FILE PHOTO:    NFL Football - Jacksonville Jaguars vs Baltimore Ravens - NFL International Series - Wembley Stadium, London, Britain - September 24, 2017   Jacksonville Jaguars players kneel during the U.S. national anthem before the match   Action Images via Reuters/Andrew Boyers/File Photo
FILE PHOTO: NFL Football - Jacksonville Jaguars vs Baltimore Ravens - NFL International Series - Wembley Stadium, London, Britain - September 24, 2017 Jacksonville Jaguars players kneel during the U.S. national anthem before the match Action Images via Reuters/Andrew Boyers/File Photo
Redacción EC

Donald Trump no es un estadista, qué duda cabe, él es un hombre de televisión, maneja el escándalo y el enfrentamiento, como en los
‘reality shows’ que tan bien ha sabido explotar.

El presidente estadounidense cree que su país es una caja boba gigante, a través de la cual divide a sus ciudadanos en “buenos” o
“malos”, según su singular forma de clasifi car el mundo. Por ejemplo, en Charlottesville había “buenas personas” entre los supremacistas
blancos que agredieron a los manifestantes por los derechos civiles. Pero si se trata de un futbolista negro que hinca la rodilla al suelo mientras se entona el himno nacional –en protesta por la violencia ejercida contra los afroamericanos en su propio país– no duda
en tildarlo de “hijo de puta” y pedir su expulsión, ganándose
el aplauso de sus más fervientes seguidores, los clasemedieros blancos
que sienten que sus privilegios se perdieron cuando terminó el ‘apartheid’ en Estados Unidos.

Con un simbólico regreso a los enfrentamientos interraciales de hace
más de cinco décadas, Donald Trump atiza el fuego del patriotismo y trata de menguar el descontento de su base electoral, anticipándose
al fracaso en el Senado de su tan mentada reforma de salud.

A diferencia de los ‘reality shows’, en donde todo está controlado y nadie se sale del libreto preestablecido, la opinión pública se mueve de manera imprevisible. El multimillonario no anticipó que –en un
país donde expresar públicamente sus opiniones políticas es un derecho sustentado en la Primera Enmienda de la Constitución–
sus insultos, dignos de un ‘faite’ arrabalero y no de un mandatario, provocarían un escándalo de tal magnitud que terminaría extendiéndose a otros deportes populares, como el básquet o el béisbol, donde varios jugadores responden ahora al llamado
del hashtag #TakeTheKnee (“Arrodíllate”).

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