(Foto:  University of Nevada)
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BBC News Mundo

Casi todos sabemos lo que son los jeroglíficos egipcios y muchos hemos oído sobre los petroglifos, esos antiguos grabados en rocas. Pero ¿alguna vez escuchaste hablar de los "arboglifos"?

Significa literalmente "escritura en los árboles" y, aunque existen en todo el mundo, casi en ningún lado se han encontrado tantos como en los estados del oeste de .

En particular en el norte de California, Nevada, Idaho y Utah, donde desde los años 50 investigadores han ido hallando miles de arboglifos en regiones rurales que tradicionalmente se usaban para el pastoreo de ovejas.

Estudiando los grabados, los expertos rápidamente pudieron determinar quiénes fueron sus autores: pastores vascos que poblaron esas zonas montañosas en el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX.

Nancy Hadlock, experta en los arboglifos -y descendiente de vascos-le contó a  Mundo que la mayoría eran hombres jóvenes de entre 18 y 26 años que llegaban de las regiones vascas de España y Francia.

(Foto:  University of Nevada)
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Eran contratados por los grandes criadores de ovejas por su vasta experiencia y muchos trabajaban durante tres años, a veces extendiendo sus contratos por tres años más.

"Llevaban una vida muy solitaria y aburrida", cuenta Hadlock. Por eso muchos se entretuvieron haciendo dibujos con lo que tenían más a mano: los álamos, árboles característicos de las zonas de pastoreo.

"Eran el lienzo perfecto: blancos, limpios y fáciles de tallar", dice la experta, quien junto con su marido, Richard Potashin, ha logrado documentar unos 5.000 grabados hasta el momento.

La "Biblia"

Eso es solo una fracción del total. El mayor "recopilador" de arboglifos del mundo es el profesor de historia vasco Joxe Mallea-Olaetxe, quien se enteró de la existencia de estas obras cuando llegó a EE.UU. para enseñar en la Universidad de Nevada, en Reno, en los años 80.

(Foto:  University of Nevada)
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Esa casa de estudios tiene una muestra multimedia llamada "Pastores del norte de Nevada" que incluye información sobre los inmigrantes vascos y los arboglifos.

En tanto, la principal obra sobre estos grabados es un libro escrito por Mallea-Olaetxe, quien registró unos 20.000 dibujos y símbolos.

"Hablando a través de los álamos: tallados de árboles vascos en California y Nevada", es considerado la "Biblia" de los arboglifos por los expertos como Hadlock y Potashin.

A falta de la Playboy…

No hay que ser un genio para adivinar cuál era el tema favorito de los miles de jóvenes vascos que pastorearon en las montañas del oeste estadounidense durante más de un siglo.

En medio de esa vasta y solitaria región, sin acceso a revistas o películas con mujeres desnudas, crearon sus propios dibujos eróticos.

(Foto:  University of Nevada)
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"Está claro que pensaban mucho en mujeres", se ríe Hadlock, quien revela que la mayoría de los dibujos son de desnudos.

"Pero también hay algunos arboglifos bellísimos de mujeres completamente vestidas", aclara.

Otro tema popular era el boxeo. Un pastor amante del pugilismo dibujó a un boxeador en pose triunfante en un árbol y en otro al lado a su rival tendido.

En la década de 1930 también comenzaron a verse más mensajes políticos, a medida que avanzaba la guerra civil española.

Un pastor que talló mucho sobre este tema fue Joaquín Gándara.

En 1937 escribió: "¡Viva la república. Muerte a los fascistas".

Otro arboglifo, creado el año siguiente -que puede verse a continuación- dice: "El fascismo y el comunismo son los dos extremos del salvajismo. ¡Viva la república agraria liberal".

(Foto:  University of Nevada)
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En tanto un tercer mensaje tallado en 1944, cinco años después del final de la guerra, proclama: "¡Muerte a los fascistas, separatistas, clérigos, los fanáticos, dictadores, a los políticos y a los ricos. ¡Viva la república libre…".

Cuenta Hadlock que una de las tareas más sencillas que tienen los investigadores es determinar en qué año se creó cada arboglifo, ya que "la vasta mayoría de los autores escribió la fecha".

"Mucho más que graffiti"

Los grabados más comunes en los árboles no son dibujos sino palabras: típicamente el nombre de quien escribía y la fecha.

Muchos también quisieron dejar un registro de su lugar de origen. "Hay mucho 'Viva tal y cual lugar´", señala la experta.

(Foto:  University of Nevada)
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Estos datos permitieron a los investigadores ir reconstruyendo la historia de la inmigración vasca a EE.UU.

"La mayoría venía de 3 o 4 provincias. Puedes ver cuáles de ellos tenían menos oportunidades laborales para sus jóvenes, cuáles fueron mejorando y se redujo la emigración. También puedes ver el impacto de las restricciones migratorias impuestas por momentos por EE.UU.", afirma.

Con esto, Hadlock intenta refutar a quienes consideran que los arboglifos no son más que graffiti.

"Es historia y es arte. Quiénes eran estas personas y por qué vinieron. No es simplemente un nombre tallado en un árbol, es la vida de una persona".

(Foto:  University of Nevada)
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La investigadora también cree que su trabajo, fotografiando, filmando y mapeando con GPS los arboglifos es una forma de preservar la historia del pastoreo en EE.UU., una tradición "que está muriendo".

"Dentro de 50 años alguien querrá saber más sobre este tema y ya no estarán los árboles para contar la historia".

Imposible de preservar

Y es que una de las cosas que incentivan el trabajo urgente de ésta y otros expertos es que los álamos que esconden estas obras de arte se están muriendo.

Son árboles que típicamente viven entre 80 y 100 años. De hecho, muchos de los grabados de los primeros pastores vascos ya desaparecieron.

El motivo es que no hay manera de preservarlos. Una vez que el árbol muere la corteza se desintegra y la única manera de evitarlo sería conservar los arboglifos al vacío, una técnica demasiado costosa y complicada.

(Foto:  University of Nevada)
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Incluso en vida, los álamos se destacan por su fragilidad. En parte esta característica es uno de los motivos que han permitido que aún hoy puedan verse con claridad grabados realizados en los troncos de estos árboles hace casi un siglo.

A diferencia de otras maderas talladas, en las que el dibujo se logra a través de un surco, en los álamos las imágenes sobresalen hacia afuera, lo que aumenta su visibilidad.

Esto ocurre porque al recibir una herida, el proceso de curación del árbol hace que esa zona se oscurezca, creando una marca.

A ciegas

El proceso facilita mucho la creación de dibujos: cualquier objeto cortante sirve como herramienta, desde un cortaplumas hasta una moneda. Algunos hasta usaron sus uñas bien afiladas.

(Foto:  University of Nevada)
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Pero lo curioso de este proceso es que obligaba a los artistas a trabajar casi a ciegas, porque las marcas del árbol sólo se oscurecen y se hacen visibles años después.

"Muchos pastores que vinieron con contratos de tres años seguramente nunca llegaron a ver sus obras concluidas", observa Hadlock.

Ella y los otros amantes de esta desconocida expresión cultural continúan hallando y documentando arboglifos nuevos. Trabajan sin pausa -y con ayuda del gobierno federal- porque saben que corren contra el reloj.

No solo porque muchos de los árboles más viejos se van muriendo, sino porque hasta los álamos más jóvenes enfrentan hoy en día altos riesgos de desaparecer debido al aumento de los incendios forestales provocados por el cambio climático.

(Foto:  University of Nevada)
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