No importa cuánto tiempo pase desde el 11 de setiembre del 2001. Para los seres queridos de las casi 3.000 personas que perdieron la vida aquel día de infamia, el tiempo sigue aún sin tener sentido, y recordar será siempre un ejercicio de dolor. Hoy se sabe que entre quienes comparten esos sentimientos hay seis familias peruanas, y no cinco, como se creía hasta hace poco.
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En el Consulado del Perú en Nueva York hay una placa conmemorativa a los compatriotas fallecidos. Este sábado, exactamente 20 años después de los peores atentados terroristas de la historia, una nueva placa tomó el lugar de la anterior e incluyó por primera vez el nombre de la peruana Giovanna Porras.
Hasta hace un par de años, cada homenaje, acto o comunicado oficial sobre el ataque terrorista a las Torres Gemelas daba cuenta del deceso de cinco compatriotas, todos varones. Algunas de sus historias llegaron con más detalles a los medios gracias a las voces de sus familias, mientras que otras son menos conocidas y han podido reconstruirse gracias a la escueta información disponible en el sitio web oficial de los atentados y con ayuda de los datos consignados en obituarios virtuales que se pueden leer en Internet.
Sueños y trabajo duro
En Paterson, Nueva Jersey, la estación de trenes que lleva el nombre del peruano Kenneth Patrick Lira Arévalo es una de las pruebas del cariño con la que esa ciudad recuerda al compatriota, el único de sus residentes fallecido el 11-S.
Kenneth tenía 28 años y una prometedora carrera como ingeniero de sistemas. Aquella mañana de setiembre salió de su casa en Paterson rumbo a Nueva York. Llevaba poco más de tres años trabajando como técnico informático para la empresa Genuity Networking Communications, en el piso 107 de la torre sur, a solo tres pisos de la cima. Había planeado reunirse con su hermano luego del trabajo para practicar jet ski. Pero eso no ocurrió.
Aunque cada vez les resulta más difícil hablar en público, los familiares de Kenneth participarán hoy en una ceremonia ofrecida por la ciudad de Paterson y también preparan una vigilia afuera de su hogar.
En Lima, la familia de Ivhán Luis Carpio Bautista lo recordará con una misa. El peruano, que el día de los ataques cumplía 24 años, trabajaba como asistente de cocina para el restaurante Windows Of The World, en el piso 107 de la Torre Norte.
El joven llevaba un par de años viviendo en Estados Unidos y las buenas noticias habían empezado a llegar. El día anterior al ataque supo que había sido aceptado en el John Jay College of Criminal Justice y lo invadió la felicidad. Su sueño se frustró cuando el primer avión suicida golpeó la Torre Norte y él quedó atrapado. Ivhán pudo hablar por teléfono con una tía suya tras el impacto del avión, pero finalmente la estructura colapsó. Sus restos nunca fueron encontrados.
Los atentados también se cobraron la vida de Roberto Gabriel Martínez Escanel, quien a sus 23 años trabajaba en la empresa de seguridad Semming Security, en el piso 1 de la Torre Sur. Tenía un hijo y estaba comprometido. Amaba los deportes y jugaba baloncesto casi todos los días después del trabajo. Era fanático de los Mets & Knicks. Sus restos demoraron en ser encontrados y fueron enterrados el 15 de abril del 2002.
Tras los ataques, Lisa Martínez, su novia, le dedicó un homenaje en el sitio web de memoriales Legacy, en el que contó que el 11 de setiembre del 2001 Roberto estaba dentro de una de las torres escoltando a la gente a un lugar seguro. Los restos del peruano demoraron en ser encontrados y fueron enterrados el 15 de abril del 2002.
Los compatriotas Julio Fernández Ramírez, de 51 años, y Luis Clodoaldo Revilla Mier, de 54, también perdieron la vida trabajando.
Fernández trabajaba en la empresa de pinturas industriales Hudson Shatz, en el piso 92 de la Torre Norte. Había vivido prácticamente toda su vida en Queens, Nueva York. Estaba casado y era padre de dos hijos.
Según el sitio web del memorial del 11-S, Julio disfrutaba jugar fútbol y cocinar comida peruana para amigos y familiares. Evacuó tras los ataques, pero quedó atrapado en el derrumbe de las torres. Los restos de Fernández fueron hallados el 13 de setiembre del 2001. Su carnet de trabajo apareció intacto.
Revilla, por su parte, trabajó durante 26 años para Washington Group International Inc, como diseñador informático de nivel III. La empresa estaba localizada en el piso 91 de la Torre Sur. Sus restos fueron localizados el 19 de noviembre del 2001.
En estos años, su esposa Nancy y sus hijos lo han recordado emotivamente con mensajes en un memorial virtual. “Querido papá: No importa cuánto tiempo haya pasado, ¡todavía se piensa en cada minuto del día! Te amamos y te extrañamos mucho. Tus nietos son tan grandes, y sé que estarías muy orgulloso de ellos”, escribió Tanya Revilla en el 2016.
La única mujer
Giovanna Porras fue considerada como peruana casi por casualidad. Hace un par de años, el Consulado del Perú en Nueva York encontró que la página web oficial del 11-S indicaba a Lima (Perú) como el lugar de nacimiento de la joven, que tenía 24 años al momento de la tragedia. Decía también que perdió la vida en la torre norte, donde era empleada de una empresa de telecomunicaciones.
“Su incorporación en la lista oficial ha sido muy reciente. No sabemos mucho de esta joven. Encontramos algo de información en ciertos medios de prensa, pero no hemos tenido contacto alguno con sus familiares. Lamentablemente, no tenemos detalles de su otro nombre u otro apellido”, dice a El Comercio la cónsul general del Perú en Nueva York, Marita Landaveri, que manifiesta que si alguien tiene más información de ella, puede comunicarse con el consulado.
De lo reportado por la prensa estadounidense, destaca un memorial publicado por “The New York Times” en el 2001, donde Porras es descrita como una joven contadora de Queens conocida por ser muy amorosa con su familia.
“Giovanna Porras realizó muchos de sus sueños este año. En enero recibió un título de contadora asociada de Baruch College, y hace seis meses consiguió un trabajo de contabilidad en General Telecom”, decía el inicio del artículo.
LA VOZ DE DOS MADRES
“Quisiera que el mes de setiembre desapareciera del calendario”
Marina Arévalo
Madre de Kenneth Lira
“Aunque parezca extraño o inaudito, en lo profundo de mi ser quisiera que el mes de setiembre desapareciera del calendario. Mi dolor es profundo e indescriptible. La historia de este ataque terrorista no ha cambiado en nada. Todo sigue tan igual como si hubiese sucedido ayer. El dolor, la rabia y la impotencia perdurarán por siempre.
Mi hijo y miles más fueron víctimas inocentes de un atentado cruel, hecho por cobardes. En estas fechas me siento perdida, siento un sinfín de cosas que no alcanzo a entender. Esta fecha significa recordar, revivir segundo a segundo la magnitud de aquella tragedia que quedó grabada y sellada eternamente en nosotros.
El amor de una madre no tiene límites, es tan poderoso que ni la caída de las torres lo puede derrumbar. Mi hijo Kenny vive en mis pensamientos y en mi corazón, es el ángel que vive a mi lado día a día. Honraré y respetaré su presencia hoy, mañana y siempre”.
“Hay que aprovechar cada momento con los seres amados”
Gloria Bautista
Madre de Ivhán Carpio
“Para mí no han pasado 20 años; es como si hubiera sido ayer. Desde ese terrible atentado mi vida ha dado un vuelco tremendo. Para gente como la que cometió esos ataques la vida no vale nada, cometen sus crímenes en nombre de Dios, y Dios es amor, no violencia.
Recuerdo a mi hijo con mucho cariño. Era un joven muy cariñoso, alegre, buen estudiante, responsable. Era solidario con su familia, amigos y todos los que acudían a él. Me gustaría que lo recuerden tal cual era, puro amor, una excelente persona. Aún lo añoran sus compañeros de colegio, universidad y alumnos de karate.
El 11-S me ha enseñado que Dios nos presta a sus hijos hasta cuando ellos cumplan con su encargo en la tierra. Aprendí que se debe aprovechar al máximo cada momento con los seres amados, no dejar para después una muestra de afecto porque no sabes si mañana podrás dársela. Nadie tiene la vida comprada y se te puede ir en un segundo, cuando menos lo esperas”.
ENTREVISTA
“Los ataques siguen en la memoria de todos”
Marita Landaveri
Cónsul general del Perú en Nueva York
—¿Qué representa este aniversario del 11-S para Nueva York?
Los atentados aún están en la memoria de todos. Nueva York se vio terriblemente afectada con algo que nunca creyó posible y que sucedió frente a los ojos de todos de un momento al otro. Ha quedado grabado tanto físicamente, con muchos monumentos, como en la memoria de las familias de los fallecidos, entre ellos seis peruanos.
—¿Qué se sabe de las familias de los peruanos fallecidos?
Las familias siguen muy golpeadas. Nuestros compatriotas no quieren participar en actos públicos, para ellos es muy difícil, así nos lo han explicado los pocos con los que aún se mantiene algún tipo de contacto.
—¿Cómo recordarán la fecha la comunidad peruana y el Consulado en Nueva York?
Esta fecha es muy significativa. La comunidad peruana la va a revivir también, incluso los que no tuvieron parientes o amigos fallecidos porque la ciudad entera revive esta fecha. No tenemos información de algún evento grande de la comunidad peruana en Nueva York, pero estoy segura de que las familias recordarán a sus deudos.
En el Consulado vamos a colocar una nueva placa recordando a los seis fallecidos, cinco que estaban incluidos hace 10 años y una sexta persona que no estuvo incluida antes porque no sabíamos que era peruana. íbamos a tener a parientes de dos fallecidos, pero ellos prefieren no participar. Entonces será un acto privado, compartiremos la imagen de la placa en nuestras redes sociales.
—El terrorismo no ha desaparecido. ¿Qué mensaje es importante recordar en estos tiempos?
La comunidad peruana y todos tenemos que estar siempre alertas, nunca se sabe lo que pueda pasar. Hay que estar siempre atentos a nuestras familias, pero en general son cosas que no podemos prever.
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