El Gobierno Chino muestra en un gigantesco recinto los progresos que bajo la conducción de Xi Jinping ha dado este país y para lo cual no se ha escatimado nada. (AFP)
El Gobierno Chino muestra en un gigantesco recinto los progresos que bajo la conducción de Xi Jinping ha dado este país y para lo cual no se ha escatimado nada. (AFP)

En vísperas del XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh), la agrupación más grande del mundo con 89 millones de militantes, una exposición concita la atención en el centro de Beijing, la capital china.

Atraídos por la propaganda y por un título encantador y efectista – “Cinco años de avances animándonos el uno al otro”-, el Gobierno Chino muestra en un gigantesco recinto los progresos que bajo la conducción del presidente Xi Jinping, en el poder desde el 2012, ha dado este país y para lo cual no se ha escatimado nada.

Un ejército de anfitrionas y guías dan la bienvenida a los miles de chinos –desde pequeños hasta ancianos– que en estos días se han acercado hasta el Centro de Beijing Expo para regocijarse y henchirse de orgullo con lo que en pantallas gigantes y bien montadas exhibiciones se les muestra.

Ahí están los avances y cifras en la lucha anticorrupción, una de las banderas que ha enarbolado el régimen actual, y merced a la cual no solo se ha librado de funcionarios que delinquen sino también de potenciales figuras que hagan sombra o que no hayan sido leales al omnipotente Xi.

También están los pabellones de los logros económicos, de los avances en la lucha por un planeta sostenible, de los saltos en la seguridad social y cobertura de salud y, por supuesto, de los progresos en el campo militar que suscitan, acaso, la mayor asistencia.

Es seguro que el congreso del PCCh le otorgará a Xi un segundo mandato hasta el 2022. No hay quien lo opaque hoy y su imagen –mucho más poderosa que la de su antecesor Hu Jintao- puede acercarse a las figuras de culto y veneración que, en su momento, representaron para China tanto Mao Zedong como Deng Xiaoping.

El socialismo con peculiaridades chinas, como repiten como un mantra las autoridades y funcionarios del país, tiene a Xi Jinping como su guía excluyente, un mandatario que se ha insertado con mucho brío en la escena internacional y que dice que todavía tiene trabajo por hacer en la segunda potencia económica del planeta.

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