Un nombre que ya se esperaba y otro que resultó ser toda una sorpresa: así fueron los dos candidatos más votados en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Guatemala celebrada este domingo.
Con el 98% de las mesas escrutadas, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Guatemala dijo que “los resultados que hay son prácticamente invariables” y arrojan que será la veterana candidata presidencial Sandra Torres y el aspirante de centro-izquierda Bernardo Arévalo quienes volverán a competir en segunda vuelta el próximo 20 de agosto, dado que ninguno superó el 50% de votos necesarios para proclamarse ganador en primera ronda.
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Aún así, el TSE dijo que será el pleno de magistrados el que tendrá que ratificar estos resultados y que “aún es prematuro” saber cuándo podrán los candidatos comenzar la precampaña para los nuevos comicios.
En base a estos resultados, la exprimera dama Torres que ya quedó a las puertas de ganar en las dos últimas elecciones -y que en los últimos años pasó de la socialdemocracia a una tendencia más conservadora- es la opción más votada con un 15,7% de apoyo.
Lo que resultó una auténtica sorpresa fue que Arévalo, cuyo partido nació de las protestas que sacudieron el país en 2015, quedara en segunda posición con un 11,8% de los votos, pese a no haber aparecido nunca entre los favoritos de las encuestas. Este resultado es interpretado por analistas como un castigo a la “vieja política” y un rechazo al sistema político actual.
Sin embargo, la primera opción elegida en las urnas por los guatemaltecos no fue la de Torres, sino la del voto nulo, que ascendió al 17,3%.
Esto refleja el hartazgo generalizado entre la población por las múltiples denuncias de corrupción en el Estado, señalamientos de fraude y el bloqueo por parte de las autoridades electorales de tres candidatos (Carlos Pineda, Thelma Cabrera y Roberto Arzú), que según las encuestas contaban con altas posibilidades y que promovieron este voto nulo como símbolo de protesta.
Otra prueba de este desencanto electoral fue que la abstención llegó al 40% entre los más de 9,3 millones de guatemaltecos llamados a las urnas. Sin embargo, lo cierto es que esta cifra es tradicionalmente alta en el país: en 2019 fue del 38% en primera vuelta y del 58% en segunda.
Pero ¿quiénes son y qué proponen los dos candidatos a presidir Guatemala durante los próximos cuatro años?
Sandra Torres: programas sociales y blanco del “antivoto”
Torres, licenciada en Ciencias de la Comunicación y empresaria de 67 años, vuelve a intentar ser la primera presidenta de Guatemala por tercera vez consecutiva, por lo que es considerada una de las candidatas más persistentes e incombustibles del panorama político del país.
De hecho también lo intentó en 2011 pero no permitieron su registro por su entonces reciente divorcio del expresidente Álvaro Colom, con quien ejerció como primera dama durante su gobierno de 2008 a 2012. Sí pudo participar en 2015 y 2019, pero en ambas quedó a las puertas al ser derrotada en segunda vuelta por Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, respectivamente.
“Denme el beneficio (de la duda), recuerden que le dieron su voto a tres hombres presidentes que han gobernado en los últimos doce años y los han defraudado”, declaró Torres durante un mitin reciente.
Su vida política comenzó en 2003 como cofundadora de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), el partido con el que su exmarido llegó al poder. Aunque la formación se definió inicialmente como socialdemócrata, analistas la sitúan actualmente en una tendencia más bien de centro-derecha en un intento por conquistar el voto de la numerosa población conservadora del país.
Su candidato a vicepresidente, sin ir más lejos, es un pastor evangélico que levantó no pocas polémicas y sobre el que se interpusieron recursos legales para evitar sin éxito su participación, en base al artículo de la Constitución que señala que no pueden optar a este cargo “los ministros de cualquier religión o culto”.
Durante sus años como primera dama, Torres se distinguió por su apuesta por los programas sociales en un rol con gran protagonismo. “En la práctica, ella tuvo una posición de poder bastante fuerte, inclusive superior a la del propio vicepresidente”, le dice a BBC Mundo el analista guatemalteco Renzo Rosal.
El reconocido periodista guatemalteco Juan Luis Font la define como “una transformadora en Guatemala porque, por primera vez, forzó al Estado a asumir un rol efectivo en programas de combate contra la pobreza vía transferencias condicionadas, la apertura de comedores solidarios y otros programas eficientes”.
Opuesta a un posible regreso de la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicig) que combatió la corrupción en el país durante más de una década y llevó a la cárcel a dirigentes de alto perfil, Torres fue detenida en 2019 por supuesta financiación electoral ilegal de su partido y asociación ilícita. Tras varios meses en la cárcel, pasó a arresto domiciliario hasta ser absuelta a finales del año pasado.
Con una personalidad fuerte, Torres concentra sobre todo en zonas urbanas un gran porcentaje de “antivoto” (las personas que preferirían votar por cualquiera antes que por ella), como pudo verse en las últimas dos elecciones (en 2019, fue incluso la más votada en primera vuelta pero resultó derrotada en segunda por Giammattei). Su mayor apoyo está en las áreas rurales, con especial énfasis en las mujeres.
Además de traer de vuelta aquellos programas sociales, Torres prometió en campaña medio salario mínimo para las madres solteras, eliminar el IVA de la canasta básica y, también, emular la estrategia de seguridad de Bukele en El Salvador, con quien aseguró que firmaría “convenios bilaterales”. Apostó por “intervenir” y “militarizar” las cárceles y construir más prisiones de máxima seguridad.
“En caso de ganar Torres, realmente estaríamos hablando de una continuidad de lo que hemos estado viendo en el oficialismo (del presidente Giammattei), pero con el matiz de algunas políticas clientelares más vinculadas al asistencialismo”, cree Gabriela Carrera, politóloga y directora de Acción Pública de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.
Arévalo: el exdiplomático que dio la gran sorpresa
Por su parte, Arévalo supone la gran sorpresa de estas elecciones dado que su nombre no aparecía entre los primeros candidatos de las encuestas sobre intención de voto.
Sociólogo y exdiplomático de 64 años, es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente popularmente electo en Guatemala tras la Revolución de 1944. Durante su carrera ocupó cargos como el de cónsul en Israel, viceministro de Relaciones Exteriores en su país y embajador en España.
Actualmente es diputado en el Congreso por Movimiento Semilla, un partido que presentó este año aspirante a presidente por primera vez, dado que la candidatura de 2019 de la exfiscal general Thelma Aldana no fue finalmente autorizada por las autoridades electorales.
“Arévalo es un hombre de pensamiento de izquierda moderada, un intelectual que se ha caracterizado por mantener la cohesión de la bancada de su partido”, define Rosal.
El partido Semilla, que se define como socialdemócrata y progresista y del que Arévalo es uno de los fundadores, surgió primero como un grupo de análisis tras las protestas de 2015 que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina, salpicado por escándalos de corrupción política por los que fue finalmente condenado.
Los resultados de Arévalo fueron una sorpresa no solo por no haber aparecido nunca como un candidato destacado en las encuestas, sino por el hecho de que un aspirante cercano a la izquierda haya llegado a segunda vuelta en Guatemala, un país tradicionalmente conservador y que votó por tres últimos presidentes de derecha.
“El voto a Semilla obedece no tanto a su posicionamiento político, sino al rechazo al sistema, como también demuestran los votos nulos y en blanco. Refleja el momento de agotamiento del sistema político en Guatemala, que ya creó tal nivel de hastío que la población quiso votar pensando en algo diferente”, dice Rosal.
Los principales apoyos del partido se encuentran entre los jóvenes, movimientos estudiantiles y zonas urbanas como la capital. Una de las principales banderas de Arévalo en campaña fue la lucha contra la corrupción en el Estado -defiende la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción- y alaba la labor de la Cicig, cuya salida en 2019 por decisión del expresidente Morales fue en su opinión “totalmente anticipada”.
El candidato culpa a los tres últimos gobiernos guatemaltecos de haber reducido los espacios de la democracia y fomentar medidas autoritarias en el país. También fue uno de los pocos aspirantes a la presidencia que se mostró públicamente crítico con la reciente criminalización de fiscales, jueces y periodistas que acabaron en la cárcel o el exilio.
Otras de sus propuestas pasan por el control de las cárceles y fortalecer a la Policía Nacional Civil en materia de seguridad, generar empleo mediante la construcción de carreteras e infraestructuras con inversión pública, la puesta en marcha de más de 400 nuevos puestos de salud y la concesión de becas para estudiantes.
¿Qué puede pasar en segunda vuelta?
Dado el alto nivel de “antivoto” que Torres concentra por los altos niveles de rechazo que genera especialmente en zonas urbanas, analistas suelen considerar que el candidato que se enfrente a ella en segunda vuelta tiene una victoria casi asegurada, como así ocurrió en las dos últimas elecciones.
En una encuesta realizada en junio por el diario Prensa Libre, la mayoría de personas consultadas aseguró que no votaría por Torres tanto si se enfrentaba en una posible segunda vuelta con Edmond Mulet como con Zury Ríos, considerados en ese momento favoritos para competir por la presidencia junto a ella.
Rosal considera que podría jugar a favor de Arévalo el hecho de que aún tiene mucho que dar a conocer de su propuesta, lo que podría suponerle un margen de crecimiento, mientras que el ideario de Torres es ya ampliamente conocido por la población.
Sin embargo, es posible que entre las dos opciones de segunda vuelta, la población más afín a propuestas de derechas opten por Torres en lugar de por una candidatura más izquierdista como es la de Arévalo, quien es poco probable que pueda establecer alianzas con otros partidos.
“Torres nunca ha pasado de segunda vuelta, pero hasta ahora siempre ha competido con partido de derechas. En este caso la cosa cambia porque su rival tiene marcadas diferencias. También puede ser que la ciudadanía que este domingo no fue a votar, decida hacerlo ahora por ver una opción distinta en Arévalo… En definitiva, la segunda vuelta sería esta vez bastante reñida”, concluye Rosal.