En Florida, Estados Unidos, sigue siendo inolvidable el caso de Jennifer Mee, también conocida como ‘La chica hipo’, luego de ser condenada a cadena perpetua por un delito que, según ella, no cometió.
A sus 15 años de edad, Jennifer Mee presentó un caso severo de hipo que generó un fuerte auge en varios medios de comunicación estadounidenses, quienes la contactaron para mostrar su molestia a nivel internacional.
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Con el paso del tiempo, los diferentes estados del país norteamericano y demás rincones del mundo conocieron a Mee, apodándola como ‘La chica hipo’. No obstante, la situación de Jennifer Mee no solo fue un atractivo para la prensa, sino que también hubo varios programas de televisión estadounidense que se interesaron en su incontrolable hipo para producir diferentes series.
De hecho, una de las personas que contó con Mee para su aparición en televisión fue el editor y periodista Piers Morgan para entrevistar a la joven y, con base en su vida, lanzar la segunda entrega de la serie ‘Killer Women’ por la plataforma ITV.
El giro de 180 grados
Era tal la desesperación de Mee por curar su hipo que acudió a varios hipnotistas, un acupunturista, y procedió a consumir diferentes remedios caseros que le recomendaban distintas personas cercanas.
Jennifer Mee afirmó en el programa local de Estados Unidos Today Show, de la cadena NBC, tener hipo 50 veces por minuto. Sin embargo, después de un tiempo, esa molestia comenzó a desaparecer poco a poco, al igual que su fama.
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No obstante, aunque la mujer había dejado de aparecer en las pantallas de televisión, un asesinato volvió a hacerla famosa y su nombre sonó de nuevo en todos los medios de comunicación, cadenas de televisión y periódicos locales.
Tres años después de conocerse sobre su excesivo hipo, Jennifer Mee fue involucrada y condenada por el asesinato de Shannon Griffin, un hombre de 22 años de edad que trabajaba en un Walmart de Florida y era conocido de la presunta homicida.
Era el 2010, Mee conoció a Griffin por línea y lo invitó a salir con dos sujetos más que vivían con ella en un apartamento.
El pretexto con el que Mee convenció a Griffin de salir fue ir a una casa abandonada para fumar marihuana y beber algunos tragos. Junto a ella se encontraban dos personas más, quienes al parecer, y según las declaraciones, se lanzaron hacia el joven para despojarlo de sus pertenencias. Mediante el forcejeo, Griffin opuso resistencia y recibió cuatro impactos de bala.
Horas después del crimen, Jennifer Mee, LaRon Raiford y Lamont Newton fueron arrestados por robo y homicidio del joven. Según el sargento Skinner, del Departamento de Policía de San Petersburgo, Mee y sus cómplices habían planeado todo antes de llegar a la casa abandonada. Luego de ser puestos bajo arresto, los tres admitieron su participación en el crimen.
Una condena a cadena perpetua y una corta vida
Semanas antes de que se llevara a cabo el juicio de los involucrados en el asesinato de Griffin, el abogado que estaba representado a Mee, John Trevena, aseguró que su clienta sufría de esquizofrenia y del síndrome de Tourette que, según la Clínica Mayo, se trata de un trastorno “caracterizado por movimientos repetitivos o sonidos indeseados (tics) que no se pueden controlar con facilidad”.
Durante cinco días que duró el juicio, dadas las declaraciones de Trevena, Mee fue puesta bajo una evaluación psicológica para determinar si efectivamente su actuar en el lugar de los hechos había sido producto de una enfermedad mental. Sin embargo, no se encontraron resultados que arrojaran que padecía de problemas mentales.
En el 2013, la joven fue determinada como “competente para ser juzgada”. En el tribunal de Clearwater fue leído el veredicto final, en el que la jueza Nancy Moate Ley explicó que la única sentencia posible era cadena perpetua sin derecho a libertad condicional.
No obstante, su abogado se opuso al veredicto, afirmando que su cliente no planeó el robo y que no había pruebas suficientes para declararla culpable. Pero los fiscales argumentaron que sí contaban con una prueba que la dejó en evidencia, pues durante su paso por la cárcel, Mee tuvo una llamada con su madre: “Yo no maté a nadie, pero sí preparé todo y todo salió mal, mamá. Simplemente, se fue cuesta abajo después de que todo sucedió, mamá, porque yo lo planeé todo”.
Los coacusados Laron Raiford y Lamont Newton también fueron declarados culpables de homicidio grave en primer grado y fueron condenados a cadena perpetua, como lo estipuló la jueza en la lectura de la sentencia.
El abogado de Jennifer Mee volvió a solicitar un nuevo juicio para intentar eliminar la cadena perpetua, pero esta le fue denegada. Actualmente, la joven, con tan solo 31 años de edad, se encuentra presa de por vida entre cuatro muros que no la dejan ver cómo sale el Sol y cómo brilla la Luna en la noche.
“Cuando me liberen quiero ser consejera de los jóvenes. Quiero compartir mi testimonio y retribuir a la comunidad. Realmente, lo siento por cualquier familia que haya experimentado la muerte de un ser querido debido a actos inmundos de codicia y desconsideración. Siento que fue una lección aprendida en mi nombre. Quien me conoce sabe que amo a la gente. Nunca querría que nadie saliera lastimado, sin importar la situación”, dijo Mee en entrevista con ‘ABC News’.