La inédita situación es de un dramatismo monumental. El ala más dura de los republicanos está boicoteando a su propio partido y ha impedido durante dos días la elección del nuevo presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, un cargo que, supuestamente, parecía destinado para el californiano Kevin McCarthy.
El miércoles, tras la sexta ronda de votación, los republicanos no se pusieron de acuerdo en una elección que debía ser un mero trámite, pero que ahora se ha convertido en un escándalo político y ha sumido al Congreso en el caos y la humillación. Algo que no ocurría en un siglo.
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Las votaciones se iniciaron el martes, el mismo día en que los nuevos congresistas elegidos en noviembre debían tomar juramento a sus cargos tanto en la cámara baja como en el Senado. En la Cámara de Representantes, los republicanos tenían que elegir a su vocero, un puesto en el que se desempeñó durante dos décadas la demócrata Nancy Pelosi. McCarthy había sido el jefe de los republicanos en la anterior legislatura y este era su momento para convertirse en el político más importante en Washington, después del presidente y la vicepresidenta.
Pero, increíblemente, sus propios congresistas republicanos le han dado la espalda seis veces: tres el martes y tres el miércoles. McCarthy debía conseguir 218 votos, algo que se presumía sencillo dado que ocupan 222 escaños. Pero no ha podido pues 20 legisladores, miembros del grupo Freedom Caucus, ubicado a la extrema derecha del partido, prefirieron apoyar a su colega Byron Donalds, un legislador de Florida elegido por primera vez en el 2020.
“Estados Unidos quiere una nueva cara, una nueva visión, un nuevo liderazgo”, afirmó uno de ellos, Chip Roy, de Texas.
Ante la evidente división, el propio Donald Trump instó a los congresistas a cerrar filas en torno a McCarthy. “Republicanos, no conviertan un gran triunfo en una derrota gigante y vergonzosa. Es hora de celebrar. Se lo merecen. Kevin McCarthy hará un buen trabajo, y tal vez incluso un gran trabajo”, escribió el expresidente en su red social Truth Social.
Pero ni las palabras de su propio líder los ha convencido, ni las concesiones que les ha hecho McCarthy en los últimos días para conseguir sus votos.
Así, la grieta en el Partido Republicano se sigue abriendo, mientras que los demócratas están aprovechando el momento para enrostrarles este desastre. El martes, el presidente Joe Biden señaló que el bloqueo legislativo no es su “problema”, pero advirtió a los republicanos que el espectáculo fue “vergonzoso” y que “el resto del mundo lo está viendo”.
“Mientras los demócratas aprueban leyes históricas para la gente, los republicanos no pueden siquiera elegir a un vocero”, expresó Pelosi con sorna.
Sin alternativas
Esta situación, sin precedentes en los últimos 100 años, paraliza por completo la institución. Sin presidente de la cámara baja, los congresistas no pueden prestar juramento y, por lo tanto, aprobar ningún proyecto de ley. Al no haber una salida jurídica al bloqueo, se seguirá votando hasta conseguir un ganador, algo que se presume harto complicado debido a la tozudez de los republicanos rebeldes.
McCarthy, representante de California, ha dicho que seguirá presentando su candidatura y que persistirá hasta convertirse en el vocero, algo que podría demorar más días, o semanas, como ocurrió en 1855 cuando los legisladores debieron repetir la votación 133 veces.
¿Qué puede explicar la actitud de estos legisladores republicanos?
“Creo que hay varias razones. En primer lugar, en parte se debe a la percepción de que McCarthy es un ‘insider’ de Washington entre la veintena de miembros que se oponen a él dentro del Partido Republicano”, explica a El Comercio James Riddlesperger, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Cristiana de Texas. ‘Insider’ porque lo consideran parte del ‘establishment’, que no será capaz de desafiar las normas de Washington o ‘el pantano’, como llaman despectivamente a las instituciones federales.
“En segundo lugar, hay cuestiones personales. Entre los que se oponen a McCarthy hay algunos a los que simplemente no les gusta o piensan que no está a la altura de la tarea de liderazgo. Y, en tercer lugar, habría una cuestión simbólica. Los que se oponen a él quieren señalar que no van a seguir la agenda republicana a menos que realmente les guste”, añade el experto.
Entre estos 20 republicanos, doce han negado la victoria de Joe Biden en las elecciones del 2020, según un conteo que hizo “The New York Times”. Es decir, son trumpistas que siguen hablando de fraude y consideran que McCarthy no es genuinamente leal al exmandatario.
Y eso que McCarthy desafió una cita de la comisión parlamentaria que investigó la Toma del Capitolio en el 2021, y prometió que abrirá investigaciones sobre la familia y el gobierno de Biden, así como sobre el FBI y la CIA. El problema es que McCarthy tampoco puede hacer concesiones que lo pongan en contra de los más moderados del partido, cuyo voto también necesita.
“Trump es probablemente un síntoma de las divisiones que se han ido creando durante décadas en el Partido Republicano”, prosigue Riddlesperger. “Tanto George H.W. Bush como George W. Bush empezaron a ver cómo se deshilachaba la unidad dentro del partido a medida que la división rural/urbana empezaba a controlar el cambio dentro de Estados Unidos. El partido de los presupuestos equilibrados, los impuestos bajos y la promoción del crecimiento económico empezó a competir con el partido del conservadurismo social, las fronteras cerradas y el conservadurismo religioso. Esa competencia no ha hecho más que acelerarse con el tiempo”, detalla.
Bajo este escenario, las divisiones republicanas podrían beneficiar a Joe Biden, quien podría anunciar en los próximos meses su decisión de postular nuevamente a la presidencia. A río revuelto, ganancia de pescadores.