El Faro es una de las principales organizaciones periodísticas de El Salvador. Fundado en 1998, a lo largo de su corta existencia el medio se ha destacado por sus investigaciones sobre corrupción política, se ha enfrentado a organizaciones criminales como las peligrosas maras y ha denunciado las prácticas ilegales de las fuerzas de seguridad. Actualmente, fiscaliza al gobierno del popular presidente Nayib Bukele, lo que le ha costado represalias. En el 2021, el mandatario expulsó del país a Daniel Lizárraga, editor de El Faro de nacionalidad mexicana. Además, el régimen le negó el permiso de trabajo a Roman Olivier Gressier, periodista estadounidense de El Faro English. Bukele también acusó en cadena nacional de radio y televisión a El Faro de lavado de dinero y evasión de impuestos y dijo que el medio estaba siendo investigado.
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El periodista Óscar Martínez es jefe de redacción de El Faro. Estuvo en Lima invitado por el portal Ojo Público para conversar sobre cómo investigar en tiempos de dictadura. El Comercio conversó con él.
— ¿Cómo Bukele logró acumular tanto poder en El Salvador?
Es compleja la historia pero hay algunos elementos claves que puedo resaltar. Número uno, se encontró y supo entrar en un momento en el que la población salvadoreña había culminado su decepción absoluta por los dos grandes partidos de la posguerra: la derecha, ARENA, que gobernó desde los acuerdos de paz en 1992 hasta 2009; y la izquierda del FMLN, que gobernó desde 2009 hasta 2019, cuando Bukele llegó al poder. Los últimos cuatro presidentes de esos partidos están acusados o condenados por haberse robado millones de dólares del erario público. Bukele entiende ese momento de desesperación y angustia y se cuela como candidato presidencial. Bukele es en gran parte producto de la desesperación de la gente.
En segundo lugar, con su estrategia de difusión logra una gran popularidad y gana elecciones. Bukele ha ganado elecciones democráticas, en el 2019 al menos. Y viene el tercer elemento. Al ganar esas elecciones democráticas, ocupó su poder para acumular más poder y para modificar las reglas del juego con el fin de seguir ganando comicios. Es decir, Bukele es el resultado de elecciones democráticas y decisiones autoritarias.
— Él ha ganado ahora la reelección pese a que la Constitución se lo prohíbe. ¿Cuál cree que es su proyecto político, apunta a perpetuarse en el poder?
Yo creo que en Bukele tiene, sin duda alguna, un proyecto político personalista. La ideología queda en segundo plano y el proyecto es más bien una idea pragmática de ir haciendo lo que le convenga. Bukele ha cambiado todas sus lógicas cuando le da la gana. Ha pasado del bitcoin como apuesta financiera a un préstamo con el FMI cuando le fracasó el bitcoin. Ha pasado de llegar a acuerdos con las pandillas a instaurar un régimen de excepción en un fin de semana. Bukele es alguien que va teniendo ideas u ocurrencias. Yo sí creo, sin ninguna duda, que Bukele ha dejado claro que tiene un proyecto de perpetuación en el poder. Va a hacer todo lo que esté en sus manos, así sea violar la Constitución, para sostenerlo. Nos ha demostrado que está dispuesto a hacerlo.
Pero hay otro elemento. Hay tantos casos de corrupción en su gobierno y en su entorno que el periodismo salvadoreño ha descubierto, que para Bukele va a ser difícil dejar el poder. Porque sabe que cuando no esté en el poder, esas investigaciones podrían prosperar.
— ¿En qué momento el salvadoreño se va a dar cuenta de que esto no es democracia?
Lamentablemente los procesos de extrañar la democracia son lentos. Porque la democracia en países como El Salvador siempre ha sido imperfecta, raquítica. La gente más bien tenía una democracia imperfecta que estaba ofrecida a las cúpulas. Pero ya han pasado cosas. Por ejemplo, nunca se habían interpuesto tantos habeas corpus en la Corte Suprema de Justicia como desde que el régimen de excepción empezó en marzo de 2022. La gente pone habeas corpus para decir dónde está mi hijo. Pero la corte ya es de Bukele y no ha contestado a ningún habeas corpus. Es cada vez más gente porque en El Salvador una de cada 57 personas está presa... algunos de los que buscan sus familias son pandilleros, pero la gran mayoría no, como ya se demostró por organizaciones internacionales. Hay mucha gente que está arrestada y en su expediente, que hemos conseguido los periodistas porque es un expediente secreto, solo dice mostró nerviosismo. Y por eso llevan tres años presos.
Cada vez más gente que quiere saber dónde están sus hijos se encuentra con un régimen que no otorga información. Ya van más de 360 muertes de gente no condenada dentro de las cárceles. Cada vez más familias están sufriendo en carne propia lo que ocurre cuando un hombre tiene todo el poder. Y eso va a seguir ocurriendo. La gente a la que han desalojado para los proyectos de Bitcoin, la gente a la que han desalojado para vender sus proyectos turísticos a la élite que llega a las playas a surfear, toda esa gente que antes sobrevivía con un puesto en la calle y el poder llegó y les dijo muévanse o los metemos presos, han entendido en primera persona los efectos absolutos del poder total. Y así poco a poco, sufrimiento a sufrimiento, costo a costo; incluso, lamentablemente, muerte a muerte, la popularidad de Bukele va a ir bajando. El problema es que yo creo que cuando la popularidad baje, Bukele va a ser mucho más peligroso.
— ¿Cómo lo proyecta, como un Maduro?
No, creo que Bukele es muy distinto, pero ya nos ha demostrado que cuando debe ocupar la fuerza para imponerse, lo hace de forma brutal. Su ex asesor de seguridad, Alejandro Muyshondt, de repente en un momento Bukele determinó que ese hombre era peligroso. Era su propio asesor presidencial de seguridad. Ese hombre terminó muerto dentro de las cárceles de Bukele con una lobotomía en la cabeza. Las fotos acaban de publicarse. Era un hombre que había grabado las reuniones donde planificaban, era la mano derecha de Bukele en intervenciones a periodistas o persecución a políticos opositores. Cuando el régimen quiere actuar en contra tuyo, lo hace de una forma fugaz y brutal, de un día para otro.
Yo creo que Bukele, que ha estado duplicando el ejército, que ha estado aumentando la policía, está preparándose para un escenario: cuando los aplausos dejen de sonar, las botas militares van a sonar. Y eso es lo que hace la gente con un propósito autoritario, es decir, si no le gusta por las buenas, le va a gustar por las malas.
— ¿Es una realidad que El Salvador ahora es el país más pacífico de América Latina?
Depende, preguntarle a uno de cada 57 salvadoreños que están presos, y la mayoría sin un juicio abierto, para esa gente El Salvador no es pacífico. Uno de cada 57 es la tasa carcelaria más alta del mundo. ¿Qué si es cierto cuando dicen que Bukele se acabó con las pandillas? Sí, es verdad. Bukele, con su régimen de excepción, con ese régimen que ha encarcelado a más de 85.000 salvadoreños, logró acabar a la estructura de las pandillas tal como se conocía. Entonces, hay matices, es decir, ¿El Salvador es pacífico para la señora que ya no paga extorsión a las pandillas? Sí. ¿Es pacífico para la madre de un muchacho que no era pandillero y que ahora está preso? No.
— ¿En qué momento Bukele le declara la guerra a El Faro?
Desde que llegó al poder. Empezamos a investigar, y como estábamos intervenidos por Pegasus supongo que lo sabían. Nosotros en el 2020 publicamos las primeras evidencias gubernamentales, documentos oficiales de su pacto con la Mara Salvatrucha. Bukele, al tener ese proyecto personalista tremendo, de alguien que no está dispuesto a dar cuentas, sólo entiende de elogios; la crítica y la revelación no le gustan, él es alérgico a eso. Y El Faro siempre ha sido un medio que tiene un principio: vigilamos el poder cuando el poder se ejerce. Bukele antes leía El Faro y ponía tuits diciendo que era excelente, incluso lo tuvimos en un foro centroamericano de periodismo cuando era alcalde de San Salvador, porque El Faro estaba principalmente vigilando a quienes tenían el poder, al FMLN. Pero cuando él tuvo el poder y lo empezamos a vigilar ya no le gustó El Faro.
Hicimos lo mismo que hacíamos con otros presidentes, pero cuando lo hicimos con él no le gustó. Y a partir de entonces Bukele convirtió a El Faro en un enemigo personal, y así nos ha tratado.
— ¿El pacto del Gobierno con las pandillas que ustedes revelaron está vigente o ya se ha roto?
Ese pacto se rompió en marzo de 2022. Bukele sostuvo ese pacto desde que llegó al poder en junio de 2019. La evidencia está publicada. Hemos publicado hasta fotografías de cuando entraban a los penales los funcionarios públicos enmascarados. Pero si alguien no le quiere creer a El Faro y a las pruebas oficiales, el Departamento de Estado de Estados Unidos ya ha mencionado en varias líneas ese pacto y ha metido en la Lista Engel a los dos funcionarios de Bukele que coordinaban ese pacto. Pero por si alguien no lo quiere creer, en el juicio en Long Island, Nueva York, contra los 27 líderes del MS que está avanzando, hay varias líneas donde queda claro y se menciona que había un pacto entre Bukele y los pandilleros. Pero en marzo de 2022, la MS cometió la tercera masacre durante el pacto. Cada vez que la pandilla se sentía traicionada, mataba a salvadoreños. En la primera masacre de la era Bukele mataron a más de 30 personas, en la segunda más de 50 y en la de marzo asesinan a 87 personas en un fin de semana; el sábado 26 de marzo de 2022 asesinaron a 62 salvadoreños, fue el día más violento de toda la posguerra. Y entonces Bukele decide romper el pacto e iniciar el régimen de excepción.
— ¿El juicio que hay en Estados Unidos contra estos líderes pandilleros podría alcanzar de alguna manera directamente a Bukele? Es decir, ¿si él intervino personalmente para no extraditar a los pandilleros pedidos por Estados Unidos, le puede alcanzar este juicio?
No tengo ninguna duda de que una de las líneas de investigación de la fiscalía es el pacto de Bukele con las pandillas. Es decir, y hay una clave muy importante. Cuando todavía existía un pacto, en noviembre de 2021, el gobierno liberó ilegalmente a uno de los máximos líderes del MS, alias Crook, Elmer Canales Rivera. Lo liberó para que pacificara las estructuras en la calle que se estaban descontrolando. A ese hombre le faltaban 40 años de condena en El Salvador. Pero como el pacto se acabó, Crook huyó. El FBI lo capturó el año pasado en México y ahora está declarando en las cortes de Estados Unidos. Ese hombre que tendría que estar 40 años más preso en El Salvador es la prueba viviente del pacto entre Bukele y las pandillas. Y ahora ya está bajo el control del gobierno estadounidense. No tenemos ninguna duda de que en el juicio de Long Island, tarde o temprano se va a hablar del pacto entre Bukele y las pandillas.
— Bukele acusó directamente a El Faro de lavado de dinero. ¿Esa situación se ha judicializado?
Bukele nos acusa en cadena nacional, sin presentar ninguna prueba, de lavado de dinero. Pocos días después, la fiscalía nos mete cinco auditorías fiscales. El Ministerio de Hacienda se toma nuestras instalaciones. Nos hemos defendido sin irnos a ningún lugar en cada una de las auditorías. Hemos explicado cada detalle que nos han pedido los inspectores. Hemos justificado con contratos, con documentos, cada uno de los proyectos que hacemos. Además, si alguien quiere ver quién financia a El Faro, está en nuestra página web. Nunca lo esconderíamos. Pero entendimos a través de comunicación con algunos de los inspectores fiscales, y gracias a nuestras fuentes, que lo que estaban buscando no era la comisión de un delito, sino la construcción de un caso político. Y suponemos, porque esos procesos aún no han acabado, que van a terminar de formas ridículas, porque algunos de esos argumentos eran ridículos. Van a terminar, suponemos, respaldando las palabras públicas del dictador y diciendo lo que se adapte a la realidad que él planteó. Seguimos en ese proceso, que nos ha encarecido el procedimiento del periódico, ha desgastado al equipo administrativo, nos ha obligado a dedicarle mucho tiempo a defendernos y, por tanto, a perder tiempo.
— Pero El Faro no va a dejar de investigar al poder...
No, nosotros mudamos la estructura administrativa para Costa Rica, pero todas las personas del periódico continuamos en El Salvador. La mudamos porque entendimos que lo que Bukele quería hacer era congelar nuestras cuentas para que no pudiéramos pagar salarios e impedir que sigamos funcionando. Ahora ya no somos una empresa salvadoreña, sino una fundación costarricense, pero seguimos en El Salvador. Suponemos que cuando a Bukele se le agoten todas las estrategias de desgaste de este tipo, va a empezar a ejercer algunas más violentas. Yo siempre le he dicho, y lo voy a sostener, que en El Salvador, tarde o temprano, algunos de nosotros vamos a acabar presos. Pero no pensamos detenernos. El equipo de El Faro, hoy mismo, está cocinando una investigación importante sobre corrupción en el gobierno de Bukele. De ninguna forma estamos pensando en parar.
— ¿Qué opina cuando políticos de la región prometen a sus electores que van a traer el modelo Bukele?
Yo lo que les digo es que no existe un modelo. Cuando alguien dice modelo, suena que hay una articulación de políticas públicas que es medible y comprensible. El modelo Bukele solo tiene una regla: denle todo el poder a un hombre. Si les gusta ese modelo, bueno, suerte, pero ese es todo el modelo Bukele. Si alguien quiere ese modelo, entienda que le gustan las dictaduras y no la democracia. Pero está bien, cada quien tiene derecho a hacer lo que quiera. Pero yo les dejo una pregunta ¿Cuándo en el mediano plazo salió bien en Latinoamérica darle todo el poder a un hombre? Busquen en la historia un ejemplo de cuándo salió bien en el mediano plazo, cuándo no llevó a una catástrofe darle todo el poder a un solo hombre.
— ¿Cuál es la ideología del presidente de Bukele?
Bukele es un hombre que se mueve por intereses, no por ideología. Era del partido de izquierda. Fue funcionario de dos alcaldías durante siete años con el FMLN, con la exguerrilla. Bukele era alguien que andaba hasta el 2017 con una gorra roja con estrella y que le dedicaba tuits en el aniversario de la muerte del Che Guevara y que saludaba a los guerrilleros salvadoreños y a Fidel Castro, y decía que la Nicaragua de Daniel Ortega era un excelente lugar. Y después de repente se ha convertido en uno de los hombres más conservadores de derecha, porque le conviene acercarse a esas cúpulas estadounidenses de alto conservadurismo radical de derecha anti-inmigrantes, y Bukele siendo un hombre de un país lleno de migrantes. Ahora se vende como alguien de derecha, pero transitó eso en un par de años. Pasó de ser un hombre con una gorra roja y una estrella en el medio a venderse ahora como el hombre más conservador de los conservadores.
Bukele no tiene ideología, tiene intereses. Y su ideología se va a adaptar al sitio que le beneficie en la consecución de sus intereses. Si Bukele tiene que volver a ser de izquierda, se va a volver a ser de izquierda. Y si tiene que volver a ser de derecha, se va a volver a ser de derecha. Y así va a transitar en ese baile infinito dependiendo de los intereses del momento.
— El presidente invoca bastante a Dios también...
Sí, claro. Bukele incluso dice que habla con Dios. Cuando en el 2021 se toma a la Asamblea Legislativa con militares, él se sienta en la silla del presidente del primer órgano de Estado usurpándolo y dice que va a hablar con Dios, y Dios le contesta inmediatamente. Y por suerte, Dios le dijo, según Bukele, que no disolviera el Parlamento, que tuviera paciencia. Y luego salió a decírselo a la turba que había convocado. Es decir, Bukele se vende como alguien que en el momento que le habla a Dios, Dios le contesta inmediatamente.
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