“No soy un depredador sexual, soy un delincuente”, dijo Jeffrey Epstein al periódico New York Post en 2011.
“Es la diferencia entre un asesino y una persona que roba un panecillo”, agregó.
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Ocho años después de esa declaración, el 10 de agosto de 2019, el magnate financiero estadounidense fue encontrado muerto en una celda en la ciudad de Nueva York mientras esperaba su juicio por cargos de tráfico sexual.
Aunque intentó minimizar su ya empañada reputación, la historia de Epstein es la de un multimillonario agresor sexual, condenado y convicto, cuya fortuna y amistades parecían haberlo librado de la Justicia.
Pero después de una larga investigación, en julio de 2019, quien fuera amigo del príncipe Andrés de Inglaterra o de los ex presidentes de Estados Unidos Bill Clinton y Donald Trump, fue detenido por el FBI cuando volvía de sus vacaciones en Europa.
A más de 4 años de su muerte, su caso sigue sorprendiendo e impactando con nuevas aristas.
Ahora, un juez federal de Nueva York ordenó la publicación de unos archivos que revelan los nombres de reconocidas figuras públicas relacionadas con el empresario.
Pero ¿quién era Jeffrey Epstein, el protagonista de uno de los mayores escándalos de tráfico sexual de los últimos tiempos?
Cómo entró en la élite estadounidense
Epstein, multimillonario, inversor de éxito y bien relacionado en la esfera política y económica estadounidense, empezó su carrera como profesor de matemáticas y física en el elitista Dalton School, en Nueva York.
Por recomendación del padre de un alumno, en 1976 ingresó en el banco de inversiones Bear Stearns, donde ascendió hasta convertirse en socio de la firma.
Fue allí donde tejió su red de contactos entre la gente más adinerada de Estados Unidos.
“Dada su formación matemática, lo colocamos en nuestra división de productos especiales, donde aconseja a nuestros clientes más ricos sobre las implicaciones fiscales de sus inversiones”, explicó a la revista New York Magazine Jimmy Cayne, director ejecutivo de Bear Stearns, en 2002.
Esta recomendación a sus clientes sobre ciertas transacciones que tenían ventajas tributarias le ganó el respeto de sus superiores.
Además, amplió sus contactos hasta tal punto que en 1982 lanzó su propia firma de inversiones: J. Epstein and Co.
La empresa aceptaba solo a clientes con activos que superaran los US$1.000 millones, y fue un éxito instantáneo.
Celebridades, artistas y políticos
Epstein pronto comenzó a gastar su fortuna (en una mansión en Florida, un rancho en Nuevo México y en una de las casas privadas más grande de Manhattan) y a socializar con celebridades, artistas y políticos.
“Conozco a Jeff desde hace 15 años. Es un tipo fantástico”, dijo Donald Trump a la revista New York en 2002.
“Es muy divertido estar con él. Incluso se dice que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas son más jóvenes. No hay duda: Jeffrey disfruta de su vida social”, añadió.
El magnate llevó en su jet privado a reconocidas figuras, como el expresidente Clinton o a los actores Kevin Spacey y Chris Tucker. Hizo una oferta infructuosa para comprar la revista New York con el entonces productor de cine Harvey Weinstein en 2003, el mismo año en que hizo una donación de US$30 millones a la Universidad de Harvard.
Pero también se esforzó por mantener su vida en privado y evitaba los eventos sociales y las cenas en restaurantes.
Rosa Monckton, ex directora ejecutiva de Tiffany & Co, dijo en 2003 a Vanity Fair que Epstein era “muy enigmático” y “un iceberg clásico”.
“Crees que lo conoces y luego quitas otro anillo de piel de cebolla y hay algo más extraordinario debajo”, dijo.
Controversial acuerdo de condena
Pero su vida llena de lujos comenzó a opacarse en 2005 cuando los padres de una niña de 14 años dijeron a la policía de Florida que Epstein había abusado sexualmente de su hija en su casa de Palm Beach.
La niña contó lo ocurrido e identificó a otras dos menores que estaban en la casa ese mismo día, que a su vez identificaron a otras.
Antes de que la policía de Florida elevara el caso al FBI ya habían identificado a tres decenas de posibles víctimas.
Según un extenso reportaje llevado del Miami Herald, que analizó más de 2.000 documentos, correos electrónicos y pruebas de la investigación federal, las niñas procedían en su mayoría de entornos desfavorecidos.
Epstein presuntamente les pagaba dinero a cambio de un masaje en su residencia, ofrecimiento que en la mayoría de los casos acababa en algún tipo de intercambio sexual.
Una búsqueda policial en la propiedad encontró fotografías de niñas por toda la casa.
Sin embargo, en 2008 los fiscales llegaron a un controversial acuerdo con el magnate.
De esta forma, logró eludir los cargos federales de tráfico sexual al aceptar 13 meses de cárcel y ser inscrito en el registro federal de delincuentes sexuales.
Se libró así de una posible condena de cadena perpetua.
Entre los fiscales involucrados en aquel acuerdo estaba Alexander Acosta, que fue Secretario de Trabajo en la administración Trump y renunció tras destaparse el escándalo.
Después de su condena, Epstein mantuvo sus propiedades y sus activos.
Arresto en 2019 y muerte
Pero en julio de 2019 el caso volvió a la luz pública luego de que Epstein fuera arrestado en Nueva York.
Los fiscales buscaban la confiscación de su mansión en esa ciudad, donde ocurrieron algunos de sus presuntos delitos.
Después de que el tribunal le negara la libertad bajo fianza, el multimillonario se encontraba recluido en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York.
El magnate fue acusado de traficar con docenas de niñas, explotar y abusar sexualmente de ellas e incluso pagarles para que buscaran a otras adolescentes.
Se dijo que les prometía financiarles la universidad o impulsar sus carreras en el mundo de la moda.
Incluso, la prensa bautizó su jet privado como el “Lolita Express”, haciendo referencia a las menores que transportaba de un estado a otro entre 1999 y 2007.
Epstein siempre mantuvo que él creía que todas eran mayores de 18 años y que el sexo era consentido.
Mientras estaba detenido, fue llevado brevemente al hospital por lo que, según se informó ampliamente, eran lesiones en el cuello, sobre las cuales ni los funcionarios de la prisión ni sus abogados quisieron comentar oficialmente.
En su última comparecencia ante el tribunal, el 31 de julio, quedó claro que pasaría al menos un año en prisión pues el juicio en su contra no se celebraría hasta el verano de 2020.
Pero en agosto Epstein fue hallado muerto en su celda. El empresario siempre negó haber actuado mal y se declaró inocente de los cargos en su contra.
El caso de su exnovia Ghislaine Maxwell
Después de su muerte, su exnovia, Ghislaine Maxwell, pasó a ser el centro de atención.
La hija menor del magnate de la prensa británica Robert Maxwell fue arrestada en julio de 2020 bajo sospecha de haber ayudado al abuso de menores por parte de Epstein al reclutar y preparar a víctimas que se sabía que eran menores de edad.
En diciembre de 2021, un jurado de la ciudad de Nueva York la declaró culpable de cinco de seis cargos, incluido el más grave: el de tráfico sexual de una menor.
Por ello, la mujer enfrenta 20 años de cárcel.
Algunos de los cargos se remontan a entre los años 1994 y 1997, una época en la que, según la acusación, ella era una de las socias más cercanas de Epstein y tenía una “relación íntima” con él.
En diciembre de 2020, una de las mujeres que se declaró víctima de Epstein señaló a la BBC que Maxwell controlaba a las mujeres que estaban al servicio del multimillonario.
“Ghislaine controlaba a las chicas. Era como la madame”, dijo Sarah Ransome en el programa Panorama de la BBC.
Maxwell, educada en Oxford, le presentó a Epstein a muchos de sus amigos ricos y poderosos, incluidos Bill Clinton y el príncipe Andrés.
Y aunque se cree que la relación romántica de Maxwell y Epstein duró sólo unos pocos años, ella continuó trabajando con él mucho después.
En documentos judiciales, los exempleados de la mansión Epstein en Palm Beach la describen como la administradora de la casa, que supervisaba al personal y manejaba las finanzas.
En un perfil de Vanity Fair publicado en 2003, Epstein dijo que Maxwell no era una empleada remunerada, sino su “mejor amiga”.
Durante el juicio, los fiscales acusaron a Maxwell de preparar a las niñas para que Epstein abusara de ellas. Su defensa afirmó que la estaban utilizando como chivo expiatorio de los crímenes del magnate tras su muerte.
Después de su condena, Maxwell afirmó: “El mayor arrepentimiento de mi vida es haber conocido a Jeffrey Epstein”.
También lamentó el dolor que experimentaron las víctimas y agregó: “Espero que mi condena, junto con mi duro encarcelamiento, les ayude a tener un cierre”.