La inmigración será el tema central del tercer día de la convención demócrata en Chicago, donde figuras clave del partido esbozarán este miércoles la visión que la campaña de la vicepresidenta y candidata Kamala Harris tiene para la política migratoria y la situación en la frontera con México.
Entre los oradores de la noche estarán los senadores que ayudaron a negociar un polémico pacto migratorio en el Congreso con sus contrapartes republicanos, que buscaba imponer a nivel legislativo duras restricciones al sistema de asilo y no ofrecía ninguna vía para legalizar a los más de 11 millones de migrantes indocumentados que viven en Estados Unidos.
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El pacto no salió adelante pero se espera que los legisladores le reiteren su apoyo, cimentando el endurecimiento de tono dentro del Partido Demócrata con respecto a la gestión de la migración.
Atrás quedó la campaña del actual presidente, Joe Biden, quien hace cuatro años se catapultó al poder presentándose como una figura opuesta al expresidente Donald Trump (2017-2021): prometía restaurar el asilo en la frontera sur y ofrecer un camino a la ciudadanía a las personas que viven en situación migratoria irregular.
En el último año, Biden ha impuesto órdenes ejecutivas que limitan el acceso a esta protección en la frontera y han sido duramente criticadas por organizaciones de derechos humanos.
La plataforma del partido, que fue aprobada el lunes, hizo también explícito este giro hacia un endurecimiento de las políticas fronterizas, pidiendo una reforma al sistema de asilo que limite la cantidad de personas que pueden pedir protección en EE.UU..
Además de los legisladores, al escenario de la convención también subirán beneficiarios del programa DACA, aprobado en 2012 bajo el mandato del expresidente Barack Obama (2009-2017) y que ofreció legalización a más de medio millón de migrantes que llegaron a EE.UU. de manera irregular cuando eran menores de edad.
La presión de una contienda electoral el 5 de noviembre contra Trump, quien ha redoblado sus ideas xenofóbas en esta campaña, ha empujado al Gobierno demócrata a tomar medidas cada vez más restrictivas para limitar la llegada de personas a la frontera sur.
Estas normas, junto a una estrecha colaboración con México para frenar las rutas y detener a los migrantes, han provocado que el número de cruces irregulares caiga a su punto más bajo en cuatro años.
La cifra mensual de detenciones en la frontera es reportada mensualmente por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y se usa en EE.UU. para tomar decisiones y medir la “efectividad” de las políticas migratorias.
Según las encuestas, la gestión de la migración es uno de los temas que más preocupan a los votantes de cara a las presidenciales y la retórica antimigrante permeó casi la totalidad de la Convención Nacional Republicana el pasado julio.
A pesar de las restricciones, cientos de miles de personas continúan emprendiendo su camino por el continente americano hacia EE.UU. la primera economía del mundo, en busca de mejores oportunidades y huyendo de profundas crisis sociales y políticas en países como Venezuela, Nicaragua o Haití.
Todo el continente americano está registrando cifras elevadas de movimiento de personas, con más de 21 millones de desplazados, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
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