Gisella López Lenci

El no da descanso al mundo. Ahora, es la variante ómicron la que se ha convertido en la principal preocupación de todos los países, en donde sigue expandiéndose peligrosamente. , que ha sido el que ha sumado más contagiados de COVID-19 en estos dos años de pandemia, se encuentra en estado de alerta al conocer que ómicron es ahora la cepa dominante en el país.

Ómicron representa ahora por coronavirus en Estados Unidos, informaron el lunes los Centros Federales para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Ante ello, la Casa Blanca anunció que el gobierno y que se movilizará a personal médico militar a los hospitales de ser necesario, además de donar más de 500 millones de dólares para luchar contra la pandemia en otros países.

Sobre la y el impacto que está teniendo en Estados Unidos conversamos con el médico infectólogo peruano , epidemiólogo hospitalario de la Universidad Stanford, quien señala sin miramientos que confiarse exclusivamente en las vacunas es una estrategia equivocada pues ómicron está afectando por igual a quienes se inmunizaron y no, “Las vacunas continúan manteniendo un nivel de protección contra la enfermedad severa y la muerte, lo cual es muy bueno, pero no es suficiente para que una sociedad funcione normalmente”.

El doctor apunta que pese a lo que ya se veía en Europa, el Gobierno Estadounidense está reaccionando tarde.

—Los países europeos están siendo los más afectados por ómicron, pero ahora también Estados Unidos. ¿Cómo está la situación allá para que se estén dando nuevas medidas?

La variante ómicron es la variante más transmisible que hemos tenido hasta ahora, se transmite de un modo veloz sin importar la vacunación de la persona, eso quiere decir que contagia a no vacunados, vacunados y los que tienen dosis de refuerzo. En Estados Unidos se busca, a través de las inmunizaciones, contener la transmisión del virus para que la población pueda hacer su vida normalmente; entonces ha habido un exceso de confianza en la capacidad de las vacunas en prevenir la transmisión, pero el otro problema es que la gente está harta de las medidas y creen que se merecen reunirse en Navidad. Todo se está juntando y eso ha provocado que ahora ómicron represente el 73% de los casos de COVID-19.

Eso ha hecho que ciudades como Nueva York tengan una tasa de ataque muy alta, y que la gente se sienta desprotegida porque quieren hacerse pruebas y no tienen suficiente acceso a ellas. Por ello, ha habido muchas críticas al gobierno. Cosas relativamente sencillas que se han implementado en Europa, como enviar pruebas rápidas de Covid a las casas, no se han hecho en Estados Unidos.

Cientos de personas hacen cola para realizarse pruebas de descarte de Covid-19 ante el avance de la variante ómicron en Nueva York. [Photographer: Angus Mordant/Bloomberg]
Cientos de personas hacen cola para realizarse pruebas de descarte de Covid-19 ante el avance de la variante ómicron en Nueva York. [Photographer: Angus Mordant/Bloomberg]
/ Angus Mordant

—¿Este aumento dramático de casos significa un error en la estrategia o es simplemente la naturaleza del virus?

El gobierno tenía esta filosofía de que era la pandemia de los no vacunados, y si te vacunaste vas a estar bien. Sin embargo, es una consigna muy equivocada, porque ómicron está infectando a todos, y cuando hay un brote que afecta a tanta gente al mismo tiempo, causa una disrupción en la sociedad, y el Gobierno de Estados Unidos se ha dado cuenta bastante tarde esto. A pesar de que las personas vacunadas probablemente no vayan a morir, eso no es suficiente. En general, la variante ómicron no te da tiempo de nada y es posible que el impacto sea difícil de mitigar.

—Entonces, el error principal ha sido confiarse en la vacunación…

Es un exceso de confianza en las vacunas, la fatiga de la pandemia y el hecho de que esta es una variante del infierno y ultratransmisible producto de dos cosas: primero, que por sí misma se transmite más rápido que otras variantes; y segundo, que infecta a personas vacunadas y no vacunadas. En este caso las vacunas disponibles no le calzan a ómicron y ya no protegen tan bien como antes.

En esta foto del 14 de diciembre del 2020, el médico peruano Jorge Salinas recibió en EE.UU. la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por Pfizer y BioNTech.
En esta foto del 14 de diciembre del 2020, el médico peruano Jorge Salinas recibió en EE.UU. la primera dosis de la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por Pfizer y BioNTech.

—¿La tercera dosis ya no sería suficiente?

No es suficiente teniendo en cuenta a qué es lo que aspiramos. En Estados Unidos se vio que las vacunas sí protegen contra la infección, sí disminuyen la transmisión y eso es lo que permitió al país llevar una vida relativamente normal. Pero esa protección ha disminuido con la variante ómicron. Sin embargo, al parecer, las vacunas continúan manteniendo un nivel de protección contra la enfermedad severa y la muerte, lo cual es muy bueno, pero no es suficiente para que una sociedad funcione normalmente. El hecho de que la gente no se muera, es bueno, pero no es suficiente para decir que se puede hacer de nuevo una vida normal. Las vacunas salvan vidas, pero el exceso de confianza es lo que está causando esto, al igual que el exceso de confianza al no usar mascarillas.

Por ejemplo, todo el mundo se pone la mascarilla más compleja para salir, ir a la tienda o al mercado, pero luego se reúnen con amigos y se quitan la mascarilla, y es ahí donde ocurren los contagios.

Lo que se tiene que hacer es limitar las interacciones sociales, como al comienzo, eso no quiere decir cuarentenas y estar encerrados, pero sí limitar las reuniones sociales, limitar cualquier situación en la que un grupo grande de personas esté en un lugar cerrado sin mascarilla, esto además de seguir vacunándose.

Estas olas de ómicron son inevitables dada su velocidad, pero se tienen que tomar acciones preventivas de manera rápida para mitigar el impacto y aplanar la curva.

El 61% de los estadounidenses mayores de 12 años están con las dosis completas.  REUTERS/Mike Segar/File Photo
El 61% de los estadounidenses mayores de 12 años están con las dosis completas. REUTERS/Mike Segar/File Photo
/ Mike Segar

—Usted habló de la fatiga pandémica y, efectivamente, después de dos años todos estamos bastante hartos, pero conocemos más al virus. ¿Pero hay luz al final del túnel?

Creo que ya es parte de la normalidad. En los países del hemisferio norte es muy común prepararse para la temporada de influenza, y es lo que va a tocar. Cada cierto tiempo habrá olas, quizá con el tiempo se vuelvan más asociadas con las estaciones, pero lo que tenemos que hacer es tener buenos reflejos e implementar medidas dependiendo del momento. Cuando hay una alta transmisión, o un ‘olón’ como el ómicron, poner todas las medidas; y luego cuando pase y se relaje, uno puede disfrutar de la vida. Hay períodos refractarios entre una y otra, y en ese momento uno se puede reunir.

La ola de ómicron es algo que no hay que subestimar, pero que también va a pasar, y al parecer viene y se va más rápido, por lo que hay que ponerse serios en los próximos dos meses.

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