El 19 de septiembre de 2021, Sophia Huang Xueqin y el defensor de los derechos laborales Wang Jianbing “desaparecieron” mientras se dirigían al aeropuerto de la ciudad de Cantón, en el sur de China.
Huang estaba a punto de tomar un vuelo a Reino Unido tras obtener una beca Chevening financiada por el gobierno británico para realizar estudios de género en la Universidad de Sussex, en el sureste de Inglaterra.
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Los reportajes y campañas de la periodista ayudaron a impulsar el movimiento #MeToo de China en 2018, por lo que es considerada una de las principales defensoras de los derechos de las mujeres en ese país.
Ahora, tras más de siete meses de detención, se espera que tanto ella como Wang enfrenten un juicio por cargos de “incitación a la subversión del Estado”, una acusación grave que podría conducir a años de prisión.
La BBC investigó cómo en China se ha llevado una campaña de desinformación en contra de ella. Y también, el porqué del silencio en Reino Unido adonde ella debía llegar aquel septiembre.
Impulsora del #MeToo de China
En el caso de Huang, su propia experiencia de agresión sexual la llevó a realizar una encuesta histórica en 2017 que reveló que más del 80% de las mujeres periodistas en China habían sufrido acoso sexual, pero permanecieron en silencio.
También informó sobre los casos de #MeToo más destacados del país y ganó un premio el año pasado por su perfil sobre la activista feminista Li Qiaochu.
Ahora, se encuentra entre las decenas de miles de activistas -muchas de ellas defensoras de los derechos de las mujeres- que “desaparecieron” en China después de trabajar por los derechos humanos en los últimos años.
Ya había estado detenida durante tres meses en China tras escribir una publicación en un blog sobre las protestas a favor de la democracia en Hong Kong en 2019.
Diana Fu, profesora asociada de ciencias políticas en la Universidad de Toronto (Canadá), le dijo a la BBC que el caso de Huang es “emblemático” porque ilustra los desafíos que enfrentan los activistas en China debido al empeoramiento de la represión del gobierno de Pekín contra la sociedad civil.
“El gobierno percibe el movimiento #MeToo como parte del movimiento transnacional que aboga por los valores democráticos liberales”, dijo Fu. “Ve este tipo de activismo, no solo como una amenaza de movilización, sino también como una amenaza ideológica”.
“Es un fenómeno aterrador”
Muchos activistas como Huang y Wang, que defienden los derechos de género y otras causas de justicia social, han sido acusados de ser agentes de fuerzas occidentales hostiles y son atacados en internet por troles nacionalistas.
“En la internet de China es difícil diferenciar entre un comentarista al servicio del Estado y un usuario común”, dijo a la BBC Liu Lipeng, quien trabajó como censor de la plataforma china de redes sociales Sina Weibo, la más popular del país, y ahora reside en Estados Unidos.
Liu ayudó a eliminar contenido “sensible” en la plataforma entre 2011 y 2013, revisando hasta 60.000 publicaciones diarias.
En el caso de Huang, dice que las autoridades chinas se han embarcado en una campaña de desinformación en su contra.
“Huang es una reportera muy famosa. Si quieren borrar todo de su pasado, es una tarea bien difícil”, dijo Liu. “[En lugar de eso], usaron comentarios difamatorios para influir negativamente en la percepción que la gente tenía de ella. Es un fenómeno aterrador”.
Weibo no respondió a la solicitud de comentarios de la BBC.
La embajada china en Reino Unido le dijo a la BBC que China está “comprometida con la defensa de la equidad social y la justicia” y que “se opone firmemente a cualquiera que difunda desinformación y difame a China con el pretexto de proteger los derechos humanos y las libertades”.
Mientras los casos de Huang y Wang se entregan a los fiscales en China, Kris y otros simpatizantes en el extranjero planean continuar creando conciencia sobre su difícil situación.
“Estar dentro o fuera de China es como estar dentro o fuera de un muro. Pero estar fuera no significa que uno sea libre”, dijo Kris.
“Solo cuando ellos sean libres, todos podremos ser verdaderamente libres”.
“No van a silenciarnos”
En los últimos meses, simpatizantes de los activistas chinos han realizado protestas solidarias en Londres, Taipéi (Taiwán) y Hong Kong, lanzando una campaña bajo el hashtag #FreeXueBing e instando a la gente a enviar postales al centro de detención de Cantón para pedir su liberación.
En Reino Unido, los partidarios también piden a las instituciones británicas que adopten una postura más firme en el caso de Huang.
“Estamos haciendo esto para demostrar que no vamos a ser silenciados”, dijo un simpatizante chino en Londres que pidió permanecer en el anonimato por motivos de seguridad.
“Instamos a la universidad, a Chevening y al gobierno británico a tomar más medidas”.
Los defensores de los activistas acusan a la universidad y al programa de becas Chevening de no hablar por temor a enemistarse con el gobierno chino.
Los estudiantes provenientes de China representan aproximadamente el 20% de las matrículas internacionales en la Universidad de Sussex, y sus tasas de matrícula -junto con las colaboraciones con instituciones chinas- proporcionan un importante flujo de ingresos.
Un asunto delicado
Cuando se informó por primera vez de la desaparición de Huang, la Universidad de Sussex y Chevening emitieron la siguiente declaración: “Estamos preocupados por la seguridad y el paradero de nuestra estudiante. Nuestro personal está en contacto con Chevening para buscar más detalles”.
Pero desde entonces ninguno de los dos organismos hizo más declaraciones públicas.
En un email interno, filtrado luego a la BBC, se advirtió a los estudiantes y al personal que no discutieran la situación de Sophia.
La universidad dijo que se trataba de un asunto delicado y que las solicitudes de los medios deberían ser atendidas por la oficina de prensa, citando preocupaciones sobre la protección de datos.
Kris, una feminista china en Reino Unido y amiga de Huang que habló con la BBC bajo un seudónimo por temor a represalias del Estado chino, dijo que se sintió indignada al saber que la universidad había “censurado” el caso.
“[La universidad] afirma nutrir a futuras activistas y líderes del feminismo, pero luego instruye a los estudiantes que no discutan este asunto”, dijo Kris. “Es la situación igual a como sería en China”.
En respuesta a la BBC, un vocero de la universidad dijo que la institución “sigue profundamente preocupada por la seguridad y el paradero de su posible estudiante” y ha estado en “contacto regular” con Chevening y con la Oficina de Relaciones Exteriores, Commonwealth y Desarrollo (FCDO), un departamento del gobierno del Reino Unido.
Esa persona también dijo que la universidad siguió el consejo de la FCDO, que aseguró a la BBC que estaba “siguiendo el asunto de cerca”.
En diciembre, más de 100 académicos de Chevening (becados actualmente y en años anteriores) firmaron una carta solicitando al equipo de Chevening que pidiera la liberación de los dos activistas y que la FCDO iniciara un diálogo con el gobierno chino sobre sus casos.
Membros de la Unión de Universidades y Colegios del Reino Unido también emitieron una declaración en defensa de Huang y Wang.
Chevening no respondió a las solicitudes de comentarios de la BBC.
Lijia Zhang, una escritora feminista china en Londres, dijo a la BBC que está “decepcionada” por el relativo silencio de la comunidad internacional en torno al caso de Huang, en contraste con el de Peng Shuai, una estrella del tenis que acusó a un exfuncionario de alto rango del Partido Comunista Chino de agresión sexual.
La desaparición de Peng fue ampliamente cubierta por los medios internacionales, lo que llevó a muchas celebridades del tenis y a la Asociación de Tenis Femenino (WTA) a hablar en su nombre.
La WTA también suspendió los torneos en China por este caso.
“El caso de Sophia ha desatado una discusión global atrasada sobre el papel de las instituciones globales para proteger a los académicos chinos en riesgo de persecución”, dijo a la BBC Joanna Chiu, autora del libro China Unbound y excorresponsal en Pekín.
“Como Huang recibió una beca financiada por el gobierno del Reino Unido para estudiar en la Universidad de Sussex, estas instituciones tienen la responsabilidad de abogar por su liberación”, añadió.