Un vehículo aéreo no tripulado (UAV o dron) Elbit Systems Skylark I del ejército israelí despega cerca de la frontera con la Franja de Gaza en el sur de Israel el 21 de agosto de 2020, como parte de las operaciones de monitoreo en el área. (Foto de JACK GUEZ / AFP)
Un vehículo aéreo no tripulado (UAV o dron) Elbit Systems Skylark I del ejército israelí despega cerca de la frontera con la Franja de Gaza en el sur de Israel el 21 de agosto de 2020, como parte de las operaciones de monitoreo en el área. (Foto de JACK GUEZ / AFP)
/ JACK GUEZ
Agencia AFP

La adolescente Bissam, de , dice que le cuesta concentrarse con el zumbido constante de los drones militares israelíes que sobrevuelan el enclave palestino.

Cuando está en el estrecho apartamento familiar, la joven de 18 años dice sentir que “el dron está constantemente conmigo en mi habitación. La preocupación y el miedo no salen de nuestros hogares”.

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“A veces tengo que ponerme la almohada en la cabeza para no escuchar el zumbido”, contó Bissam, quien dice que el ruido le da dolor de cabeza.

Los aparatos de vigilancia no tripulados se han convertido en parte integral del bloqueo israelí de 15 años sobre el empobrecido enclave, y 2,3 millones de palestinos soportan el zumbido incesante.

Bissam, cuya familia pidió no revelar su apellido por motivos de seguridad, dijo que el zumbido junto al ruido de la calle crean una cacofonía insoportable.

“De noche intento repasar las lecciones para mis exámenes, pero no puedo leer por este molesto escándalo”, comentó en el apartamento de Ciudad de Gaza que comparte con sus padres y cinco hermanos.

Cada mes, los drones de Israel realizan 4.000 horas de vuelo sobre Gaza, el equivalente a cinco aparatos permanentemente en el cielo, indicaron las fuerzas armadas a AFP.

Los drones “recogen información las 24 horas del día”, indicó Omri Dror, comandante de la base aérea israelí Palmachim, desde donde despegan los aparatos.

Uso creciente

Durante la guerra de 11 días de mayo de 2021 entre Israel y militantes de Gaza, el ejército israelí utilizó 25 drones en 6.000 horas de vuelo para monitorear permanentemente el territorio, según información del ejército.

Intensificó esa presencia durante el conflicto de tres días en agosto de este año, con 30 drones que volaron más de 2.000 horas.

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Rim, la madre de Bissam, dice que se esfuerza por tranquilizar a sus hijos cuando sobrevuelan los drones, que hacen temer un ataque aéreo israelí incluso cuando no hay un conflicto activo.

“Yo estoy igual de asustada que ellos. ¿Cómo voy a tranquilizar a mis hijos?”, preguntó la mujer de 42 años.

El estruendo sobre la casa familiar es especialmente agudo debido a su proximidad con la base de las Brigadas al Qassam, brazo armado de Hamas, que gobierna Gaza.

“Los chicos duermen intermitentemente. Nos despertamos, nos dormimos y nos volvemos a despertar”, comentó Rim.

Siempre el dron

En Jan Yunis, sur de Gaza, la psiquiatra Iman Hijjo atiende a palestinos cuyo trauma por el conflicto se desencadena con el sonido de los drones israelíes.

Israel y Hamas han librado cuatro guerras en los últimos 15 años.

“Cuando un insecto se mueve a tu alrededor lo puedes espantar, pero a un dron no”, indicó Hijjo, quien consideró que la situación crea un “sentido de impotencia”.

“Los drones mantienen los cielos de Gaza cerrados, sin un horizonte de esperanza”, comentó.

Los niños sufren “miedo y ansiedad” como resultado directo de los drones”, sostuvo Hijjo, quien lamenta la falta de investigación científica para determinar sus efectos de largo plazo.

“Los niños necesitan sentirse seguros para desarrollarse”, comentó el también psiquiatra Sami Oweida. “Pero con la presencia de drones en el cielo, esos sentimientos no florecen”.

Los aparatos no tripulados son tan omnipresentes que algunos artistas los han incluido en sus obras.

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El “sonido de drones volando sobre mi familia y amigos detiene los juegos, la conversación y la risa”, escribió el poeta Mosab Abu Toha en su reciente colección en lengua inglesa “Cosas que puedes encontrar ocultas en mi oído”.

Dijo a AFP que “el zumbido de los drones y las incursiones intermitentes de los (caza) F16 se han vuelto parte integral de nuestras vidas”.

“Yo escribo sobre el cielo, el mar, las nubes, la puesta del sol, mis hijos, mis vecinos”, agregó. “Pero siempre está el dron allí, nunca nos deja”.

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