La masacre de la plaza de Tiananmen cumple este sábado 33 años entre el recuerdo de los familiares de las víctimas, el silencio habitual en Beijing y la prohibición en Hong Kong de la tradicional vigilia conmemorativa.
Por tercer año consecutivo, los hongkoneses no pudieron reunirse en el parque Victoria -amaneció completamente acordonado- donde solía celebrarse la conmemoración más grande del mundo de este evento histórico.
La presencia policial alrededor del reciento, situado en la isla de Hong Kong, era ya visible desde el viernes por la noche, cuando sus secciones principales cerraron a cal y canto hasta el domingo para evitar reuniones no autorizadas.
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El fuerte despliegue policial incluía salidas de metro, calles aledañas y las afueras de un conocido centro comercial cerca del parque.
Los agentes tomaban esta mañana la identificación a transeúntes vestidos de negro e instaba a quienes tomaban fotografías desde fuera a que abandonaran el lugar.
Aquel 1989, mucha gente en el entonces Hong Kong colonial británico apoyó el movimiento de protesta desatado en Beijing y, durante 30 años sin interrupción realizó una vigilia con velas en el parque para conmemorar a las víctimas de la sangrienta represión y pedir mecanismos democráticos en China.
Incluso después de que la soberanía fuera entregada al país asiático en 1997, Hong Kong pudo albergar el histórico evento en virtud de su estatus semiautónomo que lo distingue del resto de China continental.
Cada año participaban en él miles de personas, hasta que en 2020 y en 2021 la Policía hongkonesa prohibió la vigilia aduciendo la pandemia, algo que no impidió que algunos activistas desafiaran el veto y se presentaran en el parque, tras lo cual fueron posteriormente encarcelados.
Este año, la Policía hongonesa ha vuelto a invocar “preocupaciones de salud” por la covid para cancelar el evento, pero también ha enfatizado que “algunas personas han estado usando las redes sociales para difundir discursos de odio contra el Gobierno” e “incitar a la gente a acudir al parque para participar en asambleas no autorizadas”.
Desde el jueves, el cuerpo ha venido advirtiendo al público que no sobrepase los “límites” bajo el riesgo de infringir la ley.
Además, por primera vez desde 1990 ninguna organización hongkonesa solicitó a las autoridades autorizar este evento conmemorativo: el grupo civil que lo convocaba cada año se disolvió bajo la presión de las autoridades y muchos de sus miembros están en la cárcel por diferentes motivos.
Y las iglesias católicas de la ciudad también tomaron la decisión, sin precedentes, de no celebrar su misa anual por las víctimas de la masacre.
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LAS ‘MADRES DE TIANANMEN’ EXIGEN JUSTICIA
Entretanto, la asociación de las “Madres de Tiananmen” volvió a pedir este 2022 que se esclarezcan los hechos de lo ocurrido en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, cuando soldados y tanques del Ejército de Liberación Popular chino se abrieron paso hasta la céntrica plaza pequinesa donde se manifestaban, desde hacía semanas, cientos de miles de estudiantes y trabajadores por el fin de la corrupción y por una mayor apertura política.
La cifra de muertes por la represión militar aún se desconoce y oscila entre cientos y miles, dependiendo de la fuente.
“Hace 33 años, el partido gobernante en China utilizó al Ejército para disparar a inocentes con total indiferencia hacia las vidas de cientos de miles de estudiantes y personas ordinarias. Incluso enviaron tanques para aplastar a las multitudes provocando miles de decenas de muertos y heridos”, recordó hoy la mencionada asociación en un comunicado.
El grupo señaló que las protestas ocurridas en abril y mayo de 1989 fueron pacíficas y que las demandas de los estudiantes tenían como objetivo “luchar contra la corrupción, pedir libertad de expresión o exigir mecanismos que vigilasen la integridad de los funcionarios en el marco de la constitución del país”.
No obstante, el Partido Comunista chino (PCCh) terminó por ignorar estas peticiones y “utilizó todo su poder para masacrar brutalmente a sus propios ciudadanos con balas y con tanques”.
“Es nuestro derecho legítimo que el Gobierno se responsabilice de la masacre. Durante 33 años, hemos pedido que se sepa la verdad, que se rindan cuentas y que se compense a los familiares. En nombre de todas las familias, seguiremos firmes en nuestra búsqueda de la equidad y la justicia”, concluye el comunicado.
Por su parte, las autoridades y la prensa oficial mantuvieron un año más su mutismo sobre aquella tragedia que conmocionó al mundo y siguen sin dar explicaciones o sin garantizar a los familiares -que viven bajo vigilancia, especialmente en estas fechas- su derecho a recordar a las víctimas.
Los portavoces del Gobierno chino apenas se han referido a la masacre, excepto en coincidencia con el trigésimo aniversario, cuando el entonces portavoz de Exteriores, Geng Shuang, indicó sobre aquellos días de “agitación política” que el PCCh había llegado a una conclusión: “El enorme éxito económico que hemos logrado muestra que el camino de desarrollo que elegimos es el adecuado”.
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