La transición está siendo tal cual lo prometió Donald Trump: todo menos pacífica. Los últimos días de la presidencia del magnate neoyorquino serán recordados por su insistencia en un fraude electoral, el violento asalto al Capitolio y un segundo juicio político. En el camino, deja un país polarizado, azotado por la pandemia y con el temor de una nueva rebelión de sus más recalcitrantes seguidores.
Pero también deja una importante base electoral, de nada menos 74 millones de personas que votaron por él y para quienes será difícil reemplazarlo y con quien tienen un altísimo nivel de conexión.
Al respecto, conversamos con la analista estadounidense Susan Stokes, doctora en Ciencias Políticas y directora del Centro de la Democracia de la Universidad de Chicago.
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- Pese a la polémica presidencia de Trump en estos cuatro años, ¿se esperaba que terminara su mandato de esta manera?
No, pero este episodio final comienza antes de las elecciones, cuando él anunció que si perdía las elecciones iba a ser por un fraude electoral. Todos sabíamos que en la noche de las elecciones se iban a contar los votos de ese mismo día, y que los votos por correo vendrían después e iba a ver lo que se llamaba una ilusión roja, o más votos para Trump. Pero él se convenció a sí mismo que había ganado, pese a que más de 60 casos judiciales, incluso frente a jueces conservadores nombrados por él, determinaron en todos los procesos legales que la elección fue limpia. Trump tiene mucha capacidad para comunicar y conectar con su gente, con su base, es como un culto. Ellos creen todo lo que él dice, entonces tienes a unos 70 millones de votantes que creen que la elección fue robada. Entre ellos hay mucha gente pacífica, pero también hay personas violentas y que se movilizan. Entonces, estamos frente a una situación en que el presidente movilizó a su gente, hicieron una rebelión en el Congreso y causaron muchísimo terror por muchas horas. Aunque falta muy poco tiempo para que acabe su mandato, la decisión de los demócratas, y algunos republicanos, es para que se establezca en la historia que esto no puede pasar otra vez.
- ¿El objetivo de los demócratas es inhabilitarlo en el futuro para cualquier otro cargo?
El primer objetivo es bastante práctico, y es quitarle los poderes que tiene lo más pronto posible. Trump tiene acceso a las fuerzas nucleares y se cuestiona su estabilidad mental y capacidad de tomar decisiones razonables. Además, hay un llamado a protestas en todos los capitolios de los Estados. El segundo objetivo es establecer como un hecho en la historia del país que un presidente que se comporta de esta forma no puede seguir en el poder, y aunque son pocos días, es como un anuncio a las generaciones que vienen que este tipo de comportamiento es ‘impeacheable’, enjuiciable.
Además, el nivel de ira entre muchos en el Congreso es altísimo. Ellos pensaron que iban a morir, estuvieron cinco horas escondidos pensando que esta turba los mataría porque tenían armas. Otro de los objetivos es que él no pueda volver a postularse y tener un cargo público de nuevo, y pueden lograrlo en el Senado por un voto de mayoría simple.
- Hay un alto capital político que tiene Trump y que los republicanos no pueden desdeñar. Más de 74 millones de personas votaron por él. ¿Los republicanos están entre la espada y la pared, entre estar con Trump y darle la espalda a esa base electoral?
Los republicanos están profundamente divididos, porque hay institucionalistas que están señalando cómo harán ahora para sobrevivir como partido. El mismo Mitch McConnell, el republicano de mayor jerarquía en el Congreso, ha rechazado lo que ha dicho Trump, pues argumenta que nadie va a creer de aquí en adelante en las elecciones. También hay un grupo que ve como una oportunidad el hecho de que Trump se esté yendo, pues ven que hay un tesoro enorme de votos y quieren apropiarse de eso; pero también hay riesgos, porque no necesariamente el culto a una personalidad se traslada de una persona a otra. Trump es muy celoso de su propio poder, y uno no se lo imagina delegando o regalando su base electoral a otro dirigente, quizá si fuese un miembro de su propia familia, como Ivanka o Donald Jr. ¿Quién tiene la capacidad de cultivar un culto a la personalidad como Trump? Él no es fácil de copiar y pocos tienen ese nivel de poder conectar con la gente.
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- ¿Con el Partido Republicano dividido y una posible inhabilitación a un futuro cargo, cuál podría ser el futuro político de Trump, sobre todo porque ha sido silenciado en las redes sociales?
Hay la posibilidad de que ahora se vaya para abajo. A la gente no le gusta la violencia, sobre todo los republicanos centristas, eso asusta a mucha gente. Además, como dices, él no tiene acceso a sus plataformas para comunicarse y eso ha tenido un impacto. Porque el juego de Trump ha sido de nunca pedir perdón, siempre pegar más fuerte que el otro, y con él silenciado se ha roto esa dinámica y tiene un efecto. Ahora, tiene a sus aliados más cercanos en el Congreso diciendo que él no hizo nada malo, pero ellos no son él. Además, Trump no es dirigente del Partido Republicano, sino que posee ahora el Partido Republicano, pero él juega su propio juego.
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