“¡Lo siento, pero no veo a Michael haciendo eso a pesar de la horrible cacería de brujas que están realizando los medios deshonestos!”, escribía el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 21 de abril del 2018, refiriéndose a la posibilidad de que su abogado, Michael Cohen, colaborara con las autoridades que investigaban el denominado Rusiagate, la trama según la cual Rusia interfirió en las elecciones presidenciales del 2016 en favor del candidato republicano.
MIRA: Donald Trump demanda a su exabogado Michael Cohen por más de 500 millones de dólares
En solo cinco años la situación entre Cohen y Trump ha cambiado dramáticamente, al punto que ambos se enfrentarán en los tribunales estadounidenses luego de que el letrado brindara una confesión que terminó convirtiendo a Trump en el primer presidente de la historia de su país en enfrentar cargos criminales.
Este enfrentamiento sumó un nuevo capítulo el miércoles, cuando el expresidente presentó una demanda contra su otrora defensor, acusándolo de violar la confidencialidad de un abogado con su cliente, y exigiendo la astronómica cifra de 500 millones de dólares a modo de reparación.
Pero, ¿cómo estos antiguos aliados llegaron a este punto?
EL FIEL ESCUDERO
Un confeso admirador del magnate neoyorquino desde joven, Cohen conoció a Trump luego de comprar departamentos en algunos de sus edificios a finales de la primera década de los 2000.
La relación entre ambos se consolidó al punto en el que Cohen se convirtió no solo en el abogado personal de Trump sino que llegó a ser vicepresidente de la Organización Trump recibiendo unos 500 mil dólares anuales de salario y fungiendo, básicamente, como el “solucionador” de sus problemas.
Entre sus funciones, Cohen se encargaba de amenazar a periodistas que husmeaban en los oscuros rincones financieros del magnate neoyorquino y, por supuesto, silenciar a las voces incómodas para Trump.
“Si alguien hace algo que no le gusta al señor Trump, hago todo lo que está a mi alcance para resolverlo en beneficio (del magnate)”, reconocía Cohen durante una entrevista con ABC News en el 2011.
“Si haces algo mal, voy a atacarte, agarrarte por el cuello, y no te dejaré ir hasta que termine”, agregaba a quien llegaron a apodar como el pitbull de Trump.
Precisamente su labor para silenciar voces incómodas fue la que terminó llevando a Cohen primero a la cárcel y luego a enfrentarse con su antiguo jefe.
EL TESTIMONIO DE COHEN
Fue durante la campaña presidencial del 2016, la misma que terminaría llevando a Trump a la Casa Blanca, que Cohen se encargó del trabajo sucio.
Durante cinco años se había rumorado que la exestrella de la industria pornográfica Stormy Daniels estaba buscando a algún medio para contar la aventura que mantuvo con el magnate pocos meses después de que naciera su último hijo.
Con la candidatura de Trump, las intenciones de hablar de Daniels habrían resurgido por lo que Cohen debía solucionar ese asunto. En paralelo se le presentó un problema muy similar cuando se enteró que la exmodelo de Playboy, Karen McDougal, tenía una historia similar.
El abogado, entonces, pactó una reunión con los representantes de ambas mujeres, terminó pagándole 130 mil dólares a Daniels y gestionó otros 150 mil dólares para McDougal, a cambio de que mantuvieran silencio sobre los supuestos amoríos.
El trato se cerró y, aunque los rumores siguieron corriendo, no se tuvo mayor certeza al respecto hasta el 2018.
Para ese punto la relación entre Trump y Cohen ya se encontraba resquebrajada, principalmente porque el presidente había decidido prescindir de su fiel escudero durante su paso por la Casa Blanca.
El allanamiento de su casa y empresas, además, terminó torciendo la voluntad de Cohen, quien admitió en agosto de ese año que había realizado los acuerdos con las mujeres antes mencionadas.
LA DEMANDA DE TRUMP
Los pagos de Cohen a Daniels y McDougal constituyen una serie de delitos -o por lo menos faltas en algunos casos- que son evaluados actualmente por la justicia estadounidense.
Los principales de ellos son que las leyes de financiamiento de campañas electorales prohíben que una persona contribuya a éstas con más de 2.700 dólares; y el otro es que el estado de Nueva York prohíbe la falsificación de registros comerciales, esto último porque la Organización Trump habría depositado 360 mil dólares, y un bono extra de 60 mil dólares para el abogado, registrándolos como “servicios legales”.
Cohen terminó declarándose culpable de los cargos en su contra, que también sumaron haber mentido -u omitido información- durante una audiencia en la que fue citado al Congreso de Estados Unidos, y en diciembre del 2018 lo sentenciaron a tres años de cárcel, aunque cumplió gran parte de su condena bajo arresto domiciliario en su lujoso departamento en Park Avenue.
En el 2020, poco antes de cumplir su condena, Cohen publicó “Disloyal: A memoir” (“Desleal: unas memorias”), un libro donde calificaba a Trump de “tramposo, mentiroso, fraude, intimidador, racista, depredador (sexual) y estafador”.
Pero, al mismo tiempo, se convirtió en la pieza clave que necesitaba el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, para armar el caso contra Trump bajo el que se ha acusado al expresidente de 34 cargos penales, un hecho sin precedentes en la historia política estadounidense.
Ante este proceso, en el que Trump se ha declarado no culpable y que ha calificado como “un insulto a nuestro país”, además de “una persecución y no una investigación”, el expresidente ha cargado contra el fiscal Bragg, el juez Juan Manuel Merchan -a quien señala de “odiarlo”- y ahora contra Cohen.
Este miércoles, Trump demandó a su exabogado por violar su relación abogado-cliente al revelar sus “confidencias” y “difundir falsedades” en libros, podcasts y apariciones en los medios.
En el documento presentado ante un tribunal federal de Florida, el exmandatario exige una reparación de 500 millones de dólares.
- ¿Qué tan importante resulta la participación de Cohen en este proceso?
Cohen es el testigo estrella en el caso más contundente que tendría la Fiscalía de Nueva York contra Trump. En el juicio hay más de 30 estipulaciones de fallas técnicas de negocios, lo que coloquialmente llamaríamos trampa. El punto esencial es que esos malos manejos administrativos y contables se hicieron para cometer un delito electoral, para evadir la justicia y encubrir un delito de otro orden. Ese es el testimonio que ofrece Michael Cohen.
- ¿Trump está entrampando el sistema judicial con esta demanda?
Por supuesto. Es una estrategia muy inteligente. Si consigue amedrentar o conciliar al testigo estrella, algo que también ha intentado con el fiscal Bragg, el caso perdería a una pieza crucial. Es una parte de la estrategia jurídica y de negociación que ha seguido Trump durante toda su vida, es un especialista en la esgrima en los tribunales.
- ¿Un saboteador?
En términos legales se dice que es mejor un mal arreglo que una buena pelea. La defensa de Trump buscará acogerse a un acuerdo de no divulgación que firmó Cohen en su momento. Si puede presionar para que no testifique o le cueste más trabajo lo hará.
- ¿En qué posición dejará a Trump este juicio?
En este momento va muy fuerte y le conviene mucho todo este escándalo y victimización. Le ofrece la visibilidad que ningún otro candidato tiene y le da a su base una intención de movilizarse que no tendría de otra forma. En el mediano y largo plazo, si llega a demostrarse su culpabilidad, le resultará más fácil a los jerarcas republicanos que no quieren a Trump como candidato, poder apoyar a alguien más sin sufrir las consecuencias. Actualmente, si tú apoyas a alguien más dentro de los republicanos serás castigado en las primarias del partido. Esto se ve sobre todo en los miembros de la Cámara Baja que se renuevan cada dos años, en los senadores se encuentran algunas voces críticas porque son electos cada seis.
- ¿Y Cohen?
Cohen se ha visto desacreditado desde muchos ángulos, incluido el hecho de que estuviera preso. Pero recordemos que la condena fue porque omitió información en el Congreso, no mintió sobre su labor con Trump en lo personal o sobre su desarrollo profesional. La admisión de culpa fue porque en lugar de decir que se reunió 13 veces con los involucrados solo mencionó ocho. Con este argumento, Cohen busca atenuar la falta de credibilidad que podría tener.