Tyre Nichols, un joven negro de 28 años, murió a comienzos de enero de este año después de que un grupo de policías de Memphis, Estados Unidos, le diera una paliza que quedó grabada en video tras presuntamente haber cometido una infracción de tránsito. Por este caso, que provocó protestas callejeras contra la brutalidad policial y el racismo, cinco policías afroamericanos fueron despedidos y acusados de homicidio en segundo grado.
El hecho de que en la muerte de Nichols estén implicados policías negros no deja fuera al racismo como el trasfondo de lo ocurrido, tal como lo señala en entrevista con El Comercio Esther Pineda G., doctora en Ciencias Sociales, escritora y autora del libro “El racismo y la brutalidad policial en los Estados Unidos. Del Jim Crow a Donald Trump”.
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—¿Por qué se siguen dando casos de brutalidad policial como el ocurrido en Memphis con Tyre Nichols, a pesar de los constantes llamados de líderes políticos como el mismo presidente Joe Biden para erradicarla?
Sigue ocurriendo porque el racismo en los Estados Unidos es estructural, es decir, está presente y naturalizado en los diferentes ámbitos de la vida, en el imaginario colectivo y en las instituciones sociales como la familia, la escuela, los medios de comunicación, pero sobre todo en la institución policial, la cual, junto con el encarcelamiento masivo, han funcionado como las instancias de dominación de la población afroamericana desde la aprobación de la Ley de Derechos civiles en la década de los 60, en una sociedad con una historia de segregación racial muy marcada, la cual si bien ya no es legal, sigue permeando las relaciones sociales.
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—¿Cuál es la clave para empezar a erradicar la brutalidad policial en Estados Unidos?
Uno de los factores clave para erradicar la brutalidad policial es el monitoreo de las acciones policiales, minimizar la actuación discrecional de los funcionarios, y la sanción de los episodios de uso excesivo e injustificado de la fuerza y de brutalidad policial, pues la impunidad ante estos crímenes, aunado al apoyo que reciben los funcionarios por parte de la institución policial e incluso por parte de figuras de poder como el presidente (tal como ocurrió durante el mandato de Donald Trump) favorece e incluso promueve la continuidad de la comisión de estos delitos.
—¿Una reforma de la policía es el paso que se necesita para acabar con el racismo? ¿Qué tipo de reforma policial se necesita?
Es impostergable la transformación de la institución policial y la incorporación de políticas e iniciativas que minimicen la actuación discrecional de la institución y sus funcionarios, por ejemplo:
La institución policial debe informar sobre las actuaciones y uso de la fuerza de sus agentes y establecer sistemas de alerta temprana para identificar y sancionar a los agentes implicados en violaciones de derechos humanos.
Introducir programas de formación y entrenamiento de los funcionarios policiales en técnicas no coercitivas, persuasivas y no letales en cuanto al empleo de la fuerza.
La implementación de que el uso de los dispositivos de audio y video en los uniformes y patrullas durante la realización de procedimientos policiales sea obligatorio y no opcional y a criterio de los funcionarios como hasta ahora.
La implementación de programas de formación y sensibilización contra el racismo para los empleados federales, los cuales fueron eliminados en el año 2020 porque, según el presidente Donald Trump, constituían “propaganda antiestadounidense”.
—¿Es viable una reforma policial en Estados Unidos o no hay condiciones?
No ha habido voluntad política de modificar una institución que favorece la continuidad de la desigualdad y de la dominación de la población afroamericana mediante la criminalización y la brutalidad policial.
—Háblenos de los perfiles raciales que maneja la policía, cuál es el patrón
La policía en los Estados Unidos continua asociando la negritud a la criminalidad, cualquier persona afroamericana es vista como sujeto de sospecha, como potencial infractor o criminal. Según las estadísticas de Fuerza Fatal publicadas por The Washington Post, este perfil racial recae principalmente sobre los hombres, quienes representan el 97% de los afroamericanos asesinados por la policía entre 2017-2020. De estos, el 77% se encontraba entre los 18 a los 44 años. Y, de acuerdo al informe el informe Violencia Policial 2020 de la organización Mapping Police Violence, el 36% de las víctimas de asesinato en el contexto de la brutalidad policial se encontraba desarmado. Es decir, si bien el riesgo de ser asesinado por la policía está presente para toda la población afroamericana y a lo largo de toda su vida, este riesgo es mayor en los hombres negros jóvenes y tienen mayores índices de ocurrencia en el sur del país, región de mayor historia segregacionista y donde están concentrados la mayor cantidad de grupos de odio del país.
—En el caso de con Tyre Nichols, hay 5 policías detenidos que son afroestadounidenses, como la víctima, ¿en este caso también se puede hablar de brutalidad policial impulsada por el racismo?
La motivación sigue siendo racial porque los oficiales detienen y atacan a la víctima reproduciendo los mismos perfiles raciales, prejuicios y estereotipos instaurados por la institución policial. Aunque los oficiales de este caso también son afroamericanos, es posible considerar que mantienen una perspectiva endorracista, esto quiere decir, una perspectiva en la que han internalizado y legitimado los imaginarios racistas, por lo cual también terminan creyendo, al igual que cualquier oficial blanco racista, que estos jóvenes hombres negros son potenciales infractores y criminales.
—Usted dice que la brutalidad policial en algunos casos es ejercida por funcionarios policiales afroamericanos contra otros sujetos racializados en búsqueda de aceptación y validación en la institución policial. ¿Entonces, un policía negro es potencialmente más propenso a incurrir en abusos porque de lo contrario le será más difícil ascender a puestos de mando?
No son más propensos porque los casos de brutalidad policial evidencian que quienes cometen estos crímenes con más frecuencia son oficiales blancos, pero el hecho de que la institución policial siga siendo racista, de que los oficiales racializados sigan siendo minoría en la institución, de que puedan actuar de forma discrecional y que exista impunidad ante estos delitos, favorece que los policías afroamericanos también puedan cometer estos delitos.