Taiwán se prepara para vivir mañana sábado una de las elecciones presidenciales más inciertas de su historia, marcadas por la escasa distancia entre los tres candidatos en liza y el recrudecimiento de las relaciones con China, que considera la isla una provincia rebelde.
Desde la culminación de la transición democrática en 1996, Taiwán ha vivido ocho elecciones presidenciales, y en pocas ha habido tanta igualdad entre los candidatos: el aspirante del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP), William Lai (Lai Ching-te), parte como teórico favorito, seguido muy de cerca por los opositores del Kuomintang (KMT), Hou Yu-ih, y del Partido Popular de Taiwán (PPT), Ko Wen-je.
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La prohibición de difundir encuestas desde el pasado 2 de enero hace que resulte difícil establecer las distancias reales entre cada uno de los aspirantes, que este viernes cierran sus campañas con sendos actos multitudinarios en Taipéi (Ko) y Nueva Taipéi (Lai y Hou).
De fondo, la incierta respuesta de Pekín, cuyas autoridades han criticado duramente al candidato del PDP y actual vicepresidente de la isla, tachándole de “separatista” y de “carecer de integridad moral”.
Tres candidatos, dos formas de relación con China
Aunque los tres candidatos son favorables al mantenimiento del statu quo, por el que Taiwán no ha declarado formalmente la independencia pero tampoco es gobernado directamente por China, estas elecciones pondrán a prueba dos modelos de relación con el continente: el esgrimido por el PDP, más próximo a tesis soberanistas, y el defendido por el KMT y el PPT, que apuestan por retomar el diálogo con Pekín para garantizar la paz en el estrecho.
En opinión de Weng-ti Sung, experto en Taiwán de la Universidad Nacional Australiana, una victoria del PDP “probablemente se enfrentaría a la crítica retórica de Pekín, sanciones económicas selectivas contra exportaciones taiwanesas y demostración de fuerza”, movimientos que buscarían mostrar el “descontento” de China y “anclar” los términos de la relación entre ambos Gobiernos.
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“El PDP ha dejado claro que en el espectro de las relaciones entre Estados Unidos y China, el PDP duplicará sus esfuerzos por los vínculos entre Estados Unidos y Taiwán”, asegura Sung en una conversación con EFE.
En contraste, Pekín parece más inclinado a conceder “el beneficio de la duda” al candidato del nacionalista KMT, “al menos en el corto plazo”, lo que podría redundar en mayores intercambios económicos y en la reactivación de “conversaciones significativas a nivel de trabajo”.
“Pero la victoria del KMT no cambiará el objetivo estratégico a largo plazo de Pekín de absorber a Taiwán”, sostiene el experto.
Por ello, los tres candidatos coinciden en la propuesta de ampliar las capacidades militares de Taiwán como única forma de disuadir a China: Lai propone avanzar en la transición del Ejército hacia una “fuerza de combate asimétrica”, Hou pretende subir los sueldos de los soldados voluntarios y Ko aboga por subir el presupuesto de defensa hasta un récord del 3 % del PIB.
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Denuncias de injerencia china
Desde que comenzó la campaña electoral, el Gobierno taiwanés ha reiterado sus denuncias por los presuntos intentos del Partido Comunista de China (PCCh) de influir en el resultado electoral mediante campañas de desinformación, viajes subvencionados de taiwaneses al continente o presión militar, entre otras estrategias.
Sin embargo, Pekín no cuenta con “grandes herramientas para influir en los votos de Taiwán”, asegura Sung, que ve en la “coerción económica” y en las sanciones comerciales selectivas los instrumentos de presión más útiles de China.
De hecho, el Gobierno chino suspendió a principios de año los beneficios arancelarios incluidos en el Acuerdo Marco de Cooperación Económica (ECFA, por sus siglas en inglés) para doce productos taiwaneses, incluidos el propileno y el paraxileno, ante las restricciones comerciales “unilaterales” y “discriminatorias” de Taipéi.
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Unas sanciones que podrían suponer un “arma de doble filo” para China, advierte Sung, que ve en ellas un posible catalizador del “sentimiento nacionalista” taiwanés.
“El daño económico de las empresas taiwanesas perjudicadas por los cambios arancelarios puede tardar un tiempo en sentirse y probablemente no se materializará hasta después de las elecciones. Por lo tanto, el intento de coerción puede llevar a más votantes a respaldar a los candidatos más nacionalistas, todo lo contrario del objetivo político de Pekín”, apunta el investigador.
En este contexto acudirán a las urnas más de 19 millones de taiwaneses este sábado, en una votación que se extenderá entre las 8.00 y las 16.00 horas locales (00.00 y 08.00 GMT) y en la que también se elegirá al nuevo Yuan Legislativo (Parlamento), clave en los equilibrios de poderes en la isla.
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