El secretario de Estado Antony Blinken se dirige a Asia Central con la esperanza de que un mayor compromiso de Estados Unidos tranquilice a las exrepúblicas soviéticas afectadas por la guerra de Ucrania, aunque la influencia histórica de Rusia limita el alcance de la cooperación.
Días después del primer aniversario de la invasión de Ucrania, el jefe de la diplomacia estadounidense sostendrá conversaciones el martes en Kazajistán y luego en Uzbekistán y se reunirá con los ministros de exteriores de los cinco antiguos estados soviéticos de Asia Central en Astana, la capital kazaja.
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Donald Lu, el diplomático estadounidense a cargo del sur y centro de Asia, afirmó que Estados Unidos era realista sobre el hecho de que estas cinco naciones no cortarían sus relaciones con Rusia o con China, su otra potencia vecina, que viene aumentando su presencia.
Sin embargo, dijo que Blinken mostraría que Estados Unidos es un “socio confiable” y diferente a Moscú y Beijing.
“Tenemos algo que ofrecer en términos de compromiso económico, pero también en términos de los valores que traemos a la mesa”, explicó Lu a los periodistas.
Tras un año de viajar por el mundo en una campaña de apoyo para Ucrania, la misión de Blinken esta vez podría ser la más sutil hasta ahora.
Diplomáticos y expertos dicen que los líderes de Asia Central están caminando por la cuerda floja debido a los acuerdos formales de seguridad que tienen con Moscú y a la abrumadora influencia económica y en seguridad de Rusia, incluso como país de destino para sus trabajadores.
Los cinco estados se abstuvieron o no votaron en la Asamblea General de Naciones Unidas el jueves, que exigía al ejército ruso retirarse de Ucrania.
Para Estados Unidos, “el cielo es el límite en Asia Central en este momento”, dice Jennifer Brick Murtazashvili, experta en la región del centro de análisis Carnegie Endowment for International Peace y de la Universidad de Pittsburgh.
“Hay un deseo real entre los líderes de estas naciones de apartarse de Rusia. Creo que entienden que Rusia es una amenaza para ellos, aunque geográficamente hay muy poco que puedan hacer al respecto y su situación económica no les dé demasiadas opciones”, explica.
“Así que creo que hay una oportunidad real para Estados Unidos de ser creativo, de comprometerse con los líderes de estos países y un poco encontrarse con ellos allí donde ellos están”.
Postura compleja
Kazajistán, el país con el que Rusia tiene la frontera más extensa, es uno de los que tiene una relación más compleja con Moscú. Ha sido cuidadoso con los derechos de su considerable minoría étnica rusa, todavía más después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, señaló el trato que Ucrania les daba a los rusoparlantes como una de las justificaciones de la invasión.
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El presidente kazajo, Kassym-Jomart Tokáyev, quien se reunirá con Blinken, viajó el año pasado a ver a Putin y reafirmó su sociedad con Rusia.
Sin embargo, recientemente habló con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, e instó a un fin negociado del conflicto basado en el derecho internacional. Además, Kazajistán ha recibido a decenas de miles de rusos que huyen del servicio militar.
Un mes antes de la invasión de Ucrania, Tokáyev convocó a las fuerzas lideradas por Rusia para ayudar a recuperar el control luego de disturbios en su país, pero rápidamente les pidió retirarse ante la oposición pública.
El presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon, saltó a la palestra en octubre cuando se hizo viral un video en el que regañaba públicamente a Putin durante una reunión regional, donde acusaba a Rusia de ignorar los intereses de los países de Asia Central.
Estados Unidos ha visto señales de esperanza en materia de derechos humanos, una preocupación de vieja data en una región históricamente conducida por gobiernos autoritarios.
Lu destacó la reciente condena en Kazajistán a oficiales de policía acusados de tortura durante las protestas del año pasado, y también la abolición en Uzbekistán del trabajo forzoso infantil en los cultivos de algodón.
“Es realmente muy destacable. No sé si hayamos visto un progreso paralelo tan rápido en otro lugar del mundo”, subrayó el diplomático.
¿Tratados como un ‘afluente’?
La guerra en Ucrania no es la primera crisis internacional que ha virado el foco de atención hacia Asia Central.
Uzbekistán tuvo un papel de liderazgo al apoyar al ejército de Estados Unidos en su guerra en Afganistán, que el presidente estadounidense Joe Biden terminó en 2021.
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En 2020, durante la última visita de un secretario de Estado a la región, Mike Pompeo alentó a los países de Asia Central a reducir sus lazos con Beijing a propósito de las preocupaciones sobre derechos humanos en la región de Xinjiang.
La profesora Murtazashvili dice que Estados Unidos cometió un error al ver a Asia Central como un “confín estancado” vinculado a políticas ajenas, y que haría mejor si usara una estrategia que valore la autonomía de sus líderes.
“Estos países están, de hecho, en una posición realmente interesante para servir de equilibrio entre Rusia y China, y muchos de ellos lo han hecho con notable habilidad”, añadió.
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