Diana Villanueva tenía 16 años cuando quedó embarazada luego de una relación no consentida. El hombre que la violó, la obligó además a abortar el bebé que esperaba, algo que la atormentó durante décadas.
Cuando recuerda aquel día, enfatiza lo difícil que fue ser obligada a actuar contra su voluntad.
MIRA: El mapa que muestra dónde ya está prohibido abortar en EE.UU. y qué otros estados lo restringirán tras la sentencia de la Corte Suprema
“Afuera no había gente protestando ni rezando. A mí me daba miedo que alguien me viera porque mi mamá participaba en la iglesia (...) pero al mismo tiempo quería que alguien hubiese estado allí porque me habría dado fuerzas para decir ‘yo no quiero hacer esto’, porque literalmente él [el hombre quien la violó] me sacó del carro y me empujó”.
Villanueva es oriunda de El Paso, en el ultraconservador estado de Texas.
Ahora, con 53 años, madre de tres hijos y abuela de dos nietos, coordina el capítulo local de un retiro espiritual para quienes como ella lamentan haber atravesado un aborto.
Ideado por la psicóloga Theresa Burke y presente en decenas de países, “El viñedo de Rachel” se apoya en las escrituras bíblicas y se describe como una alternativa para “curar el dolor del aborto”.
De fe católica, Villanueva escuchó por primera vez sobre este retiro en 2011 de boca de un padre, luego de confesar “un millón de veces” la interrupción de su embarazo en la adolescencia.
“Un aborto te afecta. Te vuelve furiosa (...), puedes volverte depresiva, sentir rabia, volverte una adicta, comenzar a beber o tener pesadillas, puedes comenzar a volverte promiscua. Hemos visto esto en los retiros”, dice Villanueva.
“Muchas mujeres dicen ‘es mi cuerpo, es mi decisión’. No creo que nuestros cuerpos sean nuestros. Tu cuerpo pertenece a Cristo, y como tal, eres el templo de Cristo”, afirma.
“Derechos de las mujeres”
La batalla contra el aborto en Estados Unidos se ha librado en el nombre de Dios desde que fuese legalizado por la Corte Suprema en 1973.
Este viernes, un nuevo fallo de la máxima instancia judicial del país puso fin a este derecho que fue protegido durante casi cinco décadas, una decisión que Villanueva recibió con agrado.
Por tratarse de un sistema federal, los estados pueden mantener sus marcos legales indistintamente de la decisión de la Corte Suprema. Sin embargo, la mayoría, incluyendo Texas, tienen estrictas regulaciones contra el aborto y avanzan en dirección a ilegalizarlo por completo.
Por ejemplo, en El Paso, la ciudad natal de Villanueva, no hay más clínicas en las que sea posible abortar de forma segura.
Aunque la ciudad se encuentra en una situación singular al ser vecina de Nuevo México, donde el procedimiento es legal, legislaciones estrictas como las de Texas pueden impactar a personas fuera de sus fronteras, criminalizándolas por ayudar a alguien a ejecutar el procedimiento.
Mark Cavaliere, director de la organización Southwest Coalition for Life, que diseña programas y campañas contra el aborto, defiende este tipo de herramientas. “Quienes realizan los procedimientos son quienes cometen actos de violencia contra mujeres y niños”, dice.
Para Cavaliere, padre de cinco hijos, la legalización del aborto atentó contra las mujeres: “Durante los últimos 50 años lo que hizo es medio generar expectativas en las mujeres de que tenían que alterar y destruir las funciones naturales de su cuerpo para alcanzar las definiciones de éxito basadas en modelos masculinos en el trabajo y en las universidades”.
Sin embargo, cifras del Instituto Guttmacher, un grupo de investigación que aboga por la continuidad de este derecho, 75% de las mujeres que tuvieron un aborto en Estados Unidos en 2014 se encontraban debajo de la línea de la pobreza o tenían bajos ingresos.
Southwest Coalition for Life alberga programas como Her Care Connection que, entre otras iniciativas, ofrece ultrasonidos gratuitos en una moderna furgoneta que por dentro asemeja un lujoso consultorio.
En un intento de disuadir a mujeres decididas a interrumpir sus embarazos, el vehículo a veces está estacionado a las puertas de la Clínica para la Salud Reproductiva de las Mujeres en Santa Teresa, en Nuevo México, una de los pocos centros médicos en los cuales se realiza el procedimiento en la frontera sur.
Los programas se financian en parte gracias a donaciones en eventos, como una carrera celebrada el día de los padres en un parque de El Paso.
La edición para bebés, con dos competidores, fue una de las más emocionantes de la mañana. En un final inesperado, Leon Hernández, de un año, aceleró la gateada y superó al contrincante cuando estaba a punto de cruzar la línea de llegada.
Decenas de personas se reunieron vistiendo camisetas con consignas “provida”, entre otras.
“No importa cómo el bebé fue concebido. Nada justifica acabar con la vida de un niño”, dice Jazzmin Hernández, una maestra de 32 años que no tiene hijos. “Creo que Texas está dando ejemplo, y ojalá otros estados lo sigan y el aborto sea completamente prohibido”.
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