Halloween es una época perfecta para disfrazarse, hacer actividades divertidas y, sobre todo, contar historias de terror. Pero si bien es cierto que a muchos les gusta contarlas, de seguro que nadie le gustaría vivir una.
Era una tarde de octubre, cuando en las pequeñas calles de Donora -en Pennsylvania, Estados Unidos- los niños, emocionados, corrían por todos lados a pesar de que no se veía mucho en el ambiente, pues extrañamente una espesa niebla oscura comenzó a invadir al pueblo.
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Nadie le prestó atención, ya que el frío de la época generaba ese tipo de fenómenos de manera frecuente y más si el invierno estaba a tan solo unos meses de distancia. Los Dragones de Donora jugaron su habitual partido de futbol de los viernes por la noche, así como se celebró el desfile de Halloween, al cual cientos de personas habían asistido.
Todo parecía normal, hasta que la muerte comenzó a dar sus primeros pasos. Los habitantes reportaron a los médicos de la región que no podían respirar. Varios de los especialistas se movilizaron a los hogares de los afectados, pero jamás se imaginaron que sería el preludio de una de las tragedias más grandes en Estados Unidos.
Esta es la historia de cómo una letal mezcla de humo creó una “niebla venenosa”, que tomó la vida de 20 personas y dejó a casi 400 habitantes con problemas respiratorios severos, todo por la ambición humana y un caso extremo de irresponsabilidad ambiental.
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“¡Bienvenidos a Donora! La mejor ciudad de Estados Unidos”
Ubicada en el río Monongahela, a unos 48 kilómetros al sur de Pittsburgh, se encuentra la acogedora Donora, un pueblo de 5.2 kilómetros cuadrados que, para la época de la tragedia, albergaba tan solo 14 mil habitantes.
Actualmente, es reconocida por haberle dado al mundo grandes jugadores de béisbol como Stan Musial y Ken Griffey Jr, además de haber sido un sector agrícola e industrial muy importante para la región. No obstante, esto último ocasionó que su nombre quedara manchado por una gran tragedia.
Para la década de los 40, la región contaba con dos grandes fábricas dedicadas a la producción de cobre y zinc: la Donora Zinc Works y la American Steel & Wire. A pesar de sus grandes chimeneas y humo invasivo, las fábricas proporcionaban a los residentes de la región aproximadamente cinco mil empleos directos, lo cual hacía que nadie se volcara contra ellos a pesar de la notable contaminación.
De hecho, según los testimonios recolectados por el medio estadounidense ‘National Geographic’, era muy común tener que limpiar de manera constante las fachadas de las casas por el polvillo que se pegaba.
Incluso, los trabajadores de las pocas zonas agrícolas que quedaban llegaban llenos de polvo negro como producto del ‘smog’ emitido por las fábricas. Este mismo hizo que en 1918 American Steel & Wire Company tuviese que pagar su primera multa por daños a la salud, debido a que la contaminación del aire había afectado a algunos trabajadores de la comunidad aledaña de Webster.
No obstante, la compañía siguió sus operaciones, cocinando así los preparativos para la tragedia y normalizando la contaminación, cuyo peligro no había sido tenido en cuenta.
Zinc, acero, un río y el frío: la fórmula perfecta para una tragedia
El ‘Día D’ fue el miércoles 27 de octubre de 1948, cuando varios oriundos de la región reportaron problemas para respirar, náuseas, dolores de cabeza y tos. Los casos fueron en aumento hasta que, tres días después, se reportó la primera muerte.
Fue cuestión de tiempo para que 19 personas más se unieran a ese fatídico hecho, que al final dejó un saldo de 20 muertos y 400 afectados. Pero, ¿qué fue lo que pasó?
El aire, rico en fluoruro de hidrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono, flúor y dióxido de nitrógeno, más un efecto natural llamado ‘inversión térmica’, fueron los ingredientes perfectos para que se creara una espesa niebla amarillenta altamente tóxica.
Según el Instituto Interuniversitario de Geografía de la Universidad de Alicante, la inversión térmica es un fenómeno que se presenta cuando la temperatura en las capas superiores de la atmósfera es más alta a la que se presenta en la superficie.
Debido a que la parte de abajo de la atmósfera es fría, y arriba es caliente, se crea de alguna forma una especie de presión, haciendo que los agentes contaminantes del aire se mantengan al nivel de la superficie y se concentren en una zona específica. Por otro lado, el fenómeno fue ocasionado por los fríos vientos de octubre y las cálidas temperaturas del río.
En otras palabras, la contaminación no puede salir, generando a su vez una mezcla tóxica y muy perjudicial para la salud humana.
Ahora bien, el cóctel tóxico llegó la noche del 27 de octubre y fue vertiéndose durante cinco días más. Para ese entonces, los medios de comunicación de Estados Unidos estaban al tanto de la situación y reportaban constantemente cómo los bomberos y el personal de salud repartían bombas de oxígeno sin dar abasto.
Hasta el periódico estadounidense ‘New York Times’ cubrió el evento, relatando sobre la nube tóxica que seguía matando a los aledaños del lugar. Mencionaron directamente a la compañía, pidiendo respuestas sobre su inminente silencio.
Fue entonces cuando el 31 de octubre American Steel & Wire Company decidió parar las operaciones y, como si la naturaleza lo recompensara, por primera vez en una semana llovió en Donora, despejando la niebla y volviendo el aire un poco más puro (en la medida de lo posible).
Un hito que marcó la diferencia: el proyecto ‘Clean Air Act’
Aunque los registros oficiales cuentan que hubo 20 muertos, en las siguientes semanas 50 personas más fallecieron, de acuerdo con los registros de la Policía. Además, en investigaciones posteriores sobre el caso, los científicos pudieron darse cuenta de que, con el paso de los años, la esperanza de vida en la zona disminuyó de manera significativa.
Además, es importante resaltar que Donora Zinc Works no cerró hasta 1956 y todas las sedes de American Steel & Wire Company solo cerraron hasta 1996.
Con este evento, el mundo se dio cuenta por primera vez que la contaminación realmente podría causar muertes. De hecho, debido a esto se creó la ley ‘Clean Air Act’ (Ley de aire limpio) la cual regula las emisiones de gases invernadero emitidas por grandes fábricas en Estados Unidos.
Esta fue aprobada por el Congreso en 1963 y se complementó con la Agencia de Protección Ambiental creada por Nixon en 1970.
Por otro lado, según la historia contada en la Sociedad Histórica de Donora y el Museo Smog, el presidente Truman convocó en 1950 la primera conferencia sobre la contaminación del aire y los efectos que este puede tener sobre la salud humana.