Richard Moore, 57 años. Melissa Lucio, 53. El primero asesinó a un trabajador de un supermercado en 1999; la segunda, fue acusada en el 2007 de golpear, torturar y matar a su hija de dos años. Ambos fueron condenados a la pena de muerte.
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La justicia ha dispuesto que Lucio sea ejecutada este miércoles 27 de abril, convirtiéndose en la primera mujer latina en ser ajusticiada en Texas. El método: inyección letal. Y hasta hace poco, Moore debía comparecer frente a un pelotón de fusilamiento el viernes 29, la primera vez que se utiliza este recurso en Carolina del Sur.
Pero su condena se aplazó.
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Actualmente, los métodos tradicionales para acabar con la vida de las personas son cuestionados y no solo desde la retórica. La agencia AFP pone la lupa, por ejemplo, sobre el caso de Moore: “Los fabricantes rechazan entregar los ingredientes necesarios a la inyección letal”, así que al sentenciado solo le quedan dos opciones, la silla eléctrica o el pelotón de fusilamiento.
La abogada de Moore, Lindsey Vann, criticó fuertemente: “La silla eléctrica y el pelotón de fusilamiento son métodos de ejecución anticuados y bárbaros, que casi todas las jurisdicciones estadounidenses han abandonado”.
AFP coincide: dicho método se usó solo en tres ocasiones en EE. UU. desde que la Corte Suprema “restableció la pena capital” en 1976. Todas fueron en Utah.
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En este contexto, es inevitable que regrese el debate sobre la pena de muerte. “Sobre todo en lo que respecta a la forma más humana de aplicarla”, comenta el analista Octavio Pescador.
Y el fenómeno que se suscita es muy similar a los otros que toman la opinión pública. “Los flancos políticos son los mismos: demócratas en contra de la práctica y los republicanos a favor”.
La polarización, por lo tanto, también afecta a este debate.
“Los estados del sur, por ejemplo, son los únicos en donde es permisible el uso de la silla eléctrica. Pero son las inyecciones letales fallidas las que más polémica causan y, por tanto, las que más han polarizado las opiniones”, agrega el experto.
Durante el s. XX, la silla eléctrica fue el principal método de ejecución. La llegada de la inyección letal -que se aplicó por primera vez en Texas en 1892- le quitó el primer lugar. Sin embargo, en el 2018, 50 prisioneros rechazaron la inyección y prefirieron la cámara de gas nitrógeno.
Pescador no se equivoca. En octubre del 2021, el afroestadounidense de 60 años John Grant la recibió como condena por asesinato. Se convirtió así en la “primera muerte de un prisionero en los últimos siete años” en Oklahoma.
Pero el plan salió mal.
“El prisionero vomitó y convulsionó ‘dos decenas de veces’ antes de quedar inconsciente y recibir un coctel de fármacos que terminó con su vida”, informa la BBC.
Situación similar vivió Clayton Lockett, quien también pagó la misma pena en Oklahoma, solo que en abril del 2014. Él “tardó más de 40 minutos en morir”.
¿La inyección o la silla?
Amnistía Internacional recuerda que, en la historia de la humanidad, existieron diversas formas de aplicar la pena de muerte. Guillotina, garrote o la silla eléctrica. Una característica clave de estos instrumentos es que son limitados.
“Al contrario, una de las particularidades del fusilamiento es que se lleva a cabo con un instrumento del que existen millares de ejemplares: todas las sociedades cuentan con sus unidades de infantería provistas de fusiles, a las órdenes de sus respectivos oficiales”, escribe AI.
Eso explica que los “fusilamientos sean mucho más numerosas que las de otros sistemas de ejecución”.
Se trata, dice la organización, de la “forma más habitual de ejecución en los códigos de justicia militar” y, en paralelo, la “principal forma de ejecución de la población civil por parte de los militares”. Guerras, revoluciones, levantamientos, etc.
Es imposible no pensar en “Los fusilamientos del 3 de mayo” de Goya.
Fechas y datos. Desde 1976, 1.540 personas fueron ejecutadas en EE.UU. 17 de ellas mujeres. Texas es el Estado que más aportó a la cifra global, con 573. La silla cayó en desuso poco a poco: por ejemplo, desde 1985, en Carolina del Sur se usó en 7 de las 43 ejecuciones.
Con la silla eléctrica también hay polémica.
La BBC recuerda el caso de David Earl Miller -asesino de una “joven de 23 años con enfermedad mental, en 1981″-, quien luego de 36 años en prisión, pagó la pena capital. Pero en vez de aceptar morir por inyección letal, Miller pidió la silla.
¿Por qué?
Aparentemente, la inyección significa una “muerte lenta y dolorosa”.
“Al midazolam se le han atribuido ejecuciones problemáticas en al menos 7 estados del país, donde los condenados han tardado en morir y, antes de hacerlo, han dado visibles muestras de sufrimiento”, escribe la BBC.
En lo que va del 2022, hubo tres ejecuciones. El año pasado fueron 11 y, en el 2020, 17. Richard Moore podría ser el primer ejecutado en Carolina del Sur en diez años.
Se trata de una combinación de tres drogas.
“La primera, el tiopental sódico o pentobarbital, pone a la persona a dormir. La segunda provoca una parálisis y la tercera detiene el corazón”.
“Pero en los últimos años Estados Unidos ha enfrentado un faltante del primero de los tres fármacos, pues las compañías fabricantes se niegan a que este producto sea usado para la pena capital”.
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