Pese a que típicamente se considera como cuestión central de seguridad de Corea del Sur el programa nuclear de Corea del Norte, en realidad los desafíos de una nación marítima como Corea del Sur son mayores. En este marco, las relaciones marítimas con sus vecinos cobran mucha relevancia, especialmente con el segundo gigante económico mundial, China.
La República de Corea, si consideramos que la Zona Desmilitarizada es una barrera infranqueable, es básicamente una “isla” con 2400 km de costa. Según el Informe del Banco Mundial 2018, el 44% de la economía surcoreana se deriva de exportaciones transportadas por mar mediante buques contenedores.
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Las principales preocupaciones en seguridad marítima de Seúl se relacionan con los actores regionales vecinos: Japón, Corea del Norte y China.
Los vínculos económicos con China son muy relevantes para Corea del Sur. El comercio de Seúl con Beijing representa más que el total sumado de su comercio con Estados Unidos y Japón. Según la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, “como la cuarta economía más grande de Asia, Corea del Sur exportó bienes valorados en más de US$136 mil millones a China en el 2019, representando un cuarto del total de sus exportaciones”.
Empero, Corea del Sur tiene preocupación respecto al creciente poder de China y a un posible choque de intereses entre Seúl y Beijing. Una de las fuentes de fricción estriba en el mar, especialmente la delimitación en el Mar Amarillo.
Ambos Estados son partes de la CDM (Convención de Derecho del Mar) de las Naciones Unidas desde 1996, y proclamaron una ZEE (Zona Económica Exclusiva) de 200 millas náuticas, lo que resultó en zonas superpuestas.
Las negociaciones bilaterales resultaron infructuosas. Seúl sostiene que la CDM, en su artículo 15, indica que, en caso de zonas superpuestas, la línea intermedia debería ser el límite marítimo. China arguye que la línea debería ser proporcional considerando su población más grande y su costa más larga.
Los barcos pesqueros chinos
La falta de acuerdo de delimitación creó otros problemas, siendo uno la pesca ilegal. La flota pesquera china, después de haber hecho sobrepesca en sus aguas nacionales, debe incursionar en aguas más lejanas para satisfacer su demanda creciente, llegando incluso a la ZEE de países sudamericanos. Sus buques regularmente cruzan ilegalmente aguas surcoreanas, incluyendo el mar territorial de 12 millas náuticas.
Dado que no existe arreglo de ZEE, Seúl y Beijing han alcanzado acuerdos sobre zonas pesqueras, límites de pesca y cantidades de barcos permitidos en la ZEE de cada país. En el 2018, ambas partes llegaron a otro pacto pesquero que establece reglas respectivas.
Pese a estos acuerdos, la pesca ilegal (principalmente de pesqueros chinos en aguas surcoreanas) sigue siendo un problema. Un estimado del Gobierno Surcoreano del 2014 calculaba que la pesca ilegal china en la ZEE surcoreana le costaba a Seúl más de mil millones de dólares.
Inquietante presencia naval
Aparte de esta controversia, China ha incrementado su presencia naval en el Mar Amarillo y ha enviado buques para monitorear actividades navales. Seúl teme que estas actividades de China tengan por finalidad fortalecer su posición negociadora en futuras conversaciones bilaterales de delimitación de la ZEE. Indica el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos: “Desde que la armada china ha expandido su capacidad, la vigilancia marítima se ha convertido en prioridad clave para varios Estados regionales”.
Otro problema se relaciona con la Roca de Socotra (que Seúl llama Ieodo). Este arrecife está más cerca de la costa surcoreana que de la china. Es una formación sumergida que esta 4 metros debajo del nivel del mar (en marea baja). Seúl y Beijing la reclaman como parte de sus ZEE.
En el 2013, China extendió su Zona de Identificación de Defensa Aérea en el Mar de China Oriental abarcando la Roca de Socotra, con lo que resurgió la cuestión de la jurisdicción sobre dicha roca. Esto motivó que Seúl extendiera su zona respectiva para abarcar la roca.
Debido a que se debe erigir un mundo basado en el ius imperium y no en el imperio de la fuerza, el Perú como país marítimo debe defender el principio de solución pacífica de controversias (Carta de la ONU, art. 2, par. 3, y art. 33), y exigir la aplicación del Derecho Internacional, incluyendo la Convención de Derecho del Mar. También se podría apoyar una futura conferencia multilateral de los países de la región, así como del APEC.
(*) Augusto Hernández es profesor Principal de la UNMSM (Universidad de San Marcos).
Miembro del CEAS (Centro de Estudios Asiáticos) de la UNMSM.
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