¿El Colegio Electoral podría ignorar el voto popular y darle el triunfo a Donald Trump?

Trump trabaja contra el tiempo porque los plazos se acaban. El próximo 14 de diciembre es la fecha establecida por ley para que el Colegio Electoral se reúna y emita sus votos, que son los que determinan al ganador de los comicios presidenciales. El 6 de enero, el Congreso cuenta estos votos y certifica al vencedor, y el 20 de enero asume el nuevo mandatario en una masiva juramentación frente al Capitolio.

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Según los resultados, que aún no son oficiales, el demócrata Joe Biden obtuvo 306 votos electorales, de los 270 que se necesitan para obtener la presidencia. Trump se ha quedado con 232 votos.

No hay que olvidar que la elección estadounidense es indirecta; es decir, no gana la presidencia quien obtiene el mayor número de votos totales (o sea, el voto popular) sino el que gana en el Colegio Electoral.

¿Los miembros del Colegio Electoral podrían ir en contra del voto popular, certificar un voto diferente y, por lo tanto, cambiar el destino de la elección?

Para responder esto primero es necesario explicar cómo funciona este mecanismo creado por los estadounidenses en 1787 y establecido en su Constitución.

El Colegio Electoral está integrado por 538 miembros distribuidos en los 50 estados y el Distrito de Columbia, quienes se reúnen en las capitales de sus estados cada cuatro años para emitir sus votos. Esto ocurrirá este 14 de diciembre, luego que todos los estados certifiquen de manera oficial sus votos.

La mayoría de sus integrantes son funcionarios locales electos o líderes partidarios, pero sus nombres no aparecen en las boletas de sufragio, por lo que sus identidades son prácticamente desconocidas para los votantes.

La Constitución dice que cada uno de los estados puede decidir cómo asignar a sus electores o delegados. Pero para no ir en contra de la decisión de los estadounidenses, los poderes legislativos de cada estado han establecido que estos electores voten por aquel candidato que ha ganado el voto popular en el estado.

Electores infieles

No obstante, no todos los electores en la historia estadounidense han seguido los designios del voto popular. Se les llama ‘electores infieles’ pues han sufragado en contra de la voluntad de los votantes de sus estados.

Entre 1796 y 2016, unos 180 electores emitieron votos contrarios a la fórmula presidencial que ganó en su estado, aunque nunca determinaron el resultado de la elección.

En el 2016, justamente en la elección que le dio la victoria a Donald Trump, siete electores cambiaron su promesa y votaron en contra de sus estados: cinco que debían votar por Hillary Clinton lo hicieron por otro candidato y dos no respetaron el voto a favor de Trump, por lo que el republicano terminó siendo ungido presidente por 304 votos, pese a que había obtenido 306 antes de la reunión del Colegio Electoral.

Hasta la elección pasada, los electores infieles solo estaban sujetos a simples multas sino respetaban el voto popular. Sin embargo, en julio del 2020 la Corte Suprema dictaminó que los estados pueden imponer penas contra esos electores desleales y dictaminar leyes que los obliguen a ceñirse al sufragio popular en su estado.

¿Trump puede cambiar la historia?

Los esfuerzos legales de Trump, que son encabezados por su abogado personal, Rudy Giuliani, se centran en dilatar lo más posible el proceso en el Colegio Electoral con las demandas que siguen presentando en los estados claves, como Pensilvania, Georgia y Wisconsin.

Incluso, según fuentes recogidas por el portal Politico, el objetivo sería convencer a las legislaturas estatales controladas por los republicanos a presionar a sus electores para que ignoren el voto por Biden y lo hagan por Trump.

“The Washington Post”, que se basa en informaciones de dos republicanos de alto perfil y que se han reunido con Giuliani en los últimos días, sostiene una teoría similar. Incluso, el medio señala que el objetivo es que se elijan a nuevos electores, algo que solo se puede hacer antes de los comicios y no después.

No obstante, estas opciones serían muy difíciles de concretar. “Esto iría en contra de la ley en Pensilvania; y la ley de Wisconsin no otorga ningún papel a la legislatura estatal en la elección de electores presidenciales, y hay poca voluntad pública en otros estados de seguir ese camino”, señala la periodista Amber Phillips, experta en política electoral en “The Washington Post”.

Entre tanto, Giuliani continúa con su estrategia y para ello mantiene reuniones continuas con Stephen Bannon, el controvertido exasesor de la Casa Blanca y uno de los representantes de la ultraderecha en Estados Unidos que, además, pidió hace poco la decapitación del epidemiólogo Anthony Fauci.

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