Por Adrián Foncillas, desde Beijing
El coronavirus arruina viajes en todo el mundo, incluso los clandestinos. El trasvase de coreanos de un lado a otro del paralelo 38 tampoco ha resistido en el mundo regido por la pandemia porque nadie ha cerrado con más celo sus fronteras que el régimen de Pyongyang. Nunca fue fácil, pero más de 30 mil norcoreanos escaparon en las últimas décadas por las grietas del sistema. Pero ahora Corea del Norte y el mundo son, más que nunca, compartimentos estancos.
Solo dos norcoreanos alcanzaron Seúl en el segundo trimestre de este año cuando antes se contaban por cientos. La gráfica de llegadas subraya con meridiana claridad los efectos de la pandemia: el pasado año se contabilizaron 229 personas que huyeron frente al millar aproximado de los dos años anteriores y mucho más lejos quedan los casi tres mil del 2009.
- Las dos Coreas retoman la comunicación telefónica más de un año después
- Pyongyang, capital de Corea del Norte, es azotada por una intensa ola de calor | FOTOS
- Kim Jong-un visita mausoleo de su abuelo tras degradar a miembros de la cúpula del régimen
Corea del Norte no ha comunicado ni un solo caso de coronavirus aunque fuentes desde el interior citadas por medios especializados hablan de soldados muertos con síntomas compatibles y brotes en ciudades fronterizas con China. Pero su incidencia, acuerdan los analistas, es menor. Al éxito contribuyó la agilidad con la que el Gobierno bajó las persianas tan pronto llegaron noticias de una extraña neumonía en Wuhan.
La Zona Desmilitarizada que separa a Corea del Norte de Corea del Sur es el camino más corto y el más desaconsejable por la densidad de militares. La odisea habitual consiste en pasar la porosa frontera con China, a menudo sobornando a los oficiales norcoreanos, y avanzar miles de kilómetros hasta alcanzar Tailandia, Laos u otro país del sudeste asiático, pedir asilo en la embajada surcoreana y volar hasta Seúl. Son penosas travesías eludiendo a la policía china que pueden alargarse meses.
Pero el régimen de Kim Jong-un ha reforzado los controles. Ha ordenado disparar a todo lo que se mueva por la frontera y no solo a los norcoreanos, lo que ha desatado las quejas de Beijing después de que fueran alcanzados varios chinos. También ha ejecutado al menos a un funcionario de aduanas que introdujo bienes de contrabando y colocó a la ciudad de Kaesong en cuarentena después de que uno de sus nacionales regresara del sur.
MIRA: Kim Jong Un destituye a altos cargos tras “incidente grave” relacionado al coronavirus
El coronavirus ha sido la excusa para implementar medidas extremas e innecesarias que violan derechos humanos, señala Lina Yoon, investigadora jefa para Corea del Norte de Human Rights Watch. “El colapso de la URSS provocó las hambrunas de la década de los 90, acabó la falsa ilusión del paraíso socialista y muchos norcoreanos escaparon a China. Esas huidas no fueron una prioridad para Kim Jong-il, pero Kim Jong-un, tras llegar al poder en el 2011, extremó el control. Los desertores fueron calificados como enemigos del Estado y recibieron castigos mucho más severos tras ser devueltos”, añade.
Entre el hambre y la pandemia
Ningún país iguala las precauciones contra la pandemia. Corea del Norte desconfía incluso de las tormentas de arena que llegan desde China. El miedo a que el virus viaje en los productos importados explica que en Dandong, la ciudad fronteriza, se llenen de polvo los cargamentos de comida perecedera y material médico. Se ha secado el suministro desde China, que concentraba el 90% del comercio nacional. Incluso la capital, Pyongyang, sufre un desabastecimiento de bienes elementales que ha forzado la salida de diplomáticos y personal de organizaciones humanitarias. El país sufre la peor escasez de alimentos de la década, ha admitido su delegación en la ONU.
MIRA:¿Está enfermo o come más saludable? Kim Jong-un baja de peso y las especulaciones sobre su salud se disparan
El Gobierno se enfrentó a un dilema shakespeariano: exponer a su población al hambre o la pandemia. La decisión no carece de lógica porque el país ya está habituado a gestionar la primera, pero carece de protección contra la segunda.
“Corea del Norte ha sufrido inundaciones y sequías a menudo y las sanciones internacionales nunca impidieron que a la capital llegaran productos afectados por ellas. La causa principal del problema actual es el cierre de fronteras y es entendible su terror porque la pandemia ha tumbado sistemas sanitarios mucho más avanzados como el brasileño”, sostiene Ramón Pacheco, experto en Corea del Norte y profesor de Relaciones Internacionales del King’s College de Londres.
Las penalidades de los desertores no terminan en Seúl. El Gobierno de Corea del Sur los forma durante semanas para que se adapten a su nuevo entorno y les otorga ayudas económicas, pero muchos sufren discriminación y carecen de aptitudes en un mercado laboral hipertecnológico que les es extraño. Algunos norcoreanos incluso realizaron el viaje de regreso en los últimos años, y son de gran valor para la propaganda norcoreana, que los muestra en televisión para que sus relatos desincentiven las huidas.
Tampoco el contexto político en la península empuja a la deserción. Los gobiernos surcoreanos conservadores ofrecían generosas ayudas a los llegados y subrayaban las gravísimas violaciones de derechos humanos que les habían empujado a huir. El Ejecutivo del progresista Moon Jae-in, en cambio, persigue una histórica pacificación que aconseja minimizar asuntos tan conflictivos como los desertores y ha recortado los fondos para refugiados.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- México: Cae la casa que estaba junto a gigantesco socavón que se abrió en Puebla
- ¿Por qué Santiago de Chile vuelve a ser puesto en cuarentena pese a la exitosa campaña de vacunación?
- México dona 400.000 dosis de la vacuna de AstraZeneca a Belice, Bolivia y Paraguay
- La ola de contagios de Covid-19 presiona a los cementerios de Uruguay
- Policía de Venezuela inicia operativo en La Vega para “liberarla” de grupos criminales