El fiscal general Bill Barr pasó de ser uno de los mayores defensores de Donald Trump a una decepción para el presidente estadounidense. La que parecía ser una relación sólida se resquebrajó con la negativa del jurista a respaldar las denuncias de fraude electoral hechas por el mandatario. Y entonces no hubo vuelta atrás.
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El lunes, Barr anunció en una carta que dejará su cargo el próximo 23 de diciembre. No detalló los motivos de su partida a menos de un mes de tener que dejar el poder y se limitó a decir que destinará la próxima semana a cerrar asuntos pendientes antes de dejar el cargo.
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El aún fiscal general tuvo palabras de agradecimiento y admiración hacia Trump. ”Me siento muy honrado de que (el presidente) me eligiese para servir a su Administración y al pueblo estadounidense una vez más como fiscal general. Estoy orgulloso de haber desempeñado un papel en los muchos éxitos y logros sin precedentes que ha logrado para el pueblo estadounidense”, dijo Barr en la misiva que fue compartida en Twitter por el mandatario republicano.
Barr, de 70 años, fue uno de los mayores defensores de Trump y de la derecha ultraconservadora en el gobierno. Además de la gestión presidencial, respaldó la pena de muerte y recurrir a la policía federal para gestionar las manifestaciones contra la violencia policial.
Tras ser puesto al frente del Departamento de Justicia en febrero de 2019, el jurista rápidamente se ganó las críticas de los demócratas por su cercanía a Donald Trump. La oposición, que lo tildó de “abogado del presidente”, lo acusó de proteger al mandatario en la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre una posible colusión entre Rusia y la campaña del republicano en el 2016.
En un artículo de opinión reciente llamado “El perverso servilismo de Bill Barr”, el diario “The New York Times” dijo que el fiscal general se comportó como “el blanqueador moral del presidente. Trump hace el mal y Barr lo limpia”.
“Como fiscal general, se supone que es el abogado de la nación. Pero él [Barr] ha comprado el engaño autocrático de que Trump es igual a Estados Unidos, que el interés nacional y la prerrogativa presidencial están inextricablemente entrelazados. Así que él es el defensor de Trump, contra el infierno o los crímenes graves, tan seguramente como lo son Pat Cipollone o Rudy Giuliani [asesor y abogado del mandatario, respectivamente]”, apunta el medio.
Punto de quiebre
La lealtad que le profesaba a Trump no fue suficiente para que Barr respaldara las denuncias del mandatario de un fraude electoral generalizado en su contra en los comicios del 3 de noviembre.
El punto de quiebre se produjo el 1 de diciembre, cuando Barr dijo en una entrevista que su departamento “no había visto un fraude de tal magnitud que pudiera haber afectado a un resultado diferente en las elecciones”, en los casos que había examinado.
A Trump también le molestó que el fiscal general no informara durante la campaña que el Departamento de Justicia tenía abierta una investigación contra Hunter Biden, uno de los hijos del presidente electo Joe Biden. El presidente dijo que esa omisión le significó una “gran decepción”.
“¿Por qué Bill Barr no reveló la verdad al público, antes de las elecciones, sobre Hunter Biden. Joe estaba mintiendo en el escenario del debate que nada estaba mal, o que estaba pasando. La prensa lo confirmó. ¡Gran desventaja para los republicanos en las urnas!”, dijo Trump en Twitter.
Según medios locales, la relación entre ambos era tensa y prácticamente inexistente desde hacía semanas por lo que se esperaba que Barr fuera separado del cargo en cualquier momento.
Abogado ultraconservador
Barr, un abogado ultraconservador, fue fiscal general de Estados Unidos entre 1990 y 1991 durante la presidencia de George Bush padre, un cargo que volvió a ocupar a principios del 2019 luego de que Trump despidiese a su predecesor en el cargo, Jeff Sessions.
Además, trabajó brevemente dentro de la Administración de Ronald Reagan (1981-1989), en el apartado de política doméstica.
Barr, nacido en Nueva York, siempre destacó en los estudios y fue graduado con honores en sus estudios como jurista y abogado. Es un abogado diplomado en la prestigiosa Universidad de Columbia.
Durante una temporada Barr pasó al sector privado y desempeñó varios cargos corporativos de alto nivel, incluso como asesor y vicepresidente ejecutivo de la mayor operadora móvil de Estados Unidos, Verizon.
Asimismo, clama públicamente ser católico practicante por lo que ha lamentado que exista un declive de los valores religiosos en Estados Unidos y una “campaña” de los progresistas “para destruir el orden moral tradicional”.
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