas, la ausencia de salas de lactancia en la mayoría de los lugares de trabajo y la imposibilidad para las mujeres solteras de congelar sus óvulos o realizarse inseminaciones.
Para el economista, la abolición de la política del hijo único en el 2016 fue tardía y, además, no debió ser gradual. Recién en el 2021, el gobierno permite que las parejas tengan tres hijos. “Si quieren alentar el crecimiento de su población, o que el declive no sea tan grande, deberían eliminar todo límite. Y también dar mayores incentivos para facilitar la crianza de los niños”, dice Aquino. “Si el gobierno no hace mucho más, la tendencia seguirá en China”.
Un dato fundamental, además, es que la política del hijo único dejó un déficit de mujeres jóvenes, pues hay más hombres que mujeres en el país.
Impacto en la sociedad
La población de China ha comenzado a disminuir entre nueve y diez años antes de lo que predijeron los funcionarios chinos y lo proyectado por las Naciones Unidas, y podría declinar 1,1% como promedio anual, según un estudio de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái.
Incluso, las proyecciones más pesimistas de los demógrafos señalan que China podría tener menos de 587 millones de habitantes para el año 2100, menos de la mitad actual.
“China va a tener un problema serio de mano de obra y fuerza laboral, y es posible que empiecen una política de migrantes trabajadores pues un tercio de la población va a ser mayor de 60 años”, apunta Aramburú. “El segundo reto a corto plazo es la salud, pues la salud de la gente envejecida es más cara y más compleja. Y lo tercero, habrá un impacto cultural. Yo lo llamo el 4-2-1: cuatro abuelos, dos papás, un hijo”. Al respecto, Aramburú explica que la generación de los hijos único es culturalmente diferente, porque se trata de seis adultos pendientes de un hijo, que además no tienen hermanos ni tienen primos.
Bastaron casi cuatro décadas para ver cómo el estricto control demográfico implantado por China se volvió un bumerán y se ha convertido en algo casi irreversible. No bastará mucho tiempo para que el gigante asiático deje de ser el más poblado del mundo.