El incendio Bobcat arde en el Bosque Nacional de Los Ángeles el 21 de setiembre de 2020 en Los Ángeles, California (Estados Unidos). (AFP / Frederic J. BROWN).
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Agencia AFP

Los gigantescos incendios que asolan la costa oeste de desde hace más de un mes empiezan a pasar factura sobre los hombros de los exhaustos bomberos, cuya titánica tarea se complica aún más por la pandemia del coronavirus.

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Este lunes, más de 19.000 bomberos estaban luchando contra 27 “grandes incendios” en California. Para uno de ellos, Darrell Roberts, un comandante de batallón con 20 años de experiencia, no hay duda de que la magnitud sin precedentes de los fuegos son un claro recordatorio del cambio climático y la nueva normalidad.

Cuando los recursos se agotan y literalmente todos los bomberos están en primera línea, y hay bomberos que vienen de todo Estados Unidos y otros países, sabemos que estamos entrando en un terreno desconocido”, dijo Roberts, de 42 años, a la AFP después de un despliegue de tres semanas.

No hemos visto incendios como estos antes”.

La gravedad de las continuas llamas -que han devorado más de dos millones de hectáreas en California, Oregón y el estado de Washington, y han matado a más de 30 personas- ha puesto a prueba los límites de las técnicas tradicionales de extinción de incendios y ha llevado a las brigadas a puntos de agotamiento, señaló.

Y aunque el intenso calor y las impredecibles llamas son enemigos conocidos para los bomberos, este año se suma al reto la pandemia de covid-19, que ha apretado aún más los recursos.

El COVID ya era una gran preocupación en nuestras operaciones diarias, cuando no estamos con incendios, pero ahora estamos combinando ambos”, dijo Roberts. “Y eso ha puesto una tremenda cantidad de estrés y tensión en los bomberos, porque nuestro trabajo es salvar vidas, pero ahora también tenemos que protegernos a nosotros mismos”.

Dijo que los oficiales de bomberos han tenido que ajustar la disposición de los campamentos base para reducir el riesgo de propagación, y que muchos llevan sus propias tiendas de campaña para mayor seguridad.

Imagina que has estado fuera combatiendo un incendio durante 24 a 36 horas, hace calor con temperaturas muy por encima de los 38 grados y tienes que volver a una carpa para descansar un poco antes de salir de nuevo”, dijo Roberts, padre de dos adolescentes y jefe de batallón en su estación de bomberos de Chula Vista, en el sur de California.

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Ayuda profesional

Otra tema es el hecho de que algunos de los principales incendios que se han producido en California desde mediados de agosto están ardiendo en un zonas escarpadas y remotas, por lo que los bomberos tienen que conducir o caminar varias horas para llegar a las llamas y el mismo tiempo para volver a la base después de un agotador turno.

Muchos pasan gran parte de su período de descanso reparando herramientas y otros equipos antes de salir de nuevo a combatir las llamas.

Roberts señaló que en el la línea de fuego los bomberos se dan apoyo entre ellos, y que en la base cuentan con ayuda profesional para procesar toda la muerte y destrucción que presencian y para mantener una apariencia de normalidad con sus familias.

Cuando nuestros cónyuges e hijos se enferman, en los aniversarios, cumpleaños, no siempre podemos estar ahí”, añadió. “Perdemos mucho tiempo preciado lejos de nuestras familias y no podemos recuperarlo”.

El estrés laboral se ha relacionado con la alta tasa de suicidios entre los bomberos, que son más propensos a quitarse la vida que a morir en el cumplimiento de su deber.

Las proporciones históricas de la temporada de incendios de este año, que se espera que dure hasta el final de año, han dejado claro que los incendios se están convirtiendo en la nueva y aterradora normalidad, dijo Roberts, que es miembro de la Asociación Internacional de Bomberos.

Cada año las temperaturas aumentan, seguimos estableciendo récords y cada vez es más seco”, destacó Roberts. “El cambio climático tiene un impacto directo. Es así de simple y por ahora no hay una salida a la vista”.

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Incendios forestales tiñen los cielos de San Francisco de un naranja apocalíptico. (AFP).
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