Nueva Delhi. La fuga de gas en la ciudad india de Bhopal que causó hace hoy 30 años una de las peores catástrofes industriales de la historia con miles de muertos, aún afecta a una tercera generación de niños que nacen con malformaciones, retraso mental o sordera.
A unos 500 metros de la fábrica de pesticidas siniestrada, que en 1984 era propiedad de Union Carbide India y que fue adquirida en el 2001 por la estadounidense Dow Chemical, se encuentra situado el centro de rehabilitación infantil de la organización Chingari Trust.
La fábrica donde se desató la tragedia (Getty Images).
El administrador del centro, Tarun Thomas, explicó a Efe que en la actualidad tienen registrados a unos 700 niños con deficiencias producidas "por el consumo de agua contaminada por el desastre o por transmisión genética de los padres afectados".
Todos los días, las cuatro furgonetas de las que dispone la organización recorren los barrios marginales de la zona para recoger a unos 200 menores de familias sin recursos y llevarlos al centro, donde recibirán clases de logopedia o sesiones de fisioterapia.
"Hay niños que entraron a gatas y salieron caminando", afirmó orgulloso Thomas, quien aseguró que el principal objetivo de Chingari Trust es "lograr que los niños sean autosuficientes" y que puedan, por ejemplo, "abrir solos una puerta".
Durante la madrugada del 2 al 3 de diciembre de 1984, la fuga de gas -isocianato de metilo- en la fábrica de pesticidas de Bhopal provocó según el Gobierno Indio la muerte de 5.295 personas, mientras que 4.902 sufrieron incapacidad permanente y 42 resultaron heridas graves.
Unas cifras que se encuentran muy lejos de las de las asociaciones de víctimas: 22.917 muertos, 508.432 casos de incapacidad permanente y 33.781 heridos graves; aunque el mes pasado el Ejecutivo se comprometió a revisar el número de afectados.
Para las Naciones Unidas ese número no cesa de crecer.
Foto: Getty Images
"Todos los días nacen nuevas víctimas del desastre de Bhopal, que sufren de por vida problemas de salud", sentenció en un comunicado el relator especial de la ONU sobre derechos humanos y desechos tóxicos, Baskut Tuncak.
Según el relator especial, después del "peor accidente industrial de la historia, el suelo y las aguas de la zona próxima a la fábrica química siguen contaminados", lo que afecta a sus habitantes, por lo que el número de víctimas "seguirá aumentando" hasta que se limpie.
Instituciones como Sambhavna, que atiende en sus clínicas de manera gratuita a unas 30.000 afectados por la tragedia, critican además el "patético" tratamiento que reciben las víctimas en los hospitales públicos.
"A pesar del gasto millonario (los hospitales) no disponen de las instalaciones adecuadas, de suficientes médicos o medicinas y no siguen los protocolos pertinentes. El tratamiento de los síntomas es la respuesta más común, algo que 30 años después del desastre resulta patético", señaló una doctora de la ONG, Aziza Sultan.
Sambhavna, al igual que Chingari Trust, se han erigido en la única alternativa a los deficientes hospitales públicos para las familias pobres afectadas por el desastre industrial, que son la mayoría, pues la fábrica está rodeada por un barrio de chabolas.
La pobreza provoca que en algunos casos las familias tengan que dejar a sus hijos solos en casa si desean trabajar, lo que empeora la situación de los menores, algo que Chingari Trust intenta subsanar al recoger y tratar a todos los niños de manera gratuita.
"Cuando llegó mi hijo Affan a Chingari raramente se levantaba y permanecía la mayor parte del tiempo sentado e incluso sus piernas estaban inclinadas. Pero ahora, tras tres meses de terapias, ha empezado a mantener sus piernas rectas y es capaz de dar unos pocos pasos", relató Nuzhrat Begum, madre de uno de los menores.
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En el ámbito penal, en el 2010 fueron condenados a dos años de cárcel ocho responsables indios de la planta, acusados de muerte por negligencia tras reducir la justicia india los cargos originales por homicidio culpable.
El propietario de Union Carbide, el estadounidense Warren Anderson, se personó en Bhopal tras el escape, fue brevemente detenido y obtuvo la libertad bajo fianza, y estuvo prófugo de la justicia india hasta su muerte, en setiembre pasado, a los 92 años de edad.
Fuente: EFE