Estados Unidos despertó este domingo en tensión por la expectativa de protestas armadas en todo el país, pero el fuerte dispositivo de seguridad desplegado en decenas de ciudades pareció disuadir a los extremistas que habían amenazado con nuevos episodios violentos.
Las pequeñas protestas armadas registradas en al menos cinco estados se saldaron sin incidentes notables, y las alertas de violencia no llegaron a materializarse la tarde del domingo, aunque las fuerzas de seguridad del país planeaban mantenerse alerta hasta después de la investidura el miércoles del presidente electo, Joe Biden.
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UN PAÍS BLINDADO
El despliegue de seguridad se activó después de que el Buró Federal de Investigación (FBI) avisara sobre posibles “protestas armadas” en toda la nación entre este sábado y el miércoles.
Las pistas que detectó el FBI en las redes sociales apuntaban a la posibilidad de un segundo asalto al Congreso de EE.UU. tras el protagonizado el pasado 6 de enero por seguidores radicales del presidente saliente Donald Trump, así como ataques a edificios de capitolios estatales en las capitales de cada estado.
Ese aviso llevó a blindar como nunca antes el centro de Washington, con vallas y alambradas que impiden el paso a un amplio perímetro que incluye el Capitolio y la Casa Blanca, y a desplegar en la capital a al menos 10.000 militares de la Guardia Nacional.
Para este miércoles, se espera que el número de militares en Washington se eleve hasta los 25.000, el quíntuple del total de 5.000 soldados desplegados ahora en Irak y Afganistán juntos, lo que convertirá a la investidura de Biden en la que cuenta con mayor despliegue de seguridad de la historia de Estados Unidos.
Las autoridades de los 50 estados del país también tomaron medidas desde el viernes para cercar los alrededores de sus capitolios estatales, y al menos 19 territorios desplegaron también allí tropas de la Guardia Nacional.
MUCHOS EXTREMISTAS SE QUEDAN EN CASA
Sin embargo, a medida que se reforzaban los dispositivos de seguridad en todo el país, algunos activistas de ultraderecha empezaron a instar a sus amigos y a otros seguidores de Trump a quedarse en casa por considerar que las protestas podían ser una “trampa” para acusarles de actos violentos.
Los más de 100 arrestos hasta la fecha de participantes en el asalto al Capitolio del pasado día 6 también podrían haber actuado como elemento de disuasión, y algunos expertos creen que los extremistas podrían haber abandonado sus planes inmediatos para centrarse en cambio en una campaña de desestabilización a más largo plazo.
El hecho de que los grupos extremistas hayan comenzado a coordinarse en aplicaciones encriptadas de mensajería como Telegram puede haber complicado los intentos de organización de protestas armadas contundentes, aunque también dificulta que las autoridades les sigan la pista.
La red social conservadora Parler, que empleaban muchos de esos grupos y que quedó fuera de servicio hace casi una semana tras su expulsión de los servidores de Amazon, volvió a funcionar este domingo tras conseguir que la alojara una nueva plataforma, llamada Epik, según la cadena CNN.
LAS PROTESTAS DEL DOMINGO
En Michigan, más de 50 manifestantes con armas de calibre militar se reunieron este domingo ante el capitolio estatal en la ciudad de Lansing, pero casi todos se marcharon pronto, abrumados por la gran presencia policial y de la Guardia Nacional alrededor del edificio.
“Estoy aquí porque me robaron mi voto”, dijo al diario The New York Times uno de los manifestantes, Richard Maurer, de 65 años, repitiendo las consignas sin pruebas sobre fraude electoral que ha diseminado Trump.
También hubo pequeñas concentraciones similares en Texas, Utah, Oregon y Ohio, donde se presentaron unos 25 miembros del movimiento extremista “boogaloo” -que confía en que una guerra civil derroque al Gobierno estadounidense-, aunque sus integrantes insistieron que no estaban allí por Trump, sino para defender su derecho a portar armas.
Los “boogaloo” coincidieron con seguidores de Trump en la protesta en Columbus (Ohio), pero más allá de algunos insultos que intercambiaron, no hubo incidentes destacables.
Las autoridades no planean bajar de todas formas la guardia hasta el miércoles, y este lunes parte de la atención se centrará en Richmond (Virginia), donde está prevista una manifestación masiva en favor del derecho a portar armas que el año pasado atrajo a unas 20.000 personas a la ciudad.
TRES DETENIDOS EN WASHINGTON
En Washington se registraron al menos tres arrestos este fin de semana: una mujer acusada de hacerse pasar por policía y dos hombres armados detenidos cerca del perímetro central de la ciudad, aunque uno de ellos aseguró después que se había perdido y que no intentaba acceder a la zona cercada.
Por ahora no se ha confirmado que ninguno de los tres detenidos tuviera una intención clara de provocar nuevos episodios de violencia en la capital, o que fueran seguidores radicales de Trump.
Pese al turbio clima político, Biden considera importante jurar su cargo el miércoles frente al Capitolio, como dicta la tradición, para enviar al mundo un mensaje sobre “la resiliencia de la democracia estadounidense”, según su directora de comunicación, Kate Bedingfield.
“Pero estamos en un momento volátil, y estamos preparándonos (...) para cualquier escenario que pueda ocurrir tras el mediodía del 20 de enero”, cuando Biden ya será presidente, matizó Bedingfield en una entrevista con ABC News.
Mientras, Trump guardó silencio durante su último fin de semana en el poder, y la Casa Blanca confirmó que dejará Washington el mismo miércoles por la mañana: una hora antes de que Biden jure su cargo, a las 11 de la mañana, ya estará en su nuevo estado de residencia, Florida.
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