Bagdad. El número de muertos por las protestas que desde el viernes se registran en Irak ha aumentado a 63 y el de heridos a cerca de 2.600, mientras que los antidisturbios han irrumpido en la plaza Tahrir de Bagdad para desmantelar las carpas y las autoridades han cortado la electricidad en el área.
Una fuente del Ministerio de Interior que pidió el anonimato confirmó a Efe que se ha cortado la electricidad a los manifestantes de Tahrir y que las fuerzas de seguridad han entrado a la parte en la que se encuentran para retirar las tiendas en las que pretendían dormir por segunda noche.
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La protesta, inédita por su carácter espontáneo, tuvo dos episodios. El primero, entre el 1 y el 6 de octubre, se saldó oficialmente con 157 muertos, casi todos manifestantes. El segundo, iniciado el jueves por la noche después de una interrupción de 18 días, mientras se produjo la más importante peregrinación chiita, ha causado hasta ahora 63 muertos, según la Comisión Gubernamental de Derechos Humanos y fuentes médicas y policiales.
En las últimas horas, la movilización dio un giro y tuvo como blanco decenas de sedes de partidos, oficinas de diputados y sobre todo los lugares de reunión de grupos armados de las Fuerzas de Movilización Popular, una coalición de paramilitares dominada por milicias chiitas proiraníes y aliadas del gobierno de Irak.
Según los expertos, milicianos infiltrados entre los manifestantes serían responsables en parte de esta violencia que tendría por objetivo ajustar viejas cuentas entre grupos armados.
“La ira se dirige contra ellos porque son ellos el escaparate del régimen”, dice el investigador Harith Hasan del Centro Carnegie Middle East.
Estas protestas violentas no llegaron a Bagdad, donde los manifestantes de la plaza Tahrir, cercana a la zona verde, donde tienen su sede el Parlamento y la embajada de Estados Unidos, aseguran que su movimiento contra la clase dirigente es pacífico.
El sábado, tres personas murieron al ser alcanzadas por los disparos de los guardias de la casa del jefe de seguridad del Consejo provincial de Zi Qar, en el sur, que los manifestantes trataban de incendiar, indicó la Comisión Gubernamental para los Derechos Humanos.
En Bagdad, tres manifestantes también perdieron la vida, mientras que decenas de ellos trataban de cruzar el puente Jumhuriya, que conecta la plaza Tahrir con la Zona Verde, donde se ubican el Parlamento y la embajada de Estados Unidos, según la citada comisión.
Fuentes médicas explicaron que murieron por el impacto de granadas lacrimógenas y aturdidoras, que la víspera acabaron con la vida de otros manifestantes.
Tras haber pasado la noche en la plaza Tahrir, cientos de iraquíes siguieron ocupándola el sábado, asegurando en todo momento que su movilización es pacífica.
El viernes, la violencia causó la muerte de 42 personas. Entre los muertos de las últimas 48 horas, más de una veintena fallecieron en incendios y ataques en el sur. Un nivel de violencia que no se alcanzó en Bagdad.
La misión de la ONU en Irak (Manui) se declaró “muy preocupada por las entidades armadas que buscan poner en peligro la estabilidad en Irak”.
En varias ciudades del sur, se celebraron manifestaciones que acabaron siendo dispersadas por los toques de queda impuestos “hasta nueva orden”.
“Basta”
El jueves, el primer ministro Adel Abdel Mahdi pidió que se reforme el sistema de atribución de puestos de los funcionarios y que se rebaje la edad mínima para ser candidato en un país donde el 60% de la población tiene menos de 25 años.
“Dijeron a los jóvenes: ‘volved a vuestras casas, vamos a daros una pensión y a encontrar soluciones, pero era una trampa”, lamentaba una manifestante.
El gran ayatolá Ali Sistani, la autoridad chiita más importante de Irak, pidió reformas y una lucha más eficaz contra la corrupción, mientras el líder político y religioso chiita Moqtada Sadr, que a principios de octubre pidió la dimisión del gobierno, amenazó con sacar a la calle a los milicianos.
“Sadr, Sistani... ¡Qué vergüenza!”, lanzó un manifestante, que explicó que estaba en las calles “porque no tiene dinero”. “Pero ellos nos responden con granadas. ¡Basta!”.
En este momento, uno de cada cinco iraquíes vive bajo el umbral de pobreza y el desempleo juvenil supera el 25%, según cifras del Banco Mundial.
“Basta ya. Los robos, los saqueos, las mafias... Basta. ¡Váyanse!”, afirmaba otro manifestante.
No muy lejos de allí, los diputados debían reunirse para debatir sobre “las reivindicaciones de los manifestantes, las decisiones del Consejo de ministros y la aplicación de las reformas”, según el orden del día publicado.
Las autoridades iraquíes prometieron llevar a cabo reformas tras la sangrienta semana de manifestaciones registrada a principios de mes. Pero hasta el momento, el parlamento se ha visto paralizado por las divisiones internas y las sesiones precedentes, que iban a desembocar en cambios en diferentes ministerios, fueron anuladas o aplazadas por falta de cuórum.
Fuente: AFP / EFE