Esta semana, durante su visita oficial a Corea del Sur, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, aseguró que su país está vigilando “de cerca y con atención” las posibles transferencias de armamento y tecnología entre los regímenes de Rusia y Corea del Norte.
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Esta declaración se suma a una seguidilla de pronunciamientos y advertencias lanzadas desde Washington hacia Moscú y Pyongyang a lo largo del año ante el evidente acercamiento que se ha acentuado durante la guerra en Ucrania.
“En cuanto al apoyo que Rusia está brindando de vuelta a la República Popular Democrática de Corea (nombre oficial de Corea del Norte), es algo que estamos observando muy de cerca y con atención (...) Nos preocupa mucho cualquier apoyo a los programas de misiles balísticos de Corea del Norte, a su tecnología nuclear, a su capacidad de lanzamiento espacial”, dijo Blinken durante una rueda de prensa celebrada al término de su encuentro con su homólogo surcoreano, Park Jin, en Seúl.
En la reunión, Blinken y Park discutieron la llamada estrategia de disuasión ampliada para contrarrestar las amenazas de Corea del Norte, que implica el uso de activos militares estadounidenses, incluidas sus fuerzas nucleares, para protegerse de ataques, y mejorar la cooperación con Japón.
Los nipones, importante aliado de Estados Unidos en la zona, también se encuentran directamente amenazados por las ambiciones bélicas norcoreanas.
“Lo que el secretario Blinken teme es que Corea del Norte haya comenzado o empiece a darle pronto armamento a Rusia para que pueda usarlo en la guerra contra Ucrania. A cambio, Rusia le daría a Corea del Norte tecnología para mejorar la calidad de su armamento. La industria armamentista norcoreana es bastante grande y sigue su doctrina de ser lo más autosuficiente posible. De esa forma, Rusia obtendría ventaja en su guerra contra Ucrania y Corea del Norte tendría armamento de mejor calidad por si eventualmente decide atacar a su vecino del sur. Ambos potenciales objetivos son aliados de Estados Unidos y en ello reside la preocupación”, explica a El Comercio el analista internacional Roberto Heimovits.
- Cada vez más cerca -
En julio, Sergei Shoigu se convirtió en el primer ministro de Defensa ruso en visitar Corea del Norte desde la desintegración de la Unión Soviética. En aquella oportunidad Shoigu asistió a las celebraciones por el aniversario 70 del armisticio coreano y luego de participar de los eventos oficiales fue guiado por el propio Kim Jong-un a una exposición de misiles y armamento.
Durante esa visita, Shoigu insinuó que Rusia y Corea del Norte podrían empezar a realizar ejercicios conjuntos similares a los que realizan los ejércitos estadounidense, surcoreano y japonés, y que suelen generar picos de tensión con el régimen norcoreano.
A esto se sumó una reunión que sostuvieron Kim y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en septiembre en la ciudad de Vladivostok, ubicada en el extremo oriente del gigantesco país euroasiático. En dicha cumbre, ambos líderes habrían negociado las condiciones para el intercambio de armas y tecnología militar.
Washington y Seúl han denunciado que Pyongyang ha enviado un millón o más de rondas de artillería y demás equipamiento militar a Moscú para que lo emplee en la guerra en Ucrania, un acuerdo que quedó aparentemente cimentado en la cumbre de septiembre.
Pese a que ni Rusia ni Corea del Norte confirmaron oficialmente haber iniciado una cooperación militar, luego de su reunión se deshicieron en elogios mutuos. Además, desde el inicio de la invasión a Ucrania, Rusia cambió en su postura en el Consejo de Seguridad de la ONU respecto a las sanciones que desde hace años se mantienen sobre Corea del Norte por su programa de armas nucleares.
Pese a que el 40% de su población vive por debajo de la línea de pobreza y lleva más de una década aquejada por una terrible hambruna, Corea del Norte no deja de poseer uno de los mayores presupuestos militares del mundo. Solo en el 2022, por ejemplo, gastó alrededor de 650 millones de dólares en pruebas armamentísticas.
“Es un país ciertamente pobre pero que dedica una parte sustancial de sus recursos a la fabricación y almacenamiento de armamento. No es seguro pero sí posible que cuenten con excedentes de municiones y artillería, las cuáles podría destinar a Rusia. Es poco probable que pueda brindar otro tipo de armamento, como tanques o aviones de combate, porque los que tiene son bastante anticuados”, explica Heimovits.
- Influencia regional (y más allá) -
Es complicado predecir qué alcance tendría la nueva cooperación entre Rusia y Corea del Norte. Y, sobre todo, hacia qué camino impulsaría al peligroso Kim Jong-un. Lo cierto es, sin embargo, que una eventual decisión de atacar a sus vecinos del sur representaría un problema que se extendería mucho más allá de la península.
Por ello, no sorprendió que Blinken y Park hablaran sobre “pasos para cumplir con las promesas de la Declaración de Washington” -firmada por ambos países este año para fortalecer mecanismos de disuasión contra Corea del Norte-, incluyendo el funcionamiento del Grupo de Consulta de Nuclear (NGC).
El NGC es un mecanismo bilateral para coordinar respuestas estadounidenses a posibles ataques de Corea del Norte, incluyendo la opción nuclear.
“Yo creo que en principio habría más ejercicios militares porque el entrenamiento es la base de la preparación de todo ejército. Podría entenderse también como preposicionar más armamento estadounidense en Corea del Sur para poder tenerlo disponible más pronto frente a un eventual ataque. Pero también puede incluir que Corea del Sur y Japón cooperen de forma más estrecha en el plano militar. No olvidemos que Japón y Corea del Sur fueron enemigos históricos porque los nipones ocuparon la península entre 1895 y 1945, pero ante la amenaza común como una Corea del Norte más fuerte podrían cooperar más”, opina Heimovits.
La influencia norcoreana, sin embargo, se habría extendido más allá de Asia. Tras la reunión del jueves 9, el canciller Park advirtió que Seúl está analizando detenidamente la posible conexión entre Corea del Norte y el grupo islamista Hamás, después de que miembros de su brazo armado hayan sido vistos portando lanzacohetes antitanque similares a los que fabrica Pyongyang basándose en un diseño soviético.
“Si esa conexión se confirma, el Norte debe ser castigado proporcionalmente”, dijo Park.
Al respecto, Heimovits no considera que nuevas sanciones conllevarían a “verdaderas consecuencias” para los norcoreanos. “Hay tantas sanciones contra Corea del Norte que no podría asegurar el grado de efectividad que tendría sumarle otras más. Sin embargo, mostraría lo peligroso que son los norcoreanos porque tiene el potencial de inmiscuirse en conflictos regionales que ocurren a más de 10 mil kilómetros de su país. Habrá que esperar si las fuentes militares israelíes confirman que se capturó armamento norcoreano en posesión de Hamás. Podría ser que Corea del Norte lo haya hecho llegar a través de Irán, eso es posible”, advierte.
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