Al mediodía de aquel 26 de febrero, el terrorista Ramzi Ahmet Yousef y sus cómplices estacionaron una furgoneta cargada con más de 600 kilos de explosivos en el garaje subterráneo de la Torre Norte del World Trade Center (WTC) de Nueva York. Querían que colapsara tras la deflagración y que el derrumbe del emblemático rascacielos arrastrara también a la Torre Sur. Miles morirían, según el plan, pues en ambos edificios había unas 50.000 personas.
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Unos dieciocho minutos después de estacionada la furgoneta, una tremenda explosión arrasó varias plantas de la Torre Norte e incluso quienes trabajaban en pisos más altos sintieron el impacto. Murieron seis personas y más de 1.000 resultaron heridas.
Entre las víctimas mortales estaba el peruano Wilfredo Mercado (37 años), quien había nacido en Lima y vivía en Brooklyn, Nueva York, con su esposa, Olga y sus dos hijas, de 10 y tres años.
Wilfredo tenía dos trabajos en el World Trade Center: los días de semana se desempeñaba agente de compras de Windows on the World y los fines de semana como guardia de seguridad.
El 26 de febrero de 1993, estaba recibiendo entregas de alimentos en el sótano del edificio cuando explotó la furgoneta.
El papel de Khalid Sheikh Mohammed
La explosión de la furgoneta fue tan fuerte que provocó un cráter de 40 metros de ancho y dañó la estructura de la Torre Norte, pero no cayó.
Se trató del primer atentado yihadista en Estados Unidos.
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El atentado fue planeado por una pequeña célula terrorista que estaba encabezada por el pakistaní Ramzi Ahmet Yousef y la integraban Sheik Omar Abdel-Rahman, El Sayyid Nosair, Mahmud Abouhalima, Mohammad Salameh, Nidal Ayyad, Ahmad Ajaj y Abdul Rahman Yasin.
Aunque Al Qaeda no estuvo detrás del atentado, los atacantes sí recibieron financiamiento de un miembro de esa red terrorista que operaba en Afganistán, Khalid Sheikh Mohammed, quien era tío de Ramzi Yousef.
En este punto, cabe recordar que Khalid Sheikh Mohammed fue el verdadero el cerebro de los atentados del 11 de septiembre del 2001. El cabecilla de Al Qaeda, Osama Bin Laden, fue quien dio luz verde al plan, brindó apoyo logístico y lo financió.
El pakistaní Khalid Sheikh Mohamed está preso en Guantánamo desde el 2006.
Antes de la existencia de la célula de Hamburgo, los terroristas que llevaron adelante el 11S, Khalid ya había fracasado en su intención de preparar un comando que estrellara un avión contra la sede de la CIA en Estados Unidos.
Además, en 1994 ideó el plan Bojinka en alianza con el grupo terrorista filipino Abu Sayyaf. Debían secuestrar 12 aviones estadounidenses que partirían del Medio Oriente y hacerlos estallar.
El plan se frustró porque al encargado de reclutar a quienes lo ejecutarían la policía filipina le incautó una computadora donde almacenaba toda la información sobre este y otros ataques. Incluso uno de ellos hablaba de estrellar aviones contra el Pentágono, las Torres Gemelas y edificios en Chicago y San Francisco. Toda esta información fue compartida con el FBI en 1995.
El terrorista que quería sus 400 dólares
Regresando al atentado de 1993, entre los restos de la explosión el FBI encontró un fragmento de la furgoneta. Esa pieza los puso sobre la pista de los perpetradores del ataque.
El FBI identificó la pieza como parte de una furgoneta de alquiler Ryder que había sido reportada como robada en Nueva Jersey un día antes del atentado.
Mohammed Salameh, que había alquilado la furgoneta y había denunciado el robo, seguía llamando a la oficina de alquiler para que le devolvieran su depósito de 400 dólares. El FBI lo arrestó allí el 4 de marzo de 1993.
Tras ello, la policía empezó a detener a cada uno de los conspiradores, incluido Nidal Ayyad, un ingeniero que había adquirido productos químicos para la bomba; y a Mahmoud Abouhalima, que había ayudado a mezclar los productos químicos.
El FBI identificó a otro conspirador, Ahmad Ajaj, quien había sido arrestado por las autoridades de inmigración en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy en septiembre de 1992 y acusado de fraude de documentos. Su compañero de viaje era Ramzi Yousef, que también había entrado con documentos falsos pero pidió asilo político y fue admitido.
Tras los arrestos, las autoridades determinaron que Yousef había jugado un papel central en el ataque, pero estaba prófugo. Había escapado a Pakistán luego del ataque.
Los arrestos de Salameh, Abouhalima y Ayyad llevaron al FBI a la mezquita Farouq en Brooklyn, donde una figura central era el jeque Omar Abdel Rahman, un clérigo musulmán sunita extremista que se había mudado a Estados Unidos desde Egipto en 1990.
En discursos y escritos, el ciego Rahman hablaba de Estados Unidos como el opresor de los musulmanes en todo el mundo y afirmaba que era su deber religioso luchar contra los enemigos de Dios.
Un informante del FBI se enteró de un plan para atacar con bombas lugares emblemáticos de Nueva York, incluidos los túneles Holland y Lincoln. El FBI arrestó a Rahman y varios cómplices en junio de 1993.
El complot contra el World Trade Cencer
El FBI determinó que el complot para atacar el World Trade Cencer se aprobó Khaldan, un campo de entrenamiento terrorista ubicado en la frontera entre Afganistán y Pakistán.
También concluyó que Ahmad Ajaj había dejado Texas en abril de 1992 para ir a Khaldan a aprender a construir bombas. Se había reunido con Ramzi Yousef en Pakistán, donde discutieron objetivos del ataque en Estados Unidos, armaron un equipo terrorista y se les proporcionó manuales para fabricar bombas, cintas de video donde se abogaba por la acción terrorista contra Estados Unidos y documentos de identificación falsos.
Finalmente, Yousef fue capturado en Pakistán en 1995, tras el descubrimiento por parte de la policía de Filipinas del complot aéreo que contemplaba colocar bombas a bordo de una docena de aviones transpacíficos y hacerlos estallar de manera simultánea sobre Estados Unidos.
El 12 de noviembre de 1997, Ramzi Yousef fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de salir en libertad bajo palabra. Cumple su sentencia en la prisión federal de máxima seguridad ADX Florence, situada en el estado de Colorado.
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