Este martes 5 se anunciará la sentencia en contra de Enrique Tarrio, el ultraderechista de ascendencia cubana al que la justicia estadounidense sindica como líder de los Proud Boys y responsabiliza de guiar a la turba que protagonizó el infame asalto al Capitolio del 6 de enero del 2021.
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La fiscalía pidió en mayo una pena de 33 años de cárcel contra Tarrio, considerado el cabecilla máximo de la organización desde el 2018. Su sentencia será la última en una serie de condenas contra distintos líderes del grupo dictadas en las últimas semanas.
Pero antes de conocer las penas dictadas en contra de estos radicales ultranacionalistas debemos entender, ¿quiénes son los Proud Boys, cuándo nacieron y qué causas defienden?
Un (violento) club de bebedores
En 1994, el periodista británico-canadiense Gavin McInnes se convirtió en un controvertido líder de opinión en su país luego de cofundar la revista Vice, en Montreal.
El éxito de la publicación llevó a que McInnes se mudara en el 2001 a Nueva York, donde pasó de ser una provocadora referencia idolatrada por los hipsters canadienses a un extremista que lucía la palabra “Destrucción” tatuada en la espalda.
Según la agencia EFE, en el 2003 McInnes dijo durante una entrevista con el diario The New York Times: “Me encanta ser blanco y creo que es algo de lo que estar muy orgulloso”. Con el paso de los años, McInnes sacó a relucir con cada vez más frecuencia una postura extremista, racista, homófoba y misógina a través de los medios de comunicación a los que tenía acceso.
Finalmente en el 2016 lanzó el movimiento Proud Boys, un club en el que no se permiten mujeres, que enarbola el orgullo masculino por haber creado el mundo moderno y al que muchos de sus miembros definen como un club de bebedores que se oponían con dureza a la política de izquierda, según un artículo de Los Angeles Times publicado en el 2020.
Otra característica de este grupo radical fue el apoyo incondicional que mostraron hacia el entonces presidente Donald Trump y sus iniciativas, incluso las que en su momento fueron criticadas por discriminatorias o xenófobas.
Lo cierto, sin embargo, es que los Proud Boys no se dieron a conocer precisamente por defender una postura específica o una visión crítica sobre la situación del país, sino por los repetidos episodios de violencia que protagonizaron en las calles estadounidenses.
McInnes, por su parte, habría dejado el liderazgo del grupo en el 2017 porque consideraba que eran una versión “ligera” de la verdadera derecha alternativa, según un reporte policial de la época. Sin embargo, hasta la fecha el periodista sigue apoyando al grupo a través de los medios en los que participa.
En el 2018, Tarrio asumió la dirección nacional del grupo. Desde entonces, la influencia de los Proud Boys no solo creció a lo largo del país sino que la violencia se hizo cada vez más frecuente en sus apariciones.
Pese a no considerarse una milicia, los Proud Boys han estado involucrados en diferentes enfrentamientos contra rivales políticos, movimientos como Black Lives Matters y otras agrupaciones civiles como la denominada Antifa. Otro de sus enemigos son los medios de comunicación, a los que no dudan en acusar de promover ‘fake news’ cuando alguno de sus ídolos políticos es puesto en evidencia.
Cabecillas tras las rejas
Según la organización Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED), los Proud Boys están presentes en 28 estados de Estados Unidos y en Washington D.C. Entre enero del 2020 y abril del 2021, además, estuvieron involucrados en 37 eventos que se tornaron violentos.
Muchos de estos episodios ocurrieron durante la campaña electoral del 2020, en apoyo a Trump, quien buscaba la reelección. Como era de esperarse, cuando el líder republicano fue derrotado por el demócrata Joe Biden, los Proud Boys apoyaron la teoría de que se trataba de un fraude en contra del magnate neoyorquino.
Por ello, el 6 de enero del 2021, cuando miles de seguidores de Trump se reunieron en la capital estadounidense para intentar impedir la certificación del resultado electoral, los Proud Boys no dudaron en decir presente.
Según la organización de derechos civiles Southern Poverty Law Center (SPLC), más de 40 integrantes de Proud Boys han pasado ya por los tribunales estadounidenses en los últimos dos años y medio para responder por sus acciones del 6 de enero de 2021.
Esto llevó a que uno de los fiscales del caso los denominara “el Ejército de Trump”. Entre los procesados se encuentran algunos de los principales jefes de la violenta organización.
Tarrio, sindicado por las autoridades como el líder nacional de los Proud Boys, enfrenta cargos por conspiración para cometer sedición. En mayo, la Fiscalía estadounidense pidió que sea condenado a 33 años de cárcel. Este martes, el juez Timothy Kelly dictará la sentencia en su contra, la cuál no necesariamente debe obedecer a la petición fiscal. Pese a que Tarrio no estuvo presente en el asalto al Capitolio, las autoridades lo acusan de organizar y dirigir remotamente al grupo.
El 1 de setiembre, Nordean fue condenado a 18 años de cárcel por el juez Kelly, quien lo consideró culpable de intentar evitar la transferencia pacífica del poder de Trump a Biden- La Fiscalía lo acusaba de azuzar a su grupo desde las redes sociales y lo señala como "el líder en terreno del 6 de enero". Tras la sentencia, el hombre de 33 años confesó considerar el asalto al Capitolio como "una tragedia completa y absoluta", y lamentó no haber intentado detener los hechos violentos.
El jueves 31 de agosto, el juez Kelly dictó una pena de 17 años de prisión efectiva en contra del veterano de las guerras de Irak y Afganistán, Joseph Biggs, por movilizar a unas 200 personas hacia el Capitolio para intentar anular por la fuerza la certificación electoral. El veredicto del juez estuvo bastante alejado de los 33 años que había solicitado la Fiscalía para Biggs por considerar que había incurrido en actos de terrorismo. Kelly justificó su decisión en que no encontró "intención de matar gente" por parte del acusado. Biggs, por su parte, ha expresado arrepentimiento y asegurado que está desvinculado de la política y cualquier militancia actualmente.
En la misma sesión que contra Biggs, el otrora presidente de los Proud Boys en Filadelfia, Zachary Rehl, fue sentenciado a pasar 15 años tras las rejas. La decisión del juez Kelly es apenas la mitad de los 30 años que había solicitado la Fiscalía por considerar que Rehl también había realizado un acto de terrorismo. Al acusado de 37 años se le vio tembloroso y sollozando durante la audiencia en la que aseguró ahora despreciar la política y arrepentirse de los eventos en el Capitolio.
"¡Trump ganó!"
Dominic Pezzola, miembro de los Proud Boys que el 1 de septiembre fue sentenciado a 10 años de prisión por su papel en el asalto al Capitolio, gritó una vez terminada la audiencia en su contra en la que inicialmente aseguró estar arrepentido y pidió clemencia al juez Kelly.
Un grupo debilitado pero no eliminado
Si bien los Proud Boys se han visto debilitados por la enorme cantidad de procesos judiciales abiertos contra sus líderes y otros miembros de la organización, el grupo estaría lejos de desaparecer.
El asalto al Capitolio hirió pero no acabó con el grupo, pues desde entonces este se ha reconstruido dejando un poco de lado la política y enfocándose principalmente en los ataques a comunidades como la de transgéneros.
Los Proud Boys son uno de los grupos de extrema derecha que estuvieron involucrados en más de 200 incidentes contra personas transgéneros durante el 2022, según datos de ACLED.
Esto llevó, por ejemplo, a que el Gobierno Canadiense considerase al grupo como una organización terrorista a inicios del 2021.
Según SPLC, además, el grupo está “diversificándose” y abriendo más delegaciones que nunca en todo el país.
“Estos sentimientos odiosos, que siempre han ayudado a alimentar la extrema derecha, en la actualidad se han establecido en la vanguardia de sus esfuerzos como organización (...) Para entender por qué, sólo es necesario mirar al Partido Republicano. Una creciente facción radical del partido ha adoptado en recientes meses una oposición militante contra la gente LGTBQ y los derechos reproductivos”, explica la organización en un pronunciamiento citado por la agencia EFE.
"Es una señal clara de que a nadie se le permite alterar el proceso electoral"
- ¿Qué efectos tienen las sentencias?
La decisión judicial envía una señal clara a los "herederos" del liderazgo de este grupo, pero sobre todo a otros que en el contexto de la elección venidera pueden tener interés en interrumpir el proceso o interferir en la certificación de victoria. Este caso sentará un precedente y si bien Proud Boys no es considerado un grupo terrorista, sí aplica como un grupo activista político.
- ¿Y ese precedente cómo afectaría al desarrollo de estos grupos?
Al igual que sucedió con Las Panteras Negras, en el caso de los afroamericanos; o a las Boinas Cafés, en el caso de los latinos en los 60, había procesos judiciales e investigaciones del FBI que conllevaron a una atención especial a este tipo de grupos para prevenir cualquier acción bélica. Esa es la preocupación principal en este tipo de casos. El mensaje del Poder Judicial es que a nadie se le puede permitir, por más que sus creencias los hagan moverse en un sentido, que violen la ley y menos que alteren el proceso electoral del país.
- Más allá de lo político, hemos visto que el accionar de estos grupos son un fenómeno social. ¿Es una señal más de la radicalización que sigue a la polarización en un país?
Sí, claro. Es una manifestación contemporánea de lo que ha sido un nativismo y fuerzas reaccionarias que se oponen a la transformación social que ha vivido Estados Unidos en cuestión demográfica. Es decir, el grupo dominante, -siendo este un concepto que ha cambiado con los años, por ejemplo a los italianos e irlandeses no se les consideraba como tal en los 1800- que por mucho tiempo fueron los WASP (Blanco, anglosajón y protestante, por sus siglas en inglés) ha ido integrando distintos grupos dependiendo de su posición política y económica. El grupo dominante blanco que actualmente conocemos, y que se compone como tal desde poco antes de la Gran Depresión, ha ido bajando en su representación dentro de la demografía social. Entonces ahora, en ciertos lugares como California, ya no son la mayoría sino la mitad. Y en otras ciudades son incluso minorías. Eso llevó a que grupos extremistas, como el Ku Klux Klan, quieran reafirmar la supremacía del grupo dominante. Los grupos de ahora han querido hacer lo mismo de una forma más "moderada". Es decir, no sostienen que hay una supremacía de una raza sobre otra pero muchos de los conceptos que manejan y validan se basan en pseudociencias como la eugenesia, que decía que una raza era superior a otra.
- A Trump se le ha vinculado mucho con estos grupos, ¿pero este fenómeno trascendería a la figura del líder republicano?
Por supuesto. Trump aprovechó la existencia de esta corriente y ese sentir entre ciertos grupos. Porque ha sido permanente. En algunas regiones al sur del país es algo muy claro, pero ahora a nivel nacional vemos a este grupo dominante pensando en cómo pierden presencia sin darse cuenta de que hay latinos que generan empresas, que hay indios y paquistaníes que hacen lo propio. Entonces, lo que hace Trump es recordar que estas diferencias existen, que hay gente que se siente excluida y que "a muchos les quitan lo que les corresponde para dárselo a otros". Aunado con el problema de los opioides y la depresión económica que han vivido en el denominado Cinturón del Óxido, saca réditos de ese sentir. Sin decir que el blanco es mejor que el negro, dice que representa a la Gran América, a la del pasado. En 10 o 15 años desaparecerá de escena, pero se generarán otros liderazgos. Antes estaba David Duke, fundador de Los Caballeros del Ku Klux Klan, que postuló al Senado. Yo diría que en los próximos 50 o 70 años seguiremos viviendo este ciclo, cambian los colores pero la ideología es similar.