Pyongyang, EFE
Un espectacular y colorido torneo de lucha libre estadounidense celebrado hoy en Pyongyang con púgiles de varios países mostró la cara más aperturista al exterior del aislado régimen de Kim Jong-un dentro de su peculiar diplomacia del deporte.
"En esta ocasión, el deporte está permitiendo entrelazar los corazones de los países", dijo a Efe la japonesa de origen coreano Cheon Bom-hee, de 27 años, que se confiesa amante de la lucha libre y ha volado hasta la capital norcoreana desde Tokio exclusivamente para presenciar el show.
En el pabellón Ryugyong Chung Ju-yung, también conocido como Arena de Pyongyang, el país más hermético del mundo se acercó hoy al exterior al acoger este intercambio de golpes por "La independencia, la paz y la amistad", lema que apareció en la gran pantalla para dar inicio al primero de los dos días del evento.
A la declaración inicial de buenas intenciones de Corea del Norte siguió, sin embargo, un vídeo que mostró, entre otras cosas, el cohete de largo alcance Kwangmyongsong 3, cuyo lanzamiento a finales del 2012 acarreó al régimen sanciones de la ONU por considerarlo un ensayo de misiles.
En todo caso, los aproximadamente 20.000 norcoreanos presentes hoy en el pabellón, un público que habitualmente tiene vetado el acceso a contenidos foráneos, acogieron con fervor las llaves, zancadillas, rodillazos, codazos y patadas voladoras que musculosos hombres y mujeres de varias razas intercambiaron sobre el ring.
"Estaba muy emocionada. He esperado este momento por muchos años, ya que en mi niñez tuve la oportunidad de presenciar el primer torneo y fue increíble", comenta Park Kum-byeol, empleada de 27 años, en referencia al espectáculo de lucha libre de Pyongyang en 1995, hasta hoy el primero y único en la historia de Corea del Norte.
Quienes más ovaciones generaron fueron el peso pesado estadounidense y estrella del torneo Bob Sapp, el gigante brasileño de 2,25 metros de altura Montanha Silva y el "showman" japonés Yosihiro Asai, más conocido como Último Dragón y que ostenta el récord mundial de títulos simultáneos de "wrestling".
El estadounidense Bob Sapp, la estrella del torneo. (Foto: AP).
También levantaron al público de sus asientos las cuatro jóvenes luchadoras japonesas que, ataviadas con excéntricas máscaras y llamativos vestidos de lentejuelas, protagonizaron un espectacular combate en el que no faltaron todo tipo de acrobacias, al ritmo de canciones de Paulina Rubio.
Para muchos este torneo es un nuevo capítulo en la "diplomacia del deporte" previamente abierta por el joven líder Kim Jong-un con varias visitas al país de la estrella de la NBA Dennis Rodman, que culminaron el pasado enero con un espectáculo de baloncesto como regalo de cumpleaños del líder.
El evento también ha despertado una gran expectación en Japón, donde se considera un posible paso adelante en el actual proceso de reparación de las deterioradas relaciones entre Tokio y Pyongyang.
"Japón y Corea del Norte son países geográficamente cercanos, pero nuestro entendimiento sigue a una larga distancia", lamentó hoy en su discurso en el pabellón el exluchador y actualmente senador japonés Antonio Inoki, promotor y organizador del torneo.
Este extravagante político nipón, que mantiene fuertes lazos con el país comunista y se refiere habitualmente a Kim Jong-un como "líder supremo", tal y como hacen los siempre devotos norcoreanos, deseó que el espectáculo de este fin de semana sirva para "estrechar las relaciones lo más posible" entre ambos países.