El año empieza con una nueva pelea entre China y el resto del mundo. La decisión de varios países -incluyendo Estados Unidos, Japón, India, Canadá y tres naciones de la Unión Europea- de imponer restricciones a los pasajeros que lleguen desde el gigante asiático ha vuelto a generar tensión ante el temor de que una nueva ola de COVID-19 se expanda por el planeta.
“Rechazamos firmemente que se usen los protocolos anticovid con fines políticos y tomaremos contramedidas en base al principio de reciprocidad”, expresó con molestia desde Beijing la portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning.
Una de las consecuencias del levantamiento de la política Covid cero, a inicios de diciembre, que rigió estrictamente la vida de los chinos durante casi tres años con el fin de evitar la propagación del coronavirus, es el aluvión de turistas chinos que pronto podrán salir de su país, justo cuando China padece una brutal ola de la variante ómicron, que ha disparado los casos de manera exponencial.
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A partir del 8 de enero, el COVID-19 dejará de ser una enfermedad de categoría A en China, el nivel de máximo peligro y para cuya contención se exigían las medidas más severas, para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo.
Esto significará que desde esa fecha los viajeros procedentes del extranjero ya no necesitarán hacer cuarentena a su llegada al país, lo que ha allanado el camino para que la población vuelva a salir de China después de tres años de casi no poder cruzar las fronteras.
Ante esto, países como Estados Unidos, Gran Bretaña, India, Japón, Canadá y varios de la UE impusieron medidas especiales a los viajeros procedentes de China, como pruebas negativas PCR.
“No creemos que estas medidas tengan base científica. Algunas de ellas son desproporcionadas y simplemente inaceptables”, agregó la vocera de la Cancillería china.
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La postura china es compartida por la misma Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), que engloba buena parte de las aerolíneas mundiales, que este miércoles rechazó las medidas especiales para los pasajeros provenientes de China.
El director general de la IATA, Willie Walsh, consideró que pedir pruebas a los pasajeros son “ineficaces” pues ya existen herramientas para gestionar la pandemia en los aviones. “Esto solo dañará la economía y destruirá puestos de trabajo”, comentó.
Restricciones europeas
Respecto a la Unión Europea, el bloque de 27 naciones ya está estudiando restricciones conjuntas a los viajeros que lleguen desde China.
Tras una reunión el martes de los funcionarios de salud de los Estados miembros, la UE apuesta por pedir pruebas PCR, así como llevar mascarillas en los vuelos desde China, el control de aguas residuales de los aviones, vigilar la entrada de nuevas variantes en los aeropuertos y mejorar la secuenciación del virus, entre otras medidas.
España, Francia e Italia ya anunciaron la semana pasada que recuperan la exigencia de un test negativo de COVID-19 para los viajeros procedentes de China.
En respuesta, Beijing rechazó una oferta de ayuda de la UE, incluidas donaciones de vacunas y provisiones médicas.
Pese a las recomendaciones que se analizan, el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC) publicó un informe este martes que señalaba que la subida de casos de coronavirus en China no representaba una amenaza inmediata para los países de la UE. “Las variantes que circulan en China ya circulan en la UE y, como tales, no suponen un desafío para la respuesta inmunitaria” de los ciudadanos de la UE, afirmó el centro en su último reporte de impacto, que puntualizó la alta inmunidad entre la población y los índices de vacunación.
Falta de transparencia
El brusco giro de China sobre su postura ante el COVID-19 también ha causado resquemores en la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), que desde la semana pasada no cesa de pedir a las autoridades sanitarias chinas que compartan información específica y en tiempo real sobre la evolución de la enfermedad, así como datos de hospitalizaciones y muertes.
Algo que niega Beijing, que insiste que siempre ha compartido su información sanitaria. “Desde el estallido de la pandemia hace tres años, China siempre se ha adherido a una actitud abierta y transparente, y ha mantenido intercambios pragmáticos y cooperado con la OMS y los países y regiones de todo el mundo”, expresó Mi Feng, portavoz de la Comisión Nacional de Salud de China.
En un impresionante cambio de discurso en apenas un mes, los medios estatales chinos siguen restando importancia a la gravedad de la ola del COVID-19.
“People’s Daily”, el periódico oficial del Partido Comunista, citaba el martes en un artículo a varios expertos chinos que afirmaban que la enfermedad causada por el virus era relativamente leve para la mayoría de la gente. “Las enfermedades graves y críticas representan entre el 3% y el 4% de los pacientes infectados ingresados actualmente en hospitales designados de Pekín”, escribió Tong Zhaohui, vicepresidente del Hospital Chaoyang de Pekín.
“Se ha hecho un ajuste de la narrativa, con la cual el Gobierno Chino ha estado difundiendo sus medidas”, señala a El Comercio el economista peruano y sinólogo Marco Carrasco, docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
En una drástica variación de perspectiva, el experto explica que ahora a la población se le pide que convivan con el virus.
“Hasta noviembre se manejaba esta idea de que el método más efectivo era controlar los casos, aislarlos y buscar un nivel de no expansión del Covid. Pero si bien esas políticas en el primer año de la pandemia fueron útiles, dada la realidad actual del mundo eso se ha desfasado en cuanto a su funcionamiento”, agrega.
El think-tank Eurasia Group ha criticado en un artículo esta nueva postura del presidente Xi Jinping: “Es poco probable que China pueda identificar una nueva variante debido a la reducción de pruebas y la secuenciación genética, y a reconocer enfermedades más graves debido a un sistema sanitario sobrecargado, así como informar de ello dado el historial de Xi en transparencia. Así, el mundo tendría poco o ningún tiempo para prepararse para un virus más mortal”.