Personas con mascarillas faciales caminan por una calle de Beijing, China, el 11 de diciembre de 2022, en plena pandemia de coronavirus. (Noel CELIS / AFP).
Personas con mascarillas faciales caminan por una calle de Beijing, China, el 11 de diciembre de 2022, en plena pandemia de coronavirus. (Noel CELIS / AFP).
Agencia EFE

Beijing vive inmersa en su peor brote de desde que comenzara la pandemia, en gran parte por la repentina relajación de las estrictas medidas antipandémicas adoptadas por las autoridades tras las protestas en varias ciudades chinas ante el descontento por la política “cero covid”.

El pasado miércoles China anunció una serie de medidas que en lugar de reforzar las draconianas restricciones que rigen China desde hace casi tres años, aflojaron las condiciones en una clara intención de empezar a convivir con el virus.

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Estas novedades afectaron de lleno a las ciudades, como Beijing o Cantón (sur), que contabilizaban diariamente por miles los infectados.

La desaparición de las barreras artificiales creadas por las políticas del Gobierno chino ha provocado que la variante ómicron, más contagiosa y causante de la mayoría de los rebrotes en el país desde principios de este año, haya creado una situación inimaginable hace apenas unos meses.

CIFRAS IRREALES

La Comisión Nacional de Sanidad del gigante asiático informó hoy de 10.815 nuevos casos positivos en todo el país, de los cuales 1.661 se dieron en la capital.

Unas cifras en Beijing que llevan repitiéndose en mayor o menor medida desde la última semana de noviembre, aunque la evidencia sugiere que, en los últimos días, desde la relajación de las políticas anti-covid, hay muchos más casos no contabilizados en la ciudad.

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“En el grupo de Wechat - la aplicación de mensajería más usada en China - de la comunidad donde vivo, cada pocas horas un nuevo vecino manda un emoticono de una oveja, que estos días representa contagiado por la similitud en la pronunciación de ambas palabras”, confesaba a EFE una venezolana residente en la capital de 22 millones de personas en donde todos parecen conocer a alguien que contrajo covid.

La reducción de la frecuencia de las pruebas PCR a la población y la utilización de pruebas de antígenos en el hogar para detectar los casos positivos, infecciones en este último supuesto muchas veces no reportadas, han hecho que la situación real en la capital diste de las cifras oficiales aportadas por Beijing.

Además, los residentes en la ciudad deben enfrentarse a la escasez de pruebas de antígenos en las farmacias, lo que obliga en ocasiones a una espera de entre tres y cinco días para poder recibir los kits y testearse.

REAPERTURA ECONÓMICA

Desde que comenzara el actual brote en la capital china, la mayoría de los restaurantes y bares permanecieron cerrados, pero las tiendas y centros comerciales abiertos permitían algo de vitalidad en las calles.

Desde el pasado miércoles, con el anuncio de las nuevas medidas, muchos son los locales que han vuelto a abrir sus puertas en el concurrido barrio de Sanlitun tras semanas sin operar, pero hoy la afluencia de personas dista de ser la normal para un domingo.

Una situación, el aprender a convivir con el virus, que afectará positivamente a la economía del gigante asiático según defienden algunos expertos.

“La transición desde la ‘cero covid’ eventualmente permitirá que los patrones de gasto de los consumidores vuelvan a la normalidad, pero un mayor riesgo de infección mantendrá deprimido el gasto personal durante meses después de la reapertura”, afirmó en un comunicado Mark Williams, economista jefe para Asia de Capital Economics.

La economía de China puede crecer un 1,6 % en el primer trimestre de 2023 respecto al año anterior, y un 4,9 % en el segundo, según un análisis de Capital Economics.

Las restricciones dentro de la política ‘cero covid’ a nivel nacional casi han desaparecido, pero las fronteras internacionales siguen mayormente cerradas para los viajeros venidos desde el extranjero.

Los viajeros que entran en el país están sujetos a cinco días de cuarentena en instalaciones gubernamentales centralizadas y tres días adicionales de autocontrol en el hogar, aunque el monitoreo en las casas depende de las autoridades vecinales, cada vez más laxas, lo que crea una esperanza entre muchos residentes que llevan casi tres años sin salir de China a la espera de la desaparición de estas cuarentenas.

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