La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó los cargos bajo los cuales el Senado decidirá el futuro del presidente Donald Trump. Estos son abuso de poder y obstrucción de la investigación congresal en su contra. Será la primera vez que el presidente en ejercicio sea sometido a juicio político por un Senado donde su propio partido (el Republicano) cuenta con mayoría (53 senadores sobre 100). Dado que para destituir al presidente se requieren 67 senadores, siempre se supo que era virtualmente imposible que Trump fuese destituido.
¿Cuál era el propósito de que una cámara de mayoría demócrata formulase cargos contra el presidente? Uno sería el de cambiar la posición que la mayoría de la opinión pública tiene en torno al proceso (afectando así las perspectivas electorales del presidente en ejercicio y de su partido). Los demócratas consiguieron eso cuando sometieron a debate en la Cámara de Representantes los cargos contra Richard Nixon en 1974. Tras la renuncia de Nixon, los demócratas ganaron la presidencia y retuvieron el control del Congreso en las elecciones de 1976. Los republicanos, en cambio, no consiguieron volcar a la opinión pública contra el Partido Demócrata durante el juicio político a Bill Clinton, perdiendo posiciones en el Congreso durante las elecciones legislativas de medio término en 1998.
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¿Por qué, en un caso, el juicio político culminó en la renuncia del presidente y en la derrota electoral de su partido; mientras que en el otro, el presidente retuvo el cargo y su partido ganó posiciones en la siguiente elección? Presumiblemente dependió de cómo la opinión pública percibía los cargos contra el presidente. En un inicio, en ambos casos, una mayoría de la opinión pública creyó que los cargos no ameritaban la destitución del presidente.
En el caso de Nixon, sin embargo, el Comité Judicial de la cámara baja consiguió nueva evidencia (las conversaciones de Nixon grabadas por él mismo), que contribuyó a cambiar la percepción del proceso (y, con ello, el respaldo que Nixon tenía entre los congresistas de su propio partido). En el caso de Clinton, los republicanos se basaron en la investigación de un tercero (el denominado reporte Starr), para procesarlo por cargos distintos a los originales (fue finalmente procesado por mentir bajo juramento sobre sus relaciones extramaritales).
Tal vez las razones por las cuales en el proceso actual no existe una mayoría clara en favor de la destitución del presidente sean dos. En primer lugar, no queda claro que el cargo fundamental esgrimido contra Trump (abuso de poder) sea de naturaleza criminal (aunque la Constitución no requiere que los cargos sean de esa naturaleza como condición para destituir a un presidente). La segunda razón sería que, además, ese cargo nos remite a un tema relativamente abstruso de política exterior (la trama ucraniana). Un tema que la mayoría percibe como de interés secundario.