Washington (DPA). La posible pérdida del Senado en las elecciones legislativas de mañana en Estados Unidos amenaza los dos últimos años de mandato del presidente Barack Obama, cuya agenda podría ser bloqueada definitivamente por sus rivales republicanos.
Si los republicanos, que actualmente tienen la mayoría en la Cámara de Representantes, toman el mando en el Senado, el presidente demócrata, casi escondido durante la campaña por sus escasos índices de popularidad y rechazado por muchos candidatos de su propio partido, quedará contra las cuerdas.
"Mi nombre no es el que está en las papeletas, sino el de nuestros valores e ideales y el de las cosas por las que las generaciones han luchado para hacer de este país un lugar más justo, más próspero y más equitativo", dijo Obama a un grupo de donantes.
Cinco años y medio después de llegar a la Casa Blanca como una gran esperanza para el país y el mundo, la popularidad del presidente es muy baja: sólo el 41,9% aprueba su gestión, según los últimos sondeos disponibles.
Un 32% irá a votar para mandar un mensaje de oposición al presidente, según una encuesta del instituto Gallup.
Por ello, Obama ha estado prácticamente ausente de las campañas a senador en los estados más disputados. Su papel ha estado limitado al de "recaudador en jefe" de fondos para los demócratas en estados que tradicionalmente votan a su partido, como Nueva York y Los Ángeles.
Las encuestas auguran un mal panorama a Obama y los demócratas. Los republicanos sólo necesitan ganar seis votos más de los que tienen actualmente en el Senado -que renueva a un tercio de sus miembros- para tener la mayoría y bloquear también desde ahí la agenda del presidente como ya hacen desde la Cámara de Representantes.
Los demócratas tienen en estos momentos 55 escaños en el Senado y los republicanos, 45.
Las encuestas pronostican que los republicanos obtendrán en los comicios 52 escaños, siete más que los que tienen actualmente, y que los demócratas tendrán que conformarse con 47 escaños, según la web realclearpolitics.com, que hace un cálculo basado en una media de las últimas encuestas difundidas.
Algunos analistas temen que si los republicanos logran su objetivo, habrá una parálisis política en Estados Unidos. Los republicanos tratarán de frenar la agenda de Obama, pero el partido de la oposición tampoco podrá hacer nada sin la firma del presidente y deberá llevar adelante proyectos para presentarse como una alternativa de cara a las presidenciales de 2016.
Otros analistas sostienen que nada cambiará realmente, pues ya hay, de facto, un Congreso paralizado.