La pandemia de coronavirus muestra una tendencia clara en Estados Unidos en las dos últimas semanas: los nuevos casos y las hospitalizaciones por el coronavirus caen, aunque los contagios diarios siguen siendo mucho más altos que en el verano boreal.
Según expertos, los motivos de esa mejoría son los gestos de precaución (uso de la mascarilla, distanciamiento físico) y el hecho de que ya disminuye el efecto de las fiestas de fin de año, en las que aumentaron las reuniones.
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Además, al menos en algunas zonas del país, el virus ya contaminó a gran parte de la población.
Los científicos recuerdan, sin embargo, que la situación es frágil y advierten que una flexibilización demasiado rápida de las restricciones podría provocar un nuevo pico de la epidemia que mató a más de 430.000 personas en Estados Unidos.
El efecto fin de año terminó
Tras una caída de los casos durante el verano boreal, los contagios volvieron a dispararse en otoño cuando, con el descenso de las temperaturas, la gente empezó a reunirse en espacios cerrados donde bajó la guardia.
Luego llegaron las fiestas tradicionales (Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo) y las reuniones entre familiares o amigos, que provocaron una nueva ola de la epidemia.
A mediados de enero, Estados Unidos registraba una media de más de 250.000 casos y más de 130.000 hospitalizaciones cada día, según los datos de la plataforma colaborativa Covid Tracking Project.
Aún mueren más de 3.000 personas por covid-19 a diario, pero la curva de los contagios va por buen camino.
“El periodo de los viajes que el virus aprovechó ya casi ha terminado”, explica Amesh Adalja, del Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria.
Una mayor prudencia
La propagación de las epidemias está vinculada al comportamiento humano. La bioestadística Natalie Dean, experta en enfermedades infecciosas de la Universidad de Florida, dice haber constatado que la población “toma medidas cuando las cifras” de contagios “aumentan en su región”.
Cita los ejemplos de Florida, Texas y Arizona, tres estados muy laxos con las medidas de prevención, donde los contagios se frenaron tras dispararse en verano, gracias a “medidas políticas o pequeños cambios de actitud”.
Brandon Brown, experto en salud pública de la Universidad de California, señala otro motivo: “el descenso de la desinformación” sobre la pandemia, ya que “es difícil negar la realidad de los más de 400.000 muertos” en el país.
Pero, aunque la población sea más prudente con el alza de los casos, ocurre lo contrario cuando caen los contagios, advierten los expertos.
Inmunidad incompleta
Estados Unidos ha registrado unos 25 millones de casos de coronavirus confirmados, pero los contagios reales podrían ser mucho más altos: entre 100 y 125 millones de personas, según Jay Bhattacharya, profesor de Medicina en Stanford.
La campaña de vacunación en las residencias de ancianos contribuyó probablemente a la caída de las hospitalizaciones y las muertes por COVID-19, dice el doctor Adalja.
Y está demostrado que las personas infectadas muestran un alto grado de inmunidad durante cierto tiempo. Cerca de 21 millones de personas tienen, además, una inmunización parcial tras haber recibido al menos una dosis de la vacuna.
En total, eso podría representar casi el 40% de los 330 millones de habitantes, pero el país aún está lejos del objetivo del 85% para alcanzar una verdadera inmunidad colectiva.
Algunos estados poco poblados se acercan, sin embargo, a esa inmunidad.
Jeffrey Shaman, epidemiólogo de la Universidad de Columbia, hizo un modelo sobre el impacto del coronavirus y considera que “entre el 50 y el 70% de la población de Dakota del Norte ha estado contagiada”.
Un caso extremo, pero el doctor Shaman explica que, entre el alza de la inmunidad en la población y el actual respeto de las medidas sanitarias, la epidemia “debería estar conteniéndose ahora”.
Al igual que el doctor Bhattacharya, Shaman teme que las medidas preventivas caigan en la primavera boreal, cuando vuelvan a aumentar los desplazamientos de la población.
También hay que tener en cuenta las mutaciones del virus. Las variantes británica, brasileña y sudafricana, más contagiosas, podrían aumentar el umbral necesario para garantizar una inmunidad colectiva. Y, en el caso de la sudafricana, provocar una amenaza de reinfección más grave.
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