Indonesia es conocida por sus playas paradisiacas, como las de Bali, Benoa y Kuta. Sin embargo, en ese mismo país de aguas turquesas existen costumbres y leyes que se usan para criminalizar la homosexualidad, y que llegan a límites insospechados.
Por ejemplo, se acaba de conocer el caso de dos soldados locales que, por mantener relaciones, fueron condenados a siete meses de prisión. Como si fuera poco, su supuesto “comportamiento inapropiado” también fue sancionado con su expulsión de la institución militar.
Según AFP, “aunque la homosexualidad está prohibida para las fuerzas armadas, es legal para los civiles en el país musulmán más poblado del mundo, con excepción de la conservadora provincia de Aceh”.
Sin embargo, hay pruebas de que esa postura no solo se circunscribe al ámbito castrense.
El peruano que perdió la vida
El 11 de agosto de este año, Rodrigo Ventocilla murió mientras era custodiado por la policía turística de Bali. Según la BBC, el activista transgénero fue detenido en el aeropuerto porque supuestamente se “encontraron artículos sospechosos en su equipaje y fue arrestado por presunta posesión de drogas”.
Su familia, sin embargo, denunció que se trató de “discriminación racial y transfobia” porque, como se recuerda, Ventocilla viajaba con su esposo Sebastián Marallano, quien “que llegó en un vuelo diferente y fue también detenido cuando intentó auxiliar[lo]”.
La cancillería peruana se comunicó con el consulado del otro país y sostuvo que los problemas se dieron a raíz de que en su equipaje hallaron “objetos que contenían restos de cannabis, así como diversos productos elaborados con dicha sustancia”.
La versión se puede cuestionar con un breve repaso a la historia reciente.
Persecución y maltrato
Hacia el 2018, “El País” titulaba: “Indonesia es cada vez más peligroso para los homosexuales”. Entonces se debatía en el Parlamento enmendar el código penal para “criminalizar el sexo gay y prematrimonial”. “La idea del Gobierno es que si se criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, los radicales dejarán de perseguirlos y los ataques contra la comunidad dejarán de aumentar”, advirtió el medio.
Y agregó:
“La homosexualidad está perseguida por la ley en una sola provincia de Indonesia, aunque el ataque social contra las personas LGTB se está llevando a cabo en todo el país. En Aceh rige una versión estricta de la ley islámica (sharia) y las relaciones sexuales entre homosexuales se pueden penalizar con castigos físicos”.
Como los dos homosexuales que fueron azotados 85 veces ese año.
Hacia el 2020, “El País” también destacaba que Indonesia estaba a punto de legalizar tratamientos de rehabilitación para homosexuales y transgéneros. Uno de ellos sería el exorcismo.
Ni hablar del caso de Kristen Gray, una estadounidense nómada digital que vio en Bali un paraíso. En el 2021, ella publicó en Twitter que la isla toleraba a los gays, por lo que fue deportada por “diseminar información perturbadora para la comunidad”.
Se equivocaba. En setiembre del 2020, anota la Deutsche Welle, 9 hombres fueron detenidos por “organizar una fiesta sexual gay bajo la acusación de violar varias leyes contra la pornografía y actos obscenos”.
Al respecto, Amnistía Internacional escribió:
“En Indonesia, las personas LGBTI son a menudo objeto de acoso, intimidación, criminalización e incluso homicidios sólo por su orientación sexual, e identidad y expresión de género. En los últimos años, los actos de intimidación, agresión y discriminación contra personas LGBTI en Indonesia han aumentado después de que varias autoridades hicieran declaraciones inexactas o engañosas sobre la base de “defender la moral pública y la seguridad pública del país’”.
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