Pocas son las personas que, como Lisa McVey, son secuestradas por un asesino y violador y viven para contarlo e incluso colaboran para poder llevarlo hasta la justicia, comprobar sus crímenes y hacerlo pagar sus penas.
La noche del 3 de noviembre de 1984, mientras la joven de 17 años estaba volviendo de su trabajo en bicicleta, un carro la tumbó y, en lugar de recibir ayuda, el conductor rápidamente le apuntó con una pistola en la sien. La orden era que entrara al auto y se desnudara mientras su captor le ponía una venda en los ojos.
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Lisa, que ese mismo día había tomado la decisión de suicidarse e incluso había escrito una nota despidiéndose, estaba siendo secuestrada por Bobby Joe Long, un asesino serial del que la Policía aún no conocía nombre, pero que había dejado ya ocho víctimas en Florida, Estados Unidos.
Los cuerpos aparecieron en estado de descomposición, amarrados en las extremidades, con las piernas en posiciones que solo se lograron porque el hombre rompió partes de su cadera.
La única sobreviviente
Según lo que contó en el documental de Netflix ‘Believe Me: The Abduction of Lisa McVey’, desde el momento en que Long le cubrió los ojos ella supo en su interior que tenía que sobrevivir a la situación, por lo que comenzó a recolectar pistas sobre quién era su captor.
Aunque no podía ver su cara, Lisa se dio cuenta de que estaba en un carro que tenía escrita la palabra ‘Magnum’ en el mando de control. Además, cuando el hombre la bajó del auto ella contó 32 pasos hasta que escuchó el sonido de la puerta de una casa.
Mientras Lisa intentaba mantenerse enfocada en conseguir pistas sobre dónde o con quién estaba, fue víctima de varios abusos sexuales y físicos por parte de Long, quien además le admitió que ya había violado a otras mujeres simplemente por “venganza” al género.
Como la sobreviviente lo recuerda, ella intentó ganarse la confianza de su captor y le dijo que podía ser su novia, lo cual hizo que Long la dejara ir al baño sola. Lisa recuerda pasar su mano por todas las superficies posibles, pues quería asegurarse de que hubiera evidencia física de su presencia en el apartamento.
También pudo reconocer que era un hombre con barba y con orejas pequeñas: “En un punto tomó mis manos y las puso sobre toda su cara. Yo nunca vi su rostro, pero con mis manos sí lo hice”.
Al parecer, la táctica que utilizó Lisa funcionó, pues a las 26 horas de su captura el hombre, que se acostaba al lado de ella mientras la tenía amarrada a la cama, le dijo que la iba a dejar en algún lugar cercano a su casa.
Cuando ya se encontraban en el carro, Long paró a retirar dinero de un cajero automático y en ese momento Lisa, que movió ligeramente la venda de sus ojos, logró ubicar exactamente donde estaban.
En el momento exacto en que Lisa volvió a poner los pies sobre el suelo tras bajarse del carro de Long, la mujer corrió lo más rápido que pudo hasta la estación policial más cercana. “Antes quería morir pero en ese momento quería vivir”, recordó.
A manos de la justicia
Gary Terry, el capitán de la Policía que estaba manejando los casos de feminicidios, recuerda en una entrevista que hizo parte del documental que Lisa fue crucial para poder localizar a Long.
”No podía creer toda la información que había retenido”, comentó. De hecho, fueron dos aspectos específicos que la mujer mencionó los que lograron identificar al hombre.
Por un lado, el letrero de ‘Mangum’ que Lisa había visto solo se encontraba en un carro rojo de referencia Dodge Magnum de 1984. Por el otro, cuando Long retiró dinero Lisa pudo ubicar el cajero, por lo que se podía rastrear la cuenta desde donde se había realizado la operación.
Cuando la Policía hizo las operaciones necesarias para ver qué persona podía tener ese carro y haber retirado dinero en esa locación, el nombre de Long -y un historial de violencia intrafamiliar y hacia las mujeres– salió a la luz.
Después de que Lisa logró identificarlo en una fotografía a pesar de jamás haberlo visto, Long fue arrestado a los 12 días de haber dejado libre a Lisa. Sin embargo, para ese momento ya había asesinado a otras dos mujeres más, de 18 y 21 años respectivamente.
Con todas las pruebas que podía dar Lisa como única víctima sobreviviente del hombre, Long fue arrestado y sentenciado a 99 años de prisión y dos penas de muerte, lo cual se cumplió el 23 de mayo de 2019, 35 años después de que fuera capturado.
Entre las personas que presenciaron su muerte estuvieron los familiares de las otras víctimas del feminicida y Lisa, quien actualmente trabaja en la oficina del sheriff del Condado de Hillsborough, mismo lugar donde se trató su caso.
“Si no lo hubiéramos arrestado cuando lo hicimos, quién sabe cuántas víctimas más habrían, cuántas víctimas Lisa salvó”, comentó el capitán en el documental.