Antes de ser declarado muerto, un prisionero condenado a la pena de muerte sufrió numerosas convulsiones durante su ejecución en Estados Unidos la tarde del jueves.
John Grant, un afroestadounidense de 60 años, recibió la inyección letal en una prisión de Oklahoma, en el sur de EE.UU., tras ser sentenciado a muerte por asesinato en 1999.
Una decisión de última hora de la Corte Suprema de EE.UU. autorizó el procedimiento.
Fue la primera muerte de un prisionero en los últimos siete años en ese estado, desde que una serie de ejecuciones fallidas llevaron a una moratoria temporal de la pena capital.
La manera en que murió Grant, sin embargo, ha vuelto a generar cuestionamientos sobre los métodos en que se aplica la inyección letal en Estados Unidos.
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El prisionero vomitó y convulsionó "dos decenas de veces" antes de quedar inconsciente y recibir un coctel de fármacos que terminó con su vida.
El Departamento de Correccionales de Oklahoma dijo que el procedimiento se desarrolló según lo planeado.
“La ejecución del preso Grant se llevó a cabo de acuerdo con los protocolos del Departamento de Correccionales de Oklahoma y sin complicaciones”, dijo el director de comunicaciones Justin Wolf en un comunicado.
Pero lo que atestiguaron algunos periodistas cuestiona la declaración oficial.
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¿Qué ocurrió?
Grant cumplía una pena de 130 años de cárcel por varios robos a mano armada cuando en 1998 asesinó a Gay Carter, una empleada de la cafetería de la prisión.
Testigos declararon que Grant llevó a Carter hasta un armario que se utilizaba para almacenar utensilios de limpieza y la apuñaló 16 veces con un arma hechiza.
Fue condenado a muerte en 1999, un año después del asesinato.
Entró a la cámara de la muerte la tarde del jueves luego de la última decisión de la Corte Suprema.
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Dan Snyder, un periodista de la cadena Fox, fue testigo de la ejecución junto con otros cinco reporteros.
Explicó que inmediatamente después de que le fue administrada la droga para sedarlo, midazolam, Grant comenzó a convulsionar. “Tanto así que la parte superior de su espalda se levantó repetidamente de la camilla”.
“A medida que continuaron las convulsiones, comenzó a vomitar varias veces en el transcurso de los siguientes minutos. El personal médico ingresó a la cámara de la muerte para limpiar el vómito de Grant, quien aún respiraba”, continuó.
Un minuto después, el prisionero recibió el segundo y tercer fármaco para detener su sistema respiratorio y cardíaco.
A las 4:20 pm, el personal médico revisó el pulso y miró las pupilas de Grant.
“Un minuto más tarde, a las 4:21 pm, el director del Departamento de Correccionales de Oklahoma, Scott Crow, entró en la habitación y declaró que la ejecución se había completado”, explicó Snyder.
Su testimonio es similar a otros descritos por periodistas, incluido el de Sean Murphy, de la agencia AP, quien explicó a sus colegas que Grant convulsionó “unas dos docenas de veces, de cuerpo entero”.
Aseguró que no había visto algo así en las 14 ejecuciones que ha atestiguado.
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El polémico coctel de la muerte
Los abogados de Grant argumentaron que el uso del sedante midazolam constituiría un castigo cruel e inusual, violando sus derechos constitucionales.
Ese sedante fue identificado como un factor potencial en una serie de ejecuciones fallidas en Oklahoma, la última de las cuales se llevó a cabo en 2015.
Clayton Lockett, un asesino convicto ejecutado en Oklahoma en abril de 2014, tardó más de 40 minutos en morir después de que le inyectaran una droga en el tejido muscular en lugar de en el torrente sanguíneo.
En la ejecución de Charles Warner al año siguiente, se usó un fármaco equivocado. Y otra ejecución fue cancelada en el último minuto cuando se descubrió que también un fármaco erróneo estaba a punto de ser usada nuevamente.
Todos esos casos generaron la moratoria sobre la pena de muerte en Oklahoma.
Grant “se convirtió en un experimento humano para el desafío que otros presos condenados a muerte han hecho al proceso de ejecución de Oklahoma”, afirmó Robert Dunham, director ejecutivo del Centro de Información sobre Pena de Muerte.
“Ejecuciones como esta proporcionan a los opositores a la pena de muerte más pruebas de que a los estados que tienen prisa por ejecutar simplemente no se les puede confiar la pena de muerte”, le dijo a la agencia AFP.
Una demanda contra el uso de la inyección letal de Oklahoma está programada para ir a juicio en febrero de 2022.
“No debería haber más ejecuciones en Oklahoma hasta que vayamos a juicio en febrero para abordar el problemático protocolo de inyección letal del estado”, dijo Dale Baich, abogado de Grant y otros condenados a muerte.
La ejecución de otro recluso condenado a muerte en el estado, Julius Jones, un afroestadounidense de 41 años, está programada para el 18 de noviembre.
Jones ha dicho insistentemente que es inocente y su caso ha atraído la atención de celebridades como Kim Kardashian y el mariscal del fútbol americano Baker Mayfield.
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