“Si no traduzco al ruso, los otros niños no entenderán ninguna de las lecciones”, dice Kim Yana, una alumna de 11 años de la escuela primaria Dunpo en Asan, una ciudad cerca de Seúl, la capital de Corea del Sur.
Yana habla el mejor coreano de su clase: la mayoría de sus 22 compañeros hablan ruso y su coreano es irregular.
MIRA: El hombre que murió protegiendo a su familia durante el ataque contra Trump
De hecho, casi el 80% de los alumnos de esta escuela se consideran "estudiantes multiculturales", lo que significa que son ciudadanos extranjeros o tienen un padre que no es ciudadano coreano.
"Es difícil obtener cifras exactas porque los padres tienen diferentes nacionalidades y estatus de residencia", explica Chu Dae-yeol, un profesor que supervisa los asuntos académicos, "pero se cree que la mayoría de los estudiantes multiculturales son koryoins".
Los koryoins son personas de etnia coreana cuyos antepasados emigraron desde Corea al lejano oriente del Imperio Ruso a finales del siglo XIX y principios del XX.
Muchas de estas familias fueron deportadas a Asia Central en la década de 1930 como parte de la política de "limpieza de fronteras" de Stalin.
Vivían en antiguos estados soviéticos como Uzbekistán y Kazajstán y, a lo largo de generaciones, dejaron de hablar coreano porque estaba prohibido.
La familia de Yana regresó a Corea del Sur hace siete años y ahora muchos más están haciendo lo mismo.
“Aprendí coreano naturalmente jugando con amigos coreanos en el preescolar, pero ahora hay muchos más niños en la escuela que no hablan coreano”, cuenta.
En 2018, en la escuela primaria Dunpo, el 26,6% de los estudiantes eran considerados multiculturales. Este año, es el 79,3%.
Esto no es una sorpresa: la población de coreanos étnicos con ciudadanía extranjera ha aumentado más rápidamente en Asan que en cualquier otro lugar de Corea del Sur.
En 2010, menos de 300 de ellos vivían en la ciudad; en 2023, la cifra era 52 veces mayor.
Corea del Sur comenzó a otorgar residencia a personas de etnia coreana que viven en China y los antiguos estados soviéticos después de un fallo histórico del tribunal constitucional que amplió la definición de "compatriotas" en 2001.
Pero el número de inmigrantes koryoin comenzó a crecer rápidamente en 2014, cuando se les permitió traer a miembros de la familia.
En el pasado, la mayoría de estos inmigrantes coreanos étnicos eran de China y hablaban coreano.
Pero el número de koryoins que no hablan coreano ha aumentado considerablemente.
El año pasado, unos 105.000 koryoins vivían en el país, casi cinco veces más que hace una década.
Corea del Sur lleva tiempo lidiando con una crisis demográfica. A pesar de generosas donaciones en efectivo y el apoyo para el acceso a la vivienda, tiene la tasa de fertilidad más baja del mundo, que sigue cayendo año tras año.
En 2023, la tasa de natalidad fue de 0,72, muy por debajo de la tasa de natalidad de 2,1 necesaria para mantener una población estable en ausencia de inmigración.
Las estimaciones sugieren que, si esta tendencia continúa, la población de Corea del Sur podría reducirse a la mitad para 2100.
El país necesitará 894.000 trabajadores más, especialmente en la industria de servicios, "para lograr proyecciones de crecimiento económico a largo plazo" durante la próxima década, según el Ministerio de Empleo y Trabajo de Corea del Sur.
"Si bien la visa coreana en el extranjero a menudo se percibe como una forma de apoyo a los coreanos étnicos, ha servido principalmente para proporcionar mano de obra estable para la industria manufacturera", señala Choi Seori, experta del Centro de Investigación y Capacitación sobre Migración.
En Asan, muchos koryoins viven cerca del parque industrial que alberga fábricas gestionadas por los subcontratistas de Hyundai Motor.
Ni Denis, de Kazajstán, es uno de ellos. "Hoy en día no veo coreanos en la fábrica", expresa. "Creen que el trabajo es difícil y se van rápidamente. Más del 80% de las personas con las que trabajo son koryoins".
"Sin koryoins, estas fábricas no funcionarían", dice Lee, un reclutador que pidió ser identificado sólo por su apellido.
La mayoría de los demás trabajadores inmigrantes, que no son étnicamente coreanos, tienen visas de empleo a corto plazo, que sólo les permiten permanecer cuatro años y 10 meses.
Para renovar las visas deben regresar a su país de origen y permanecer allí durante al menos seis meses.
Pero los koryoins pueden ampliar su residencia en Corea cada tres años sin tener que salir del país.
Segregación en la escuela y más allá
Los koryoins también se están instalando en otras ciudades industriales, como Gwangju e Incheon.
Pero como han descubierto Asan y la escuela primaria Dunpo, la inmigración puede plantear desafíos.
"Los niños coreanos sólo juegan con coreanos y los niños rusos sólo juegan con rusos porque no pueden comunicarse", señala Kim Bobby, un estudiante local de 12 años.
Yana está de acuerdo y añade que a menudo se pelean porque no pueden comunicarse.
En un intento por superar la barrera del idioma, la escuela primaria Dunpo ofrece una clase de coreano de dos horas para estudiantes extranjeros todos los días, pero aun así, la maestra Kim Eun-ju está preocupada.
"Creo que muchos niños apenas entienden las lecciones a medida que avanzan de grado", afirma.
Otras clases se imparten en coreano y Yana dice que "el tiempo pasa rápido" porque muchos estudiantes necesitan que las lecciones sean interpretadas.
La competencia académica en Corea del Sur está muy extendida y la escuela está perdiendo estudiantes locales, ya que los padres temen que la educación de sus hijos se vea afectada.
"Estaba un poco preocupada cuando transferí a mi hija a esta escuela", señala Park Hana, cuya familia proviene de Asan.
El año pasado inscribió a su hija de 8 años en Dunpo. "Aunque la escuela vecina está abarrotada, muchos padres locales prefieren enviar a sus hijos allí".
El subdirector Kim Guen-tae dice que dirigir una escuela donde alrededor del 80% de los estudiantes se definen como multiculturales puede ser abrumador y que en el pasado, cuando había menos, era más fácil aprender coreano fuera del aula, ya que la mayoría tenía un progenitor coreano.
La tasa de matriculación en la escuela secundaria de los estudiantes multiculturales es ligeramente menor que la de los locales, según una encuesta nacional oficial realizada en 2021.
Park Min-jung, experto del Centro de Investigación y Capacitación sobre Migraciones, teme que más estudiantes koryoin abandonen la escuela si no reciben el apoyo que necesitan.
"Si esto continúa, me preocupa cómo podrán vivir los niños en Corea en el futuro", dice el profesor Chu.
La segregación se extiende más allá de la escuela: por ejemplo, en Asan, más koryoins se están instalando en el casco antiguo mientras que los lugareños se trasladan a la ciudad nueva.
Ni, el trabajador de una fábrica que llegó a Corea del Sur con su esposa y cinco hijos desde Kazajstán en 2018, señala que ha notado que muchos de sus vecinos coreanos se han mudado de su edificio.
"Parece que a los coreanos no les gusta tener a los koryoins como vecinos", afirma con una risa incómoda.
"A veces los coreanos nos preguntan por qué no les sonreímos. Así somos, no es porque estemos enojados. Pero la gente que no nos conoce piensa que estamos enojados".
Dice que ha habido disputas entre niños en su vecindario y que ha oído hablar de casos en los que niños koryoin han sido "rudos" durante las discusiones.
"Después de eso, los padres coreanos les dicen a sus hijos que no jueguen con niños koryoin. Creo que así es como ocurre la segregación".
Falta de política de inmigración
La experiencia de Asan en la gestión de una afluencia de personas de etnia coreana desde el extranjero pone de relieve los desafíos más amplios que enfrenta Corea del Sur en el manejo de la inmigración, un tema controvertido en un país que es uno de los étnicamente más homogéneos del mundo.
"Ya existe una importante resistencia psicológica a la afluencia de personas de etnia coreana que no se diferencian de nosotros, por lo que me preocupa cómo Corea podrá aceptar a otros inmigrantes en el futuro", dice Seong Dong-gi, un experto en koryoin de la Universidad de Inha.
Lee Chang-won, director del Centro de Investigación y Capacitación sobre Migración, está de acuerdo: "No existe un plan claro para la inmigración a nivel del gobierno nacional. Resolver el problema demográfico de los extranjeros en el país ha sido una idea de último momento".
El año pasado, había alrededor de 760.000 coreanos étnicos de China y países de habla rusa viviendo en Corea del Sur, lo que representaba alrededor del 30% de la población extranjera del país.
Corea del Sur también es un destino popular para trabajadores migrantes de lugares como Nepal, Camboya y Vietnam, y en 2023 había aproximadamente 2,5 millones de extranjeros viviendo en el país.
La mayoría de ellos trabaja en empleos manuales y solo el 13% en roles profesionales.
Lee dice que la actual política de inmigración está "muy inclinada hacia los trabajadores poco calificados", lo que lleva a una "visión común" de que los extranjeros sólo trabajan en Corea del Sur por un tiempo y luego se van.
Como resultado, afirma, ha habido poca discusión sobre un asentamiento a largo plazo para todos los inmigrantes.
"Espero que la sensación de crisis que estamos sintiendo respecto de la población pueda ser un catalizador para que nuestra sociedad vea la inmigración de otra manera", afirma la investigadora Choi. "Ahora es el momento de pensar en cómo integrarlos".
A pesar de experimentar algunos desafíos, Ni no se arrepiente de la decisión de mudarse a Corea del Sur.
"Para mis hijos, este es su hogar. Cuando visitamos Kazajstán, preguntaron: '¿Por qué estamos aquí? Queremos volver a Corea'".