La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, y su homólogo china, Xi Jinping. (Foto: SAM YEH / ANTHONY WALLACE / AFP).
La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, y su homólogo china, Xi Jinping. (Foto: SAM YEH / ANTHONY WALLACE / AFP).
Agencia EFE

La guerra de Ucrania ha hecho saltar las alarmas en Asia, con división de posturas en un conflicto llamado a polarizar a los países de una región con puntos calientes como y en la que y se miden las fuerzas.

Pese a la distancia, los países asiáticos siguen con nerviosismo y división de pareceres la evolución de la invasión de Rusia a Ucrania, muy en función de sus vínculos no solo con Moscú, sino con su aliado Beijing y con Washington.

Los socios de Estados Unidos, entre ellos Japón y Corea del Sur, con quienes tiene sendos tratados de defensa, han sido más rápidos en condenar la escalada de violencia y se han sumado a las sanciones internacionales contra Rusia, con la mirada puesta en sus propias fuentes de tensión.

En Corea del Sur, el excandidato a la presidencia Ahn Cheol-soo urgió sobre la necesidad de un acuerdo de cooperación nuclear con EE. UU., ante la eterna amenaza norcoreana; por su parte, Shinzo Abe, ex primer ministro de Japón, país que se disputa islas con China y Rusia, exhortó a Washington a abandonar su política de “ambigüedad estratégica” sobre Taiwán y aclarar si defenderá a la isla si Beijing ataca.

“Lo que está por ver es si, además de que se visibilicen aún más las tensiones y alianzas, las primeras se harán más contenciosas”, dice a Efe Ja Ian Chong, profesor de ciencias políticas en la Universidad Nacional de Singapur, en referencia a los principales puntos calientes del continente: Taiwán, el mar de China Meridional, Corea del Norte y las disputas fronterizas entre China e India.

ESPECIAL PREOCUPACIÓN EN TAIWÁN

Taiwán es, sin duda, uno de los asuntos de mayor preocupación, ante el aumento de amenazas por parte de Beijing , que considera a la autogobernada y democrática isla parte incuestionable de su territorio, y nunca ha descartado un ataque bélico para ocuparla, alardeando de que le llevaría solo 24 horas lograrlo.

Es de prever que la invasión de Ucrania, más dificultosa de lo que Rusia en principio habría anticipado ante la feroz defensa del ejército y la población local, está siendo seguida de cerca por Beijing: “Si el conflicto acaba rápido y nada cambia, entonces China puede pensar que un ataque es aceptable”, apunta Ja Ian Chong.

“Si perdura y se estanca, y Rusia acaba siendo un paria, entonces los chinos afrontarían la situación en Taiwán con más cautela. Pero si el conflicto se alarga y la atención se acaba disipando, Beijing podría pensar que tiene oportunidad de atacar”, añade.

Por su parte, Euan Graham, analista senior del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) apunta que China podría estar “tomando nota de los errores de Rusia en Ucrania para no cometerlos en caso de ataque a Taiwán”, dice a Efe.

La región se replantea cuáles son sus estrategias y aliados en caso de un conflicto que podría estallar en otros frentes, como el mar de China Meridional, que Beijing reclama en casi su totalidad y en donde se disputa varias islas con países del sudeste asiático, entre ellos Filipinas, que tiene un acuerdo de defensa mutua con Estados Unidos.

DIVISIÓN EN LA ASEAN

La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se muestra no obstante dividida en cuanto a su posicionamiento en el conflicto de Ucrania; Singapur, una pequeña isla que atesora su capacidad de defensa en caso de ataque de un vecino mayor como Malasia, ha sido el más firme al anunciar sanciones contra Moscú, seguido por condenas a la invasión por parte de Indonesia y Filipinas.

Pero en conjunto la asociación, con lazos de seguridad con EE. UU. y económicos con China, su mayor socio comercial, así como una fuerte dependencia de Rusia en la importación de armas, se abstuvo de condenar a Moscú en un comunicado emitido el sábado.

Una neutralidad que también ha defendido India, país enfrentado a China en su frontera oriental y enemistado con un poder nuclear como Pakistán en el oeste, que ha hecho malabares para preservar sus lazos con EE. UU. y su amistad con Rusia.

“Para muchos analistas occidentales, la defensa de Ucrania es el último intento de preservar el orden de después de la II Guerra Mundial: un orden eurocéntrico que ha marginado al mundo en vías de desarrollo”, apunta Rupa Subramanya, analista de la Fundación Asia-Pacífico de Canadá en Nikkei.

“Hoy, países como India y China están ya mirando cómo diseñar un nuevo orden mundial que reconozca la primacía de Asia en el siglo XXI y sus realidades económicas y geopolíticas. La batalla por Ucrania puede ser la última batalla del siglo XX”, añade.

Una visión que en parte suscribe Euan Graham: “Es aún pronto, pero China podría ser el ganador de esta situación, ya que el hecho de que EE. UU. esté distraído le resta presión, y por otro lado Rusia se hará más dependiente de China económicamente”, considera.

EE. UU., que lleva años defendiendo el giro hacia Asia en su política exterior, manda señales de que sigue pendiente de la zona, y una delegación liderada por Mike Mullen, expresidente del Estado Mayor Conjunto, reiteró esta semana en Taiwán que Washington mantiene su “compromiso” con la isla, a la que el presidente Joe Biden aseguró que defenderían en caso de ataque de Beijing.

Indirectamente, la guerra en Ucrania puede acabar reforzando a una de las grandes potencias mundiales en su pulso por el Indo-Pacífico, su principal tablero de juego hasta ahora.

Ja Ian Chong cree por su parte que si China, observada mundialmente por su rol de posible mediador en Ucrania, queda asociado a la barbarie, con ataques deliberados a civiles y amenaza de uso de armas nucleares por parte de Moscú, esa agresividad “le puede dejar sin muchos aliados en la región, que preferirán sentarse en el banquillo antes que elegir bandos”.

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