El peruano Javier Juárez se graduó en el 2018 en la Universidad de Brown (Rhode Island, Estados Unidos), lugar donde años atrás su padre trabajó limpiando baños. Ambos habían llegado a Estados Unidos en 1999 tras cruzar la frontera con México en condición de indocumentados, cuando él tenía 10 años.
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El último jueves, tras 21 años radicando en ese país, recibió con alivio la noticia que la Corte Suprema bloqueó el intento del presidente Donald Trump de eliminar el programa que le permite vivir y trabajar en suelo norteamericano.
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Se trata del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), creado por Barack Obama en el 2012. Este protege de la deportación a jóvenes indocumentados conocidos como “dreamers” (soñadores).
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Javier es uno de los 649.070 jóvenes inmigrantes que cuentan con DACA; de ellos, 6.360 son peruanos, según un reporte que el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos publicó en diciembre pasado.
“Para la comunidad migrante, para mí y para mi familia, el jueves fue un día emocionante. La decisión de la Corte Suprema nos ayuda a continuar con la protección temporal del DACA. Pero han pasado ocho años desde que comenzó este programa y siempre nos preguntamos cuándo será el día en que llegue el cambio permanente, cuál es la avenida para llegar a la ciudadanía permanente. Es raro para mí decir que quiero ser norteamericano, pero no puedo regresar a Perú. De repente me hacen regresar al país para recoger mis papeles y luego no me dejan ingresar por 10 años, y mi vida está aquí”, dijo a El Comercio.
En Estados Unidos, su estatus migratorio es un limitante, pero volver al Perú sería dejar atrás a su familia, amigos y trabajo. Dejó el Callao a los 10 años sin un plan seguro de retorno.
Javier contó a El Comercio que tras acabar la escuela secundaria, en su comunidad le sugirieron que consiga algún trabajo que demande esfuerzo físico, pero tenía planes más ambiciosos e ingresó a un community college (colegio comunitario de formación superior, más económico que las universidades), donde obtuvo un título de asociado.
El siguiente paso fue ingresar a la Universidad de Brown, donde cursó un máster en Estudios Americanos. Allí recibió el encargo de dar el discurso de bienvenida en la ceremonia de graduación, donde compartió su historia de vida:
Javier trabaja en la Providence Student Union, una organización sin fines de lucro que brinda herramientas a jóvenes para que tengan una mejor educación. Cada dos años renueva su permanencia en DACA.
Bruno Villegas, a Harvard con DACA
El peruano Bruno Villegas llegó a Estados Unidos en el 2003, cuando el sistema migratorio se había endurecido como consecuencia de los atentados del 11 de setiembre del 2001.
Bruno tenía seis años cuando dejó Chiclayo e ingresó con visa de turista a Estados Unidos, junto a su hermano mayor y sus padres. Más de una década después se benefició con el programa DACA, que le permitió “acceder a un trabajo, obtener la licencia de conducir y subirme un avión para ir a Boston a estudiar en Harvard”, relató a El Comercio.
La decisión de la Corte Suprema lo tomó por sorpresa el jueves pasado: “Con la composición de la Corte Suprema, que tiene más miembros conservadores que liberales, no estábamos seguros de lo que iba a pasar. Había incertidumbre y pesimismo porque peleamos durante muchos años, pero no se ha hecho nada por nosotros, los inmigrantes”, contó.
La determinación de la corte se tomó por cinco votos contra cuatro. El presidente de ese tribunal, John Roberts, de tendencia conservadora, y otros cuatro jueces progresistas consideraron que Trump no podía poner fin al programa DACA por motivos procesales.
Bruno, de 23 años, se enteró de la noticia por un mensaje telefónico que uno de sus amigos le envió. La recibió en casa de sus padres, en California, 17 años después de dejar su natal Chiclayo.
“[Gracias a DACA] fui la primera persona de mi familia en obtener una licencia de conducir. Parece algo pequeño, pero hay mucha gente que no accede a ello, por eso fue una gran bendición. No es perfecto, pero ayuda mucho”, contó.
Actualmente trabaja como oficial de admisiones en Harvard, y aunque la decisión de la Corte Suprema puede considerarse una batalla ganada para los inmigrantes, prefiere mirar el futuro con cautela. “Al final del día queremos una solución legislativa, pero sabemos que es posible que no la haya”, dijo.
Bruno está a la expectativa de lo que pase en las elecciones presidenciales de noviembre próximo, en las que Donald Trump busca la reelección.
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Joe Biden, candidato del Partido Demócrata, tendría la misión de interponerse en el objetivo de Trump. Hasta ahora, ha prometido presentar un proyecto de ley ante el Congreso para incluir el programa DACA en los códigos de leyes. Sin embargo, también se ha negado a respaldar una despenalización de los cruces fronterizos ilegales, a diferencia de otros aspirantes presidenciales de su partido, como Bernie Sanders.
Steve Li, separado de sus padres desde hace una década
El “dreamer” y activista peruano Steve Li no ve a sus padres desde hace 10 años, cuando las autoridades norteamericanas los deportaron a China tras rechazar una solicitud de asilo.
En el 2010, Li estuvo cerca de ser deportado a Perú, su país natal, pero aquella vez la presión de los activistas a favor de los inmigrantes indocumentados tuvo resultados. Por ese entonces, estudiaba salud pública en la Universidad de California.
La historia de la familia de Li sigue el camino de la inmigración y la incertidumbre. Sus padres llegaron a Perú para ayudar a sus abuelos en la administración de un chifa que se acababa de incendiar. Li nació en Perú y estudió en el Colegio Peruano Chino 10 de Octubre, en Breña, hasta que optaron por migrar a Estados Unidos.
El programa DACA le permite continuar en suelo norteamericano y trabajar en el centro médico de la Universidad de California como director de proyectos.
“Tengo casi 20 años viviendo en Estados Unidos. El DACA ha sido un alivio y es el resultado de la organización de la comunidad indocumentada. Tuvimos que empujar durante mucho tiempo para que Obama haga algo”, contó a El Comercio.
“Aquí, en los Estados Unidos, estamos en un momento trascendental para avanzar en una legislación más justa. Es importante que cuando hablemos de inmigración también hablemos de racismo, un veneno de nuestra sociedad que recientemente se vivió con el caso de George Floyd”, agregó.
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