Redacción EC

Primero fue con los expertos sanitarios de su país. Luego, le siguió China. Después vino la Organización Mundial de la Salud (OMS) y finalmente el jefe de Gobierno, Pedro Sánchez. Todos cayeron en la mira del mandatario estadounidense , uno de los protagonistas en la emergencia sanitaria que enfrenta el mundo por el .

El más reciente fue el mandamás ibérico, a quien Trump puso como el ejemplo perfecto de lo que no se debe hacer en la lucha contra la pandemia. “Ha ocurrido a España y a otros. A nosotros no nos mandan material defectuoso”, dijo el presidente estadounidense en su última conferencia de prensa en alusión a las 58 mil pruebas de COVID-19 que adquirió el Gobierno Español y luego tuvo que devolver por ser defectuosas.

“Eso no puede suceder en Estados Unidos (...) se prueba, se analiza y se investiga”, añadió Trump.

De momento, Sánchez no ha respondido a las declaraciones del presidente republicano. Las palabras de Trump llegan tan solo dos días después de que enfilara su artillería contra la OMS, a la que acusó de haberse “equivocado” en el manejo del COVID-19 y que “podrían haberlo advertido meses antes. Deberían haberlo sabido y probablemente lo sabían”.

Trump llegó a amenazar con “suspender el dinero que gastamos en la OMS” aunque en la misma rueda de prensa terminó descartando esa posibilidad. Desde la organización, la respuesta llegó a cargo de su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

No politice el virus”, instó el encargado etíope.

Al igual que a la OMS, Trump ha acusado en el pasado a China por la pandemia. “Estoy un poco enojado con China. Soy honesto con ustedes… por más que me agrade el presidente Xi (Jinping) y por mucho que respete y admire al país”, dijo durante una conferencia de prensa celebrada el 22 de marzo.

El mandatario estadounidense agregó además que si hubiesen obtenido información del gigante asiático “tres meses antes” se habrían podido salvar “muchas vidas en todo el mundo”.

Si bien el gobierno de China ha sido acusado de censurar información sobre los primeros casos de COVID-19 en Wuhan en diciembre del año pasado, fuentes confidenciales han declarado a la cadena estadounidense ABC que la Casa Blanca y el Pentágono recibieron un informe del Centro Nacional de Inteligencia Médica en noviembre y diciembre del 2019 advirtiendo que el nuevo virus que habían detectado “podía ser un evento catastrófico”.

El mencionado informe fue desestimado por legisladores, funcionarios federales y miembros del Consejo de Seguridad Nacional, según ABC. El mismo Trump le restó importancia a las advertencias que recibió en enero sobre el posible impacto del coronavirus.

DEL ESTAREMOS BIEN AL “YA SABÍA QUE ERA UNA PANDEMIA

Además de los encontrones con autoridades internacionales, Trump ha tenido más de una contradicción con los expertos en salud de su Gobierno, incluyendo al máximo experto en sanidad de la Casa Blanca.

En solo tres meses, el mandatario ha pasado de decirle a la cadena CNBC que “lo tenemos bajo control. Solo es una persona que vino de China y está controlado, todos vamos a estar bien” a señalar que “siempre supe que esto era real, es una pandemia. Sabía que era una pandemia mucho antes de que la denominaran así”, aseguró el 17 de marzo.

En medio de ambas declaraciones, Trump ensayó respuestas como que “hay una teoría que, en abril, cuando el clima sea más cálido, históricamente, eso ha matado a los virus” o que “(los casos) están bajando, no subiendo. Están bajando sustancialmente, no subiendo” el 26 de marzo, mismo día en el que el Secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. aseguraba “esperamos ver más casos en el país”.

No deberíamos preguntar si esto sucederá sino mas bien cuándo sucederá y cuánta gente en el país enfermará gravemente a causa de ello”, señalaba en la misma fecha la doctora Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional para Inmunización y Enfermedades Respiratorias de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Para el 2 de marzo, Estados Unidos superaba los 100 casos confirmados de COVID-19 y Trump anunciaba que tras sostener diversas reuniones “las grandes compañías tendrán vacunas, creo que relativamente pronto”.

El anuncio del mandatario llegó horas después de que el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, señalara que “no tenemos una vacuna” y que conseguir una tomaría “de un año a un año y medio”.

Ni el vicepresidente Mike Pence se ha visto exento de las declaraciones de un Trump que aseguraba que “todo el que necesite una prueba (de COVID-19) podrá tener una prueba”, tan solo un día después de que Pence -a quien le encargó liderar el grupo especializado en combatir la pandemia- admitiera que “al día de hoy no tenemos suficientes pruebas para cumplir con lo que anticipamos será la demanda en el futuro”.

La lista se extiende incluyendo a legisladores, el Partido Demócrata al que acusaba de utilizar el virus para ganar votos, más expertos en sanidad y hasta Google, plataforma que tuvo que salir a desmentir que estuvieran trabajando en una herramienta que permita hacer una autoevaluación del COVID-19 y explicar que sus planes era lanzar una plataforma con información verificada.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre del 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

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