El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y Benny Gantz, líder centrista azul y blanco y socio de Netanyahu en su nuevo gobierno de unidad, usan máscaras mientras hablan durante una ceremonia de juramento del nuevo gobierno, en la Knesset, el parlamento de Israel. (Reuters/Amos Ben Gershon).
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y Benny Gantz, líder centrista azul y blanco y socio de Netanyahu en su nuevo gobierno de unidad, usan máscaras mientras hablan durante una ceremonia de juramento del nuevo gobierno, en la Knesset, el parlamento de Israel. (Reuters/Amos Ben Gershon).
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Agencia AFP

El Parlamento se disolvió este miércoles a medianoche, por lo que se convocarán nuevas elecciones, las cuartas en dos años, confirmando la imposible unión de y Benny Gantz en un mismo gobierno.

La unión forzada duró poco. Ocho meses como mucho, antes del divorcio y el retorno a la campaña electoral, esta vez con la pandemia de covid-19 y el proceso por corrupción del primer ministro, Benjamin Netanyahu, como telón de fondo. Según lo previsto, los comicios se celebrarán a finales de marzo.

El miércoles a medianoche, la Knéset quedó disuelta después de que el gobierno “de unión y de emergencia”, formado en abril por Benjamin Netanyahu y su otrora adversario Benny Gantz, no lograran alcanzar un acuerdo sobre los presupuestos del Estado.

Tras tres comicios legislativos que no dieron un vencedor claro entre Netanyahu y Gantz, los dos candidatos decidieron enterrar el hacha de guerra en abril para hacer frente a la pandemia del covid-19, formando un Ejecutivo de unidad que ponía fin a la crisis política más larga de la historia del país.

El acuerdo incluía una rotación en el puesto de primer ministro y estipulaba que el gobierno adoptaría un único presupuesto para dos años (2020 y 2021), pero el partido Likud, de Netanyahu, propuso votar dos presupuestos diferentes, lo que la formación centrista Azul y Blanco de Gantz rechazó.

Este punto se convirtió en el talón de Aquiles de la coalición y también, según la prensa israelí, en el detonante de las tensiones entre Netanyahu y Gantz.

Para evitar que se cumpliera el plazo y se tuvieran que convocar nuevas elecciones, la formación de Benny Gantz hizo una propuesta de último minuto: votar dos presupuestos separados, uno a finales de diciembre y otro a principios de enero.

Pero la idea no prosperó y este martes los diputados la rechazaron con 47 votos a favor y 49 en contra.

Nadie sale indemne

Así las cosas, el antiguo jefe del ejército Benny Gantz, que no logró ser investido primer ministro ni que se adoptaran sus reformas en la Justicia, ha visto además diluirse sus apoyos y su formación se desintegra.

“Se ha visto forzado a rendirse a su propia rendición”, apuntó la columnista Sima Kadmon en el diario Yediot Aharonot, el más vendido de la prensa israelí.

“Quizás ha llegado el momento para él de decir simplemente: lo intenté. Quise hacerlo. Fracasé. Me retiro”, agregó, calificando a Gantz de “contorsionista”.

Pero, si el general Gantz perdió esta batalla política, Benjamin Netanyahu tampoco salió indemne de los últimos meses, confrontado a la dispersión de sus tropas a medida que se acerca su comparecencia, a principios de 2021, en su juicio por corrupción, el primero de la historia de Israel contra un jefe de gobierno en el cargo.

Su exministro de Educación y del Interior, Gideon Saar, anunció en diciembre la creación de su propia formación Tikva Hadasha (Nueva Esperanza), abiertamente escorada a la derecha, y a la que los sondeos otorgan la segunda posición en intención de voto.

Aunque el Likud lidera las encuestas, la aparición de este nuevo partido y el ascenso de la formación de derecha radical Yamina de otro exministro, Naftali Bennett, le restarían votos a Netanyahu y podrían complicar el juego de las alianzas poselectorales.

Además, si bien los últimos comicios fueron prácticamente duelos Netanyahu-Gantz, “la desintegración del partido Azul y Blanco cambió la dinámica”, consideró Yohanan Plessner, director del Instituto Democrático de Israel, un centro de análisis de Jerusalén.

El resultado de esto, según él, es que “ya no [se] sabe quién es el principal oponente” de Netanyahu, cuya campaña electoral coincidirá con la de vacunación contra el covid-19. Un virus que, hace tan solo unos meses, favoreció su unión con Benny Gantz.

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