“Si el ejército de Estados Unidos fuera un equipo deportivo, según su historial en la guerra, estaría en las divisiones más bajas”. La certera analogía es de Harlan Ullman, un exoficial de la Marina estadounidense, experto asesor en seguridad y autor del libro “Anatomía del fracaso”, donde analiza por qué, desde la Segunda Guerra Mundial, las victorias militares de su país han sido ínfimas, teniendo en cuenta su inigualable poderío a nivel de armamento, tecnología y personal.
Lo ocurrido esta semana en Afganistán es otra muestra palpable de ello. La costosísima guerra que empezó hace 20 años para derrotar a los talibanes, que habían albergado a Osama Bin Laden, terminó con esos mismos talibanes recuperando el control del país.
Aunque la retirada militar de Estados Unidos ya estaba prevista para el 31 de agosto, ni el más pesimista hubiese predicho el avance brutal de los fundamentalistas en las últimas semanas.
MIRA: El peruano que trabajó en Kabul y conoció al presidente que acaba de huir de Afganistán
Las dramáticas escenas de gente intentando subir a aviones en el aeropuerto de Kabul, otros muriendo en los trenes de aterrizaje o cayendo desde el aire es la prueba del horror que significa para muchos quedarse en un país controlado por los fundamentalistas.
Hace 46 años, la desesperación también se apoderó de los vietnamitas del sur tras la caída de Saigón. En una de sus guerras más emblemáticas y fallidas, Estados Unidos le entregaba el control de Vietnam a los comunistas.
La herida que dejó esa guerra en los estadounidenses aún no se borra y los sucesivos presidentes prometieron que la historia no se volvería a repetir. Pero, casi un siglo después, los militares regresan a su país con otra derrota a cuestas.
Guerras no convencionales
¿Por qué el país mejor equipado del mundo ya no gana las guerras en las que se involucra? Las respuestas son muchas y no son sencillas.
“Todavía estamos estancados en la visión de que la guerra es como el Super Bowl: nos encontramos en la cancha, ambos equipos llevan uniformes, anotamos puntos, un equipo gana y cuando el juego termina te vas a tu casa. Así no es la guerra ahora”, comenta al portal Vox Dominic Tierney, catedrático del Swarthmore College y autor de varios libros sobre las guerras estadounidenses.
“La naturaleza de las guerras y los conflictos que ha asumido Estados Unidos ha cambiado, porque antes se enfrentaban a Estados y tenían los conocimientos para ello; pero ahora se enfrentan a terroristas o guerrilleros. Así pasó en Iraq, Afganistán y Libia, donde invadieron sin conocer bien a lo que se estaban metiendo”, explica a El Comercio la politóloga colombiana Silvana Amaya, analista senior de la consultora Control Risks.
MIRA: El “cementerio de imperios”: cómo los ejércitos más poderosos del mundo fueron derrotados en Afganistán en los últimos 180 años
Una opinión similar comparte el historiador y docente de la PUCP, Norberto Barreto: “En Afganistán ellos se involucran en una guerra imposible de ganar, que es la guerra contra el terrorismo a nivel global. ¿Cómo mides si vas ganando o perdiendo?”.
“Estados Unidos es muy efectivo para identificar las razones para involucrarse o intervenir en un país, pero muchas veces sin entender el contexto de las sociedades. Tienen una visión muy occidentalizada en el entendimiento de problemas estructurales de estas sociedades”, agrega Andrés Sáenz, director del Departamento de Consultoría de Crisis y Seguridad de Control Risks.
“Y no solo eso –agrega-. Estados Unidos no ha sido muy efectivo en determinar con exactitud, desde el punto de vista de la estrategia, cómo será el final de esos conflictos”.
Democracia impuesta
Y es, justamente, en el proceso de salida donde se empantanan. Tras la invasión a Afganistán e Iraq, por ejemplo, vino el consecuente objetivo de reconstruir el país ocupado y remodelarlo según el ‘american way of life’. ¿Tenía interés la mayoría de iraquíes y afganos en convertirse en una sociedad occidentalizada, según los parámetros estadounidenses o europeos? Los años y la sangre derramada han demostrado que no.
Entonces, más que derrotas militares, se trata de una mala lectura política. “Estados Unidos comenzó estos procesos en las Filipinas a inicios del siglo XX, pero los sistemas democráticos no los exportas así no más. No importa si las intenciones son buenas o malas, pero Estados Unidos se convierte en una fuerza de ocupación y eso va a producir resistencia. Muchos de los talibanes que pelean ahora no lo hacen necesariamente por cuestiones religiosas o políticas, sino porque quieren expulsar de su país a un ejército invasor”, agrega Barreto.
Sáenz también señala que este propósito de intentar recomponer un país desde cero ha llevado a los estadounidenses a fracasar. “Han intentado llevar la fórmula de la democracia a países que necesitaban una reconstrucción profunda, pero que no respondían a ese ideario de asumir un modelo de democracia occidental. A Estados Unidos le ha fallado la idea de constituir alternativas distintas que ayuden a construir una nación y todo lo que representa, como crear instituciones, partidos políticos y establecer condiciones para un Estado funcional. Y pese a ello, han insistido en promoverlo. Iraq y Afganistán son la prueba de que eso falló”.
No obstante, la mirada no es tan negativa. “No todo ha sido malo. Uno ve la expectativa de vida en Afganistán en el 2001 y era de 51 años, para el 2019 subió a 64. Ha habido mejorías, como el empoderamiento de las mujeres y la educación de las niñas, pero pretender instalar estas ideas democráticas occidentales en países tan diferentes ha tenido un costo político muy alto”, considera Amaya.
MIRA: Afganistán: la historia de la única periodista peruana que viajó al país del Medio Oriente luego del 11-S
China, el siguiente objetivo
Sin embargo, no es tan sencillo señalar que solo ha habido derrotas para Estados Unidos, pues determinar un fracaso es relativo, teniendo en cuenta que las guerras ya dejaron de ser convencionales.
“Las victorias y las derrotas en las guerras se miden en términos de si cumplen o no los objetivos por los que se iniciaron esas guerras. Ahora, el objetivo de la guerra de Afganistán, que fue en respuesta a los ataques del 11S, es que no hubiese otro atentado terrorista en el país, y eso no ha vuelto a pasar. Luego invaden Iraq para sacar a Saddam Hussein, y lo logran. El problema es lo que viene después, que es la ocupación”, refiere Barreto.
Tras la salida de Afganistán, y pese a la lluvia de críticas que han caído sobre Joe Biden por refrendar la retirada, que ya había sido establecida por Donald Trump, el verdadero objetivo de Estados Unidos se enfila hacia el Extremo Oriente: China.
Aunque Biden ha dicho que no tiene interés en entrar a ningún otro conflicto bélico, la rivalidad con el gigante asiático viene acompañado de chips en vez de balas. La ciberseguridad y la guerra comercial conformarán el siguiente capítulo de la historia de enfrentamientos estadounidenses, y del que esperan no salir, otra vez, por la puerta falsa.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- Lo último de la caída de Afganistán en manos de los talibanes
- Amrullah Saleh, el vicepresidente que odia a los talibanes y pasó a liderar la resistencia
- Cómo los ejércitos más poderosos del mundo fueron derrotados en Afganistán
- La “cacería puerta a puerta” de los talibanes contra “colaboradores de Occidente”
- El temor de los homosexuales en Afganistán con el regreso del Talibán